El recuerdo del trabajador más querido del tradicional restaurante D' Bórquez
Julio César Palma estuvo durante tres décadas en el negocio de avenida Chile.
Corría la década de los ochenta y en el centro de San Antonio era tradición que se disputara la carrera de los garzones, la que reunía a los más rápidos y habilidosos trabajadores de diferentes restaurantes y fuentes de soda que tenían que correr junto a una bandeja y una botella que no se tenía que caer.
En más de una ocasión, el ganador de la competencia fue Julio César Palma Monasterio, quien se desempeñaba como garzón en el restaurante D'Borquez que se encontraba en la avenida Chile de Llolleo .
"Estuvo más de treinta años trabajando junto a don Pepe Bórquez. Llegó en 1979 y estuvo hasta el 2013. Ahí hizo muchas amistades y tuvo una relación casi familiar con don Pepe y sus hijos", reconoce Gilda Garrido Aravena, quien conoció a don Julio a los 15 años.
"Nos vimos por primera vez en Llolleo, en la calle, en 1968, cuando él tenía 22 años. Estuvimos pololeando desde 1968 y nos casamos en 1972, por lo que caminamos casi medio siglo juntos", admite la señora Gilda.
Huracanino de corazón
La gran pasión que tenía Julio César Palma (quien llegó a vivir a San Antonio proveniente desde Rancagua a los 6 años) era el fútbol. Pese a que comenzó jugando a nivel amateur en el equipo de José Luis Norris, su mayor tiempo lo dedicó a defender los colores de Huracán de Llolleo.
"Jugaba de puntero izquierdo. Era muy rápido y habilidoso, se sacaba a los rivales muy fácil y sacaba el centro. Tengo los mejores recuerdos de Julio cuando con Huracán disputamos un torneo regional y teníamos que viajar a Los Andes, Quillota y varias otras comunas de la Quinta Región", hace memoria Manuel Pinto, quien compartió con Julio Palma el camarín huracanino durante la década de los setenta, agregando que "el puntero derecho era el hermano mayor de Julio, que se llamaba Jesús".
Fanático de Colo Colo, Julio Palma en más de una ocasión viajó desde su hogar en Llolleo hacia el estadio Monumental para ver a los albos en acción. "También veía todos los partidos que podía en la televisión, ya que era muy fanático del fútbol. Hasta yo mismo a veces era celosa de la pelota, pero igual cada vez que podía lo iba a ver jugar", dice entre risas su señora Gilda Garrido, agregando que "en ese tiempo existía una hermosa familia huracanina que hasta el día de hoy sigue contactándose y juntándose, ya que además muchos trabajan juntos".
Gilda y Julio tuvieron dos hijos: Julio César y Juan Ernesto, además de haber disfrutado de nietos y bisnietos.
Delicado de salud
Lamentablemente, hace tres años Julio Palma Monasterio fue diagnosticado con cáncer gástrico, por lo que tuvieron que extraerle el estómago.
"Estuvo afortunadamente bastante bien hasta que en la segunda semana de febrero comenzó a decaer su estado de salud, cayó a la cama y ya no podía salir de la pieza, estaba muy decaído", admite Gilda Garrido, aclarando que, eso sí, "como mi marido era bueno para moverse no dejó de trabajar nunca hasta que empezó a sentirse mal, ya que no era de quedarse quieto en la casa".
A las 19 horas del pasado lunes, Julio César Palma dejó de existir mientras descansaba en su hogar que se encuentra en calle Rafael de la Presa en Llolleo. "Se fue en una paz absoluta y muy tranquilo, lo que nos da una paz a la familia de saber que ya está descansando. Además que muchos amigos y gente que conocía a Julio nos ha entregado sus saludos, por lo que nos hemos sentido muy acompañados en este difícil momento", reconoce Gilda Garrido.
"La segunda semana de febrero comenzó a decaer de salud, cayó a la cama y ya no podía salir de la pieza",
Gilda Garrido.
