De la pintura al yoga: la tarea de un hijo iluminó su camino
Patricia Valdebenito, Pramitii como le gusta que la llamen, lleva 18 años practicando esta disciplina, que comenzó gracias al colegio de su primogénito, que la obligó a saber de qué se trataba.
Fue a los ocho años cuando Pramitii escuchó, por primera vez, la palabra "yoga", disciplina física y mental original de la India, que años más tarde comenzaría a practicar para nunca más dejarla.
Hoy comparte sus conocimientos con sus alumnos de la Fundación de Yoga Ananda Marga Chile, San Antonio, ubicada en calle Julio Navarro 1235, Las Lomas, en esta comuna.
Pintora de oficio, Patricia Valdebenito Améstica, su nombre civil, es conocida como Pramitii ("conciencia espiritual") en San Antonio.
Divorciada, madre de dos hijos y abuela de una niña de nueve años, hace 18 años que practica yoga, cuando un episodio casual en su vida le permitió asistir a su primera clase.
Su hijo mayor, Claudio, tenía que dar una clase de esta disciplina a sus compañeros de cursos para el ramo de educación física, en la enseñanza media. Como ninguno había practicado yoga antes, Pramitii (como le gusta que la llamen) buscó a una persona que ayudara a su hijo, con la condición que la invitara a participar de dicha clase. "Bendita tarea", comenta la instructora de yoga casi dos décadas después de aquella experiencia.
"Fue maravilloso. Sentí que mi corazón se desgarraba de emoción, porque, por fin, había llegado a aquello que yo tanto había buscado. Entonces, agradecí al universo. Quería llorar, pero de gozo, de alegría. Pero me contuve por los jóvenes que estaban ahí", recuerda.
"El yoga me tocó la fibra más sensible, que es el amor, el espíritu, esto que tenemos acá dormido los seres humanos. Fue mi despertar espiritual", confiesa.
Alegría de vivir
Luego de eso, fue invitada a un retiro espiritual. Pese a sus dudas iniciales, asegura que una fuerza superior la "empujó" a profundizar en el yoga. Sin ser instructora, Pramitii fue aprendiendo muy rápido, con la guía de una conocida, las diferentes posturas (asanas) y la meditación. "Eso me permitió ir venciendo el temor e ir entregando este conocimiento a las personas", cuenta.
Pramitii también es pintora y maestra de reiki, pero es a través del yoga que pudo sentir un cambio real en su perspectiva de la vida. A partir de su práctica, asegura, ha podido experimentar el gozo o la alegría de vivir, independientemente de las circunstancias por las que esté atravesando o problemas que deba enfrentar.
"Siento alegría, gozo, esperanza de que la vida es hermosa, a pesar de todo lo malo que nos toca vivir. Los problemas forman parte de nuestro crecimiento (espiritual). En todo hay una lección. Entonces, la vida ya no me bota, no me siento sobrepasada por las circunstancias, porque todo es por algo; y todo es para mejor", asegura.
"Cuando me casé, lo hice para toda la vida. Pero llegó el momento en que mi ex marido decide partir. Pensé que el mundo se me venía abajo. Y me di cuenta que si no hubiese sido por eso, no estaría donde estoy hoy. Yo necesitaba crecer, ir evolucionando, para dedicarme a este mundo", reflexiona Pramitii sobre lo que el yoga ha aportado a su vida.
Fundación
Al principio fueron clases gratuitas para sus vecinos y amistades, pero con el correr del tiempo Pramitii fue conociendo personas con su misma inquietud por el yoga y por ayudar a los demás a mejorar su calidad de vida, a través de éste.
Hoy conforman una fundación, compuesta por un equipo de trabajo de alrededor de una veintena de personas, que, preocupadas por los altos índices de suicidios y depresión, abrieron el centro de yoga que se ubica en Las Lomas, Llolleo. De eso han pasado tres años y hoy cuentan con un promedio de 20 alumnos matriculados por año.
Una de las actividades que llena de orgullo a Pramitii es la clase de yoga que imparte a las integrantes del Hogar de Niñas de Llolleo, todos los jueves. "Llegan felices a hacer yoga acá. Y se llenan de (más) felicidad", cuenta Pramitii.
Asimismo, los lunes se reúnen para practicar la danza devocional llamada kirtan, y meditación. La primera busca aquietar la mente y fortalecer el espíritu. "Nos ayuda a sanarnos física, mental y espiritualmente".
Finalmente, Pramitii destacó que dicho centro, al cual llama Yacriti, está abierto a toda la comunidad, no importando género, edad, creencias políticas o religiosas.