La lluvia y las pirañas son las mayores atracciones del Amazonas peruano
En el lugar existen lodges que incluyen en sus paquetes turísticos paseos nocturnos por la selva, navegación en embarcaciones pequeñas y una experiencia sin celular.
Qué ocurre si le digo que existe un lugar en donde la desconexión digital total es posible, y que ese espacio considera aventura, naturaleza, silencios, flora, fauna, experiencias únicas, y sin tener que cambiar el idioma en que nos comunicamos.
Hasta ese lugar llegamos y ahí vivimos el estar cuatro días sin conexión alguna de celular, todo esto en medio de la selva, con repelente de uso diario, y la total disposición a sorprendernos a cada instante.
Por cuatro días entramos en la amazonía peruana y desde Iquitos (una hora 45 minutos desde Lima en avión) viajamos por el río Amazonas hasta llegar al Heliconia Amazon River Lodge, uno de los tantos centros de entretenimiento que ofrecen conexión profunda con la naturaleza. Ahí estaban el oso perezoso, el delfín rosado, el pájaro carpintero, cientos de tipos de hormigas y tal vez muchos de los animales e insectos que alguna vez vimos en las series infantiles.
Giovanna Villacorta, gerente de ventas de lugar, resume el cambio de switch al que apuestan. "Buscamos que se conecten con la naturaleza, no hay internet para que no vivan con la cabeza hacia abajo, estén con la cabeza hacia arriba mirando todo lo que la naturaleza nos pueda entregar", dice. Y claro, por las noches, al caminar mirando el cielo, no solo encontrábamos monos en las copas de los árboles, también había arañas y hasta murciélagos.
Y esta alternativa no le es esquiva al chileno, el turista que más visita Perú. De hecho, según datos entregados por PromPerú, en 2018 ingresaron 1.159.188 turistas nacionales, cifra que ya en lo que va de 2019 se ha superado en un 4%. A esto, debemos sumarle que llegaron en 2018 unos 4.419.430 turistas internacionales, según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo de ese país. Poco más de un millón son chilenos, que en un 70% vuelven a visitar el país por segunda vez, buscando nuevos destinos. Iquitos es uno de ellos. Las preferidas en la primera vez: Lima y Machu Pichu.
A la selva
El camino a la selva parte en el puerto de Bellavista, en Iquitos, lugar donde un bote rápido nos lleva al lodge, ubicado a orillas del río Amazonas, en la reserva comunal de Yanamono. A un costado del terminal fluvial hay un mercado, en donde puede tener un acercamiento real no solo con los precios de frutas y verduras, sino que también a productos típicos de la zona, incluso insectos fritos que se comen recién preparados en parrillas.
En el camino por la ruta fluvial, podemos observar la convergencia de las turbias aguas color marrón del río Amazonas, con las oscuras aguas del río Nanay. Luego, las aldeas a los pies del Amazonas nos invitan a comprender que comenzamos a dejar la ciudad, y nos internamos en la selva. Ya a 30 minutos de viaje, nuestro celular pierde señal, y así permanecerá por toda nuestra experiencia.
Ya en el lodge, una habitación ribereña nos espera. "Lo que queremos es que se sientan como un habitante amazónico, por eso las habitaciones están sobre el pantano, en medio de árboles, con ventilador de techo, con restricciones, pero con todos los servicios básicos", agrega Villacorta. Una hamaca es señal de relajo, al igual que el corte de energía en algunas horas, también la obligación de cambiar -de una vez por todas- el ritmo de vida.
Por la noche, sin electricidad y con el silencio de la selva, es posible escuchar un sinfín de aves y animales que comienzan a practicar sus sonidos.
Bajo las estrellas, una de las opciones es una caminata nocturna por el perímetro del lodge (la reserva de Yanamono), y que nos lleva a apreciar cómo la naturaleza adopta un carácter diferente, modificando los diversos hábitos de los animales nocturnos de la selva. Si tiene suerte -nosotros no tuvimos mucha- podrá observar ranas, tímidas serpientes y otras criaturas que solo se trasladan durante la noche. Además, escuchar los sonidos de los insectos, aves, felinos y lechuzas.
