Luchas con guión: soldados de la historia perdida...
Reviviendo la epopeya, se uniforman y arman con carabinas y fusiles de un tiro. Sables, botas de cuero de reno y medallas para completar su apariencia y lanzarse al campo de batalla. Algunos saben que van a volver a morir en los primeros cinco minutos y preparan la garganta para gritar de dolor ante el primer disparo.
La batalla tiene guión y público, pero eso no la hace menos intensa. La labor de los grupos de recreación histórica es precisamente trasladarnos a una batalla teatral.
La desconocida actividad goza de varios seguidores en la zona, con dos grupos dedicados a ello: el Grupo de Recreación Histórica Quinta Región y Aconcagua Recreación e Investigación Histórica, que son los grandes exponentes locales.
Agosto fue el mes donde tuvieron su agenda más acontecida, con la conmemoración de la Guerra Civil de 1891, específicamente las batallas de Concón y de Placilla.
Hace semanas se celebró el aniversario de la batalla de Colmo, con una recreación en la que participaron 80 personas integrando los bandos congresista y balmacedista.
Después se realizó la tercera versión de la caminata histórica "Alto del Puerto-Batalla de Placilla", a las 15.00 horas, en calle Central con Cardenal Samoré, a cargo del grupo Aconcagua, que es el exponente por excelencia de este conflicto. Uno de sus fundadores, Diego Zabala, cuenta la historia de la agrupación.
Aconcagua
"El grupo nace a fines de 2014, la verdad era un grupo de amigos apasionados por la historia, todo parte en el contexto de la Guerra del Pacífico, y vimos que había un episodio de la historia de Chile que estaba bien oculto y que prácticamente había pasado todo aquí en la zona central, o los hechos más profundos, que son las batallas de Concón y Placilla. Ahí empezamos a interiorizarnos en el tema", afirma el viñamarino. Agrega que "en agosto de 2015 hicimos nuestra primera intervención. Éramos cinco personas caracterizadas, pero el grupo contemplaba a siete personas".
Actualmente son alrededor de 15 apasionados por ese periodo de la historia y por la Guerra del Pacífico. Van desde los seis a los 64 años, hay estudiantes de Pedagogía en Historia, ejecutivos de banca y trabajadores de tiendas de retail.
Diego hace la aclaración: no se disfrazan, se caracterizan. El nivel de detalle para interpretar a los soldados debe ser excelso. Una tenida completa puede costar $400.000 y un arma réplica de la época parte en los $100.000, e incluso pueden ser más caras si se les quiere agregar fogueo.
En el grupo hay un sastre, un artesano, un talabartero y un par de maestros en metal, que ayudan a fabricar la utilería.
Los conocimientos se aprenden leyendo e investigando, pero el arte de la actuación deben encontrarlo dentro de sí mismos. Diego explica que hay que mentalizarse para interpretar el rol y no romper la metáfora que se proyecta.
"Uno parte tímido, empiezas a dudar, '¿qué estoy haciendo acá?, ¿qué pensará la gente?, pero llegas al personaje cuando adoptas la mentalidad que cuando te pones el uniforme eres una máquina del tiempo que traslada a la gente al periodo que queremos recrear", reflexiona.
A la hora de entrar en batalla, cada uno tiene un rol. Algunos mueren rápidamente, otros escapan de la batalla con cobardía y otros reflejan a personajes reales de la historia, con nombre y apellido.
Diego luce cabello recortado y barba espesa para asemejarse al sargento mayor Pedro Pablo Barraza, héroe que murió en Concón defendiendo el camino a Viña del Mar.
Las batallas recreadas se extienden por más de una hora y media, cuentan con un narrador que contextualiza al público, y luego viene la batalla, con disparos, heridos, muertos, enfrentamientos, cirujanos. También hay papeles para las mujeres y los niños, que hacen de cantineras y banda de guerra, respectivamente.
El "campo de batalla" debe ser preparado durante más de tres horas para utilizarlo como escenario. Diego acota que cuando reciben el terreno de Placilla "es un vertedero".
En el fragor de batalla deben recrear cada detalle que haya llegado a los libros. Sin quererlo ofrecen una didáctica clase de historia, de la que están muy conscientes, y que saca aplausos en cada ocasión. Es común que los niños se acerquen a pedir fotografías de los héroes que acaban de morir ante sus ojos.
Sobre el rol cultural de su actividad, Diego comenta que "Chile tiene una carencia de consciencia histórica, recela mucho de la historia de Chile, todo lo liga a lo negativo; nosotros nos vestimos de soldados, por ejemplo, y nos tratan de fachos, pinochetistas, y eso no tiene nada que ver. Al que entra a la agrupación se le prohibe que exprese su tendencia política, nosotros vamos por otra cosa. Yo me considero nacionalista, pero un nacionalismo de integridad, de unión. Me gusta mi país, su gente. No tiene nada que ver con eso de pedir que se vayan los inmigrantes, eso es una estupidez", aclara.
Los pioneros
El Grupo de Recreación Histórica Quinta Región fue pionero en la escena local. Nació indirectamente de un conjunto de compañeros del liceo A-32 de Recreo que tenía la afición de juntar elementos históricos de la Segunda Guerra Mundial. Partieron en los '80 y con el tiempo fueron acrecentando sus colecciones hasta que ya parecían de museo.
"A finales de los 90', supimos que había grupos de recreación en Europa y Norteamérica, así que decidimos juntar todo la indumentaria que teníamos, partimos a un bosque en el Camino La Pólvora y realizamos la que podría ser la primera recreación histórica de acá", recuerda Marcelo Sánchez, que fue uno de los cinco hombres que participó en esa actividad.
Ellos se especializan en la Segunda Guerra Mundial, con el acento en los ejércitos alemanes e ingleses, pero también han colaborado con otros grupos de Santiago que recrean otras etapas de la historia mundial y nacional.
Sobre su afición al combate global finalizado en 1945, el hombre de 50 años explica que durante su niñez fueron bombardeados con contenido relacionado.
"Era el tema del momento en ese tiempo. Llegaban las enciclopedias Salvat que hablaban sobre el tema y llegaron los armables, era lo que rondaba en el momento, también había series y películas que explotaban esa onda, y por eso nos empapamos del tema", relata.
En el caso de este grupo de recreación, sus representaciones son más conceptuales que específicas. No se centran en una batalla puntual y los personajes son más bien genéricos, hay más libertad narrativa. Han cambiado el modelo: el mismo Marcelo hizo de Mussolini alguna vez y en años anteriores han representado el Desembarco de Normandía en la playa Las Salinas, pero en general prefieren actuar sin las ataduras de un episodio particular.
Los aplausos después del último disparo son inevitables. Los niños quedan embobados viendo las armas y los más ancianos recuerdan el romanticismo de la epopeya bélica con la que se criaron.
Marcelo indica que, como cualquier actor, se deben a su público, y la buena respuesta que obtienen en cada número es la confirmación de su buen trabajo.
"La recepción es muy buena. Donde hemos estado hemos tenido buena respuesta, porque la gente solo ha visto esto en libros y películas, entonces cuando nos ve en forma presencial, los uniformes y el material del que están hechos, el peso de las armas y todo ese tipo de detalles, les da otra visión a un hecho que ya conocían. Siempre recibimos felicitaciones", asegura con orgullo.