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Cada 18 de junio se recuerda en el mundo entero el "Día del Orgullo Autista", como una instancia para celebrar y reflexionar la neurodiversidad, no catalogando a esta como una enfermedad si no como una condición diferente de procesar los estímulos que vienen del entorno.
El término "Trastornos del Espectro Autista (TEA)" comprende un conjunto heterogéneo de rasgos en el neurodesarrollo, caracterizados por la presencia de déficit en la comunicación e interacción social, patrones repetitivos o restringidos y por la hiper o hipo reactividad frente a estímulos sensoriales. Para constituirse como tal, estas características deben presentarse en el periodo de desarrollo temprano, causar alteraciones clínicamente significativas y no explicarse por un retraso global del desarrollo o discapacidad intelectual.
Desde hace algunos años se ha convertido en una condición bastante "connotada" en función al aumento significativo en su prevalencia, que hoy alcanza cifras de 1/68 niños. Lamentablemente en Chile no contamos con estudios epidemiológicos que nos permitan saber de manera exacta cual es el número de niños, jóvenes y adultos que poseen esta condición.
Detrás de esta condición encontramos adultos, adolescentes y niños que tienen el mismo objetivo que nosotros: ser felices. Muchas veces con competencias impresionantes, dignas de admirar, como memorizar elementos en un corto periodo, saber mucho sobre algún tema en particular, desenvolverse con facilidad en aparatos tecnológicos, etc. Todos tienen un talento, tan solo esperan el momento que se les dé la oportunidad de demostrarlo. Pero, ¿estamos dándoles esos espacios como sociedad?, ¿Somos respetuosos y tolerantes con la diversidad?, ¿estamos preparados para compartir nuestro puesto de trabajo con una persona con TEA?, ¿estamos dispuestos a que nuestros hijos compartan el aula con un niño con TEA?. Lamentablemente nos falta aún. A diario escuchamos noticias de padres que se quejan por el whatsaap del curso del compañero de su hija(a) que tiene TEA, o el profesor que ridiculiza frente a sus compañeros a un niño con esta condición o el colegio que cancela matrículas al enterarse del diagnóstico.
Renata Barrales Rodríguez
Fonoaudióloga
Académica, U. Andrés Bello