En esta experiencia es muy importante la presencia de guías, los que no solo cumplen con la formalidad de un acompañante, sino que también previenen el peligro que algunos insectos o animales que hay en el lugar pueden significar.
Ejemplo sencillo, había hormigas cuyo contacto podría significar estar con fiebre 24 horas, como complicación mínima. Si uno no lo supiera, podría apoyarse en un tronco y ahí tener ese contacto. Gracias a Víctor López, quien nos acompañó en este recorrido, evitamos estos riesgos. Este camino también se hace de día, lo que permite identificar plantas medicinales y árboles gigantes con lujo de detalle. También es posible observar diversas especies de aves como el turkey vulture (cathartes aura), black fronted nunbird (monasa-atia), y con mucha suerte quizás pueda apreciar alguna familia de monos pequeños como los marmosets (saguinus fusicollis), el titi (callicebus mollock mollock) y el squirrel monkey (saimiri boliviense).
Vamos al río
Pero no solo la selva tiene atractivos. El río es un mundo totalmente distinto. En este viaje, lo recorrimos de noche y supimos cómo la fuerza de su afluente nos llevó de vuelta tras apagar el motor durante varios minutos. Relajo máximo, oscuridad total en medio del Amazonas y, además, esa posibilidad de escuchar todo lo que ocurre alrededor: experiencia recomendable.
Pero de día la visión cambia. Un recorrido ofrece acercarse a especies como el tuki (jacana jacana), ringed kingfisher (ceryle-torquata), y el black-collared hawk (busarellus nigricollis), entre otros.
Otro día volvimos a tomar el bote, y nos fuimos al encuentro del delfín rosado y las pirañas, esas que devoran hombres, sienten la sangre y atacan. Ese día, la lluvia se dejó caer con fuerza y mucho viento, y supimos lo que era estar navegando sobre aguas llenas de pirañas, pero lo sobrellevamos. Un dato, según López, las pirañas que habitan en este lugar están lejos de atacar humanos.
Y ahí, en medio de los árboles que se esconden bajo el agua y algunas copas en la parte superior, llegamos al lugar donde haríamos la pesca de las pirañas. Caña en mano, carne como engaño, esperamos pacientes que 'algo picara'. Algunos tuvieron suerte, otros no tanto. El autor de este artículo logró capturar una piraña: fotografía y de vuelta al Amazonas. La piraña, como todo pez, entra en desesperación cuando no está en el agua, y eso puede provocar que se suelte del anzuelo, y el bote puede ser lo más parecido a una jarra de vendimia cuando se pisan las uvas. Es que nadie quiere ser mordido por una piraña. Pasó, y debo confesar que el control del grupo hizo que no termináramos siendo comida para pirañas.
Pero no todo fue pirañas. También disfrutamos de los delfines rosados de río (inia geoffrensis), cuidados por las comunidades cercanas gracias a una serie de mitos en torno a ellos.
Pero el Amazonas nos regaló mucho más. En un lago en la Isla Yanamono, pudimos conocer la majestuosa Victoria Regia, la reina de los lirios acuáticos. Actualmente, conocida como Victoria Amazónica, esta flor nativa de aguas poco profundas de la cuenca del río Amazonas crece mayormente en lagos y pantanos.
En ella se pueden apreciar flores color blanco en su primer día de florecimiento, las que luego matizan a color rosado en su segundo día. En Iquitos hay hoteles que llevan su nombre y es profundamente respetada y venerada por los lugareños. Esta imponente planta de lagos y pantanos puede llegar a crecer hasta 40 centímetros de diámetro y es polinizada por los escarabajos. La Victoria Amazónica es bien conocida por su inmensa hoja circular, que generalmente es mostrada con un niño sentado en el centro de su hoja con el propósito de poder apreciar su magnitud y fortaleza.
"No hay internet, para que no vivan con la cabeza hacia abajo, estén con la cabeza hacia arriba mirando todo lo que la naturaleza nos pueda entregar".