"La vida secreta de las mascotas" amplía su público con la secuela
Aunque su primera entrega apuntaba al público más pequeño, "La vida secreta de las mascotas 2" busca llegar a más personas, con una historia para toda la familia.
Tal como en la primera parte -que relataba la revolución que desataba la llegada de un segundo perro a la casa del Jack Russell Terrier, Max- la secuela presenta a un nuevo miembro de la familia. Esta vez es una guagua, a la que Max aprende a amar, pero que le produce ansiedad, algo que podría incomodar a cualquier padre primerizo.
Pero esa no es la única historia que plantea "La vida secreta de las mascotas 2", en la que el guionista Brian Lynch y el director Chris Renaud entretejen tres relatos. En una historia, Max se preocupa por el pequeño hijo de su dueña y se estresa como protector del niño. Incluso desarrolla un tic nervioso por el que se rasca y le ponen un mortificante cono para perro. Por eso planifica un viaje a una granja. Pero antes de irse le pide a su vecina, la perrita Gidget, que cuide de su juguete favorito, que ella pierde en el departamento de una señora con gatos locos.
Mientras tanto, a Snowball le pide una valiente Shih Tzu (la recién incorporada perrita Daisy) que rescate a un cachorro de tigre de un malvado jefe en circo. Su misión es encontrar a su superhéroe interior.
La segunda película de la franquicia de Universal Pictures, pasa de una trama a la otra incorporando a viejos personajes en un mosaico cada vez más complejo, alimentado por una banda sonora alegre que incluye a Stevie Wonder, Jefferson Airplane, Coolio y ZZ Top.
Todo esto lleva a un clímax en el que las tres historias convergen, aunque Max es el centro emocional de la película, que plantea un viaje en que Snowball muta en un verdadero superhéroe que se las arregla para demostrar que realmente sí lo es. O más o menos.