El veterinario que dedica su vida a proteger a las aves rapaces chilenas
Hace varios años Cristián Herrera cuida a este tipo de animales silvestres y hoy cuenta con el centro sin fines de lucro de Conservación y Rehabilitación para Fauna Silvestre Ñacurutú.
Ser veterinario no es tarea fácil. Menos cuando se está a cargo de un centro de rehabilitación de especies silvestres. Pero para Cristián Herrera, su amor por los animales hizo que uno de sus sueños se cumpliera, eso sí, a punta de muchísimo esfuerzo.
Hace varios años decidió trasladarse desde la ciudad de Concepción, hasta su actual hogar, en Coliumo. Es ahí en donde hace unos meses fundó oficialmente el Centro de Conservación y Rehabilitación para Fauna Silvestre "Ñacurutú", en el cual recibe a especies para su pronta recuperación y posterior regreso a los bosques.
"Muchas personas, ya sean colegas o gente común, cuando encuentran un ave u otro animal silvestre herido, lo traen aquí. Llevo varios años trabajando con aves y actualmente estoy con rapaces", comenta.
Sostiene que varias de estas especies, lamentablemente, son heridas por accidentes o maldad de las personas, y a pesar de ser un centro que empezó formalmente hace solo unos meses, este veterinario hace lo posible por recibir a todos los animales que pueda. "Mis instalaciones no dan abasto para acogerlos a todos, pero espero que en un futuro podamos contar con más apoyo", dice Herrera esperanzado.
Es por eso mismo que en su página de Facebook está en constante campaña para concientizar sobre los graves daños que el mismo hombre provoca a los animales. "Cada día son más los casos de fauna silvestre herida por armas de fuego, sobre todo de aire comprimido. Hagamos que este mensaje sea viral, etiquete a su parlamentario, entre todos logremos que se regule la venta de rifles y pistolas de aire comprimido. Es realmente triste tener que recibir a animales agonizantes o mutilados por ellas", sostiene el veterinario en su fanpage.
Una de las aves que está en recuperación, por ejemplo, es un aguilucho que sufrió una fractura en un ala, pero, tras un largo tratamiento, ahora se encuentra en rehabilitación de fisioterapia.
Otra de las aves es un tiuque, que fue rescatado tras la tromba marina que a fines de mayo azotó las costas del Biobío. Si bien ya fue operado, están esperando su recuperación total para liberarlo.
Amor a las aves
Actualmente, este profesional es apoyado por algunos colegas voluntarios que se ofrecieron para ayudarlo con los rescatados, pero el 99% del día, es él quien se hace cargo de todo el centro. "Soy desde médico hasta auxiliar de aseo", señala.
El objetivo principal de este recinto es recuperar a los animales, curarlos y luego liberarlos en su hábitat natural. "Muchas aves llegan con lesiones muy graves, daños neurológicos o incluso amputación de una extremidad, generalmente alas o patas. Ahora si el caso es demasiado severo, se examina para ver si le aplicamos eutanasia (inyección letal). Todo depende también del estado de conservación", asegura.
Otro punto importante es el desconocimiento de quienes rescatan a estas aves, las alimentan y curan ellos mismos. "Lo que más se pide es que si alguien encuentra un animal en mal estado, lo traiga inmediatamente aquí o llamen al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) con quienes trabajo en conjunto, pues el mal cuidado puede empeorar la situación del paciente".
Si bien este centro es nuevo, Cristián Herrera cuenta con el apoyo de la mencionada institución pública. Hace unas semanas tuvo la oportunidad de liberar a tres ejemplares que estaban de alta: un pequén, un peuco y un tucuquere en el Parque Jorge Alessandri (camino a Coronel). "Agradecemos a todos quienes hacen posible que podamos llegar a instancias como ésta. Con su apoyo y aporte podemos seguir ayudando a más animales cada día", asevera.
Además de los voluntarios, también hay algunos estudiantes que se han acercado al lugar. "Espero que en verano, cuando comiencen las prácticas universitarias, vengan más alumnos a conocer este centro".
Por otro lado, el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) le ofreció colaboración para construir instalaciones especiales para pingüinos.
Aun así, es él quien tiene casi toda la responsabilidad en el cuidado de estos animales. Es por eso que está constantemente pidiendo apoyo a través de sus redes sociales para quienes quieran hacer donaciones y así hacer crecer y mejorar la infraestructura. "Este es nuestro compromiso, trabajar para que ellos puedan volver a la naturaleza", anuncia.
Un duro camino
Desde pequeño supo que quería ser veterinario. Sus veranos los pasaba en el campo de sus abuelos, donde vivía rodeado de pollos, vacas y gallinas. "En esa época era muy difícil entrar a una carrera universitaria, sobre todo por la situación económica de ese entonces. Aun así, entré y opté por ese camino", cuenta.
Pero lamentablemente, su sueño fue desvaneciéndose cuando en su primer semestre de estudios le diagnosticaron una falla renal grave. "Lo asemejaba al estrés de los estudios, al vivir solo y al andar con la plata justa, pero tras varios exámenes se decidió realizar una diálisis de urgencia. Fue así como estuve seis años en tratamiento de una enfermedad silenciosa que, desgraciadamente, apareció cuando quería cumplir mi meta de ser médico veterinario", añade.
A pesar de las facilidades de horarios que le dieron, compatibilizar una enfermedad y los estudios suele ser una carga complicada para la mayoría de las familias. Cristián tuvo que dejar su formación profesional hasta que encontraran alguna solución.
Tiempo después, recibió una noticia que cambiaría su vida. "Me llamaron por teléfono y me dijeron que tenía la posibilidad de ser trasplantado de un riñón. Es una emoción inexplicable, porque significa que no está todo dicho y fue una luz de esperanza que me permitió salir adelante", sentencia.
Luego de su recuperación, se propuso cumplir sus metas. Tras largos años de lucha y junto al apoyo incondicional de su familia, hoy Cristián lleva casi 15 años con el riñón trasplantado, algo poco común en Chile. "A pesar de mi alegría, también estuve preocupado, ya que por mi delicada condición, los médicos me dijeron que no podía seguir trabajando con animales, porque podría ser perjudicial para mi salud".
Pese a la advertencia, este perseverante profesional tomó el riesgo y siguió por el camino que siempre anheló. "La verdad es que no me importaron mucho las consecuencias, porque decirme que no puedo trabajar en lo que amo, significa cortarme las alas. Es mi pasión y para lo que nací, sin mí, la mayoría de los pacientes que me traen estarían muertos, porque dudo que alguien más se quiera hacer cargo de ellos", declara.
Tener esta segunda oportunidad no es algo que se dé todos los días, y si Cristián la tuvo, sabe que es por una gran razón. "Es mi forma de agradecer a la vida y al Universo por seguir viviendo y trabajando en mi pasión, a pesar de lo peligroso que sea por mi condición. Mi vida es así y si hay un día me dijeran que no puedo seguir en esto, para mí ya nada tendría sentido".
"Lo mas preocupante y lo que más me duele, es saber que si no fuera por mí, estos animalitos no tendrían la atención que necesitan. La fauna silvestre en nuestro país está muy descuidada y faltan más profesionales que se interesen en esto. Trabajo con varios colegas que hacen voluntariado acá, pero aun así, estamos muy al debe".
Gracias al apoyo incondicional de su familia, este comprometido veterinario no piensa dejar de ayudar a cada paciente que llegue a su centro. "A veces es difícil en el sentido que estamos recién partiendo y no tenemos todo lo que se necesita, y muchas veces se deben tomar decisiones con la mente fría pues son desagradables, pero hago todo lo posible por mejorar, curar y liberar en las mejores condiciones a cada animal, sea la especie que sea. Para mí todos tienen el derecho de vivir y si puedo entregar eso, seguiré haciéndolo siempre".
"El objetivo principal es recuperarlas, rehabilitarlas y liberarlas a su hábitat natural".
Cristián Herrera,, veterinario
"Lamentablementecada día son más los casos de fauna silvestre herida por armas de fuego",
Cristián Herrera,, veterinario.
24 horas al día se mantiene abierto el centro de protección de animales silvestres Ñacurutú.
37 kilómetros separan el sector céntrico de Concepción y la localidad de Coliumo (Tomé).