Las inolvidables aventuras de una estudiante sanantonina en Canadá
Con solo 18 años, Macarena Villalobos Rodríguez tuvo la oportunidad de vivir una gran experiencia en la ciudad de Vancouver.
"Yo quería irme a