Las últimas imágenes de un clásico fotógrafo
A punto de cumplir 84 años de edad, el pasado 18 de septiembre Jorge Escudero volvió a instalarse en el borde costero junto a sus caballitos de madera después de un año. "Los teléfonos celulares nos mataron el trabajo", reconoce.
Después de un año de ausencia, ayer el tradicional fotógrafo Jorge Escudero volvió a retratar a los visitantes que se encontraban recorriendo desde temprano el Paseo Bellamar en el marco de las celebraciones de Fiestas Patrias. Bajó a las ocho de la mañana desde su casa que se encuentra en el sector de Bellavista, desempolvó los tres caballitos de palo que acompañan sus fotografías y se instaló en el borde costero.
"No había venido porque el trabajo la verdad que está malo. Estaré hoy (ayer) y mañana (hoy) para ver qué pasa, pero tampoco me hago muchas expectativas", reconoce el trabajador.
Justamente las nuevas tecnologías han mermado la actividad de Jorge Escudero. El uso frecuente de los teléfonos celulares para tomar fotografías hicieron que su trabajo fuera bajando cada vez más.
"Los celulares reemplazaron a las cámaras y eso es indudable. Así que no había estado en el Bellamar, sino que me quedaba en la casa. Tengo la suerte también de contar con el apoyo de mis hijos, así que podía estar tranquilo", detalla este hombre que se mantiene vigente a la edad de 83 años.
"El próximo 10 de febrero cumpliré 84 años y me siento bastante bien, porque me mantengo activo dentro de todo. De hecho hasta hace poco en casa tengo un taller en el que estaba haciendo los caballitos de madera que tengo para las fotografías", cuenta.
Son esos mismos caballitos de madera los que más llaman la atención de los pequeños que les piden a sus padres sacarse una foto montados sobre ellos. "La foto tiene un precio de 3 mil pesos y se entrega cerca de 10 minutos después de sacarla. Las imprimimos en una camioneta en la que me trasladado y luego se la entregamos a los clientes. De lo que más me preocupo es que los colores salgan lo más nítido posible", afirma don Jorge.
Un patiperro
Jorge Escudero Montaner nació el 10 de febrero de 1936 en la comuna de Constitución, pero a los dos meses su familia se trasladó hacia Rengo, donde creció hasta los 14 años de edad. Su padre, Julio Escudero Tello, también era fotógrafo, por lo que tuvo contacto con las cámaras desde pequeño.
"Mi padre trabajaba como fotógrafo de cajón en las plazas y en las playas. En la casa donde vivíamos en Rengo murió un caballero que tenía una cámara y como quedó ahí, mi padre me enseñó a usarla. Cuando iba a cumplir 14 años me fui de aquella casa por algunos problemas familiares y me puse a trabajar en San Fernando con don Atilio Flores como cocinero en un restaurante", recuerda don Jorge, agregando que "en San Fernando también hice el servicio militar y después de eso me fui a vivir a Santiago".
Tras un par meses instalado en la capital, Jorge Escudero toma la decisión de dejar el país para ir a probar suerte hacia Argentina junto a su fiel compañera: la cámara fotográfica. "Tenía 21 años de edad. Primero estuve en Mendoza durante dos días, pero no me gustó. Así que ahí me fui hasta Buenos Aires, donde pude comprar otra máquina. Me instalé trabajando en los sectores de Quilmes, Punta Lara y Berazategui, que eran balnearios alrededor del río de la Plata. Me sacaba los zapatos, me arremangaba los pantalones y me ponía con el cajón a sacar fotos. Nadie hacía eso entre los argentinos, por lo que me fue bastante bien, incluso pude construirme una casa en el sector de Burzaco, donde me radiqué por 11 años", hace memoria.
En Buenos Aires pudo aprender a usar las cámaras de 35 milímetros en blanco y negro, además de comprar un flash. "Comencé a trabajar en eventos, matrimonios, fiestas y varios tipos de celebraciones. Sin embargo la nostalgia empezó a ganarme y me devolví a Santiago donde unos hermanos. Mi señora de aquella época, que era chilena, no quiso venirse por lo que allá se quedaron dos hijos y actualmente siete nietos y dos bisnietas", relata con emoción, agregando con nostalgia que "nunca más he vuelto a viajar a la localidad de Burzaco".
De vuelta en chile
En Santiago trabajó durante varios años con la 35 milímetros, instalándose en diferentes parques y plazas de la capital. "Estuve por ejemplo en plaza Egaña, en una plaza en Independencia. Yo mismo revelaba las fotos, porque aprendí a hacer esa función en el laboratorio", comenta.
La última parada previo a su estancia definitiva en San Antonio fue en el balneario de Pichilemu, donde Jorge Escudero vivió durante casi 30 años. "Formé una nueva familia y estuve viviendo con mi señora y mis tres hijos que se criaron ahí", acota.
-¿Cuánto tiempo lleva trabajando en el paseo Bellamar?
-Primero cuando joven venía a trabajar los fin de semana y me gustaba esta zona. Y me radiqué acá de forma definitiva hace cerca de 20 años. En estos momentos estoy viviendo solo en una casa en el sector de Bellavista.
-¿Cómo ha cambiado su oficio con el paso de los años?
-La situación de nosotros los fotógrafos que fuimos de cajones o que trabajamos en 35 milímetros está en decadencia, porque todas las personas ahora se sacan fotos con el celular y estamos cada vez con menos trabajo.
Por ejemplo, acá en el Bellamar ya no saco ni el diez por ciento de lo que era en un momento bueno.
-¿Qué épocas buenas recuerda dentro de sus años de trayectoria?
-Los mejores momentos fueron cuando trabajaba con la máquina de cajón y me tocaba ir a fiestas a diferentes partes como en Pelequén, en Malloa, en el norte la fiesta de La Tirana. Pude ir hasta Arica, luego incluso pasaba a Tacna. Y en el sur estuve viviendo por 4 meses en Coyhaique. Por eso que digo que gracias a la fotografía pude conocer mi país entero.
-¿Cómo se siente después de tantos años de trayectoria?
-Me siento contento a los 83 años de edad, porque además gracias a mi oficio el Gobierno me entregó la casa que tengo en Bellavista. Postulé y después de dos años la pude recibir. Además que como nací en Constitución y estuve 30 años viviendo en Pichilemu, me encanta la costa y poder estar cerca del mar.
-¿Algún agradecimiento que tenga que hacer de manera especial?
-Claro, a Jorge Puebla, una persona que me ha ayudado siempre en mi carrera. Y también agradecer a toda la gente de San Antonio que me ha tratado como un sanantonino más y que siempre me han entregado su respeto y aprecio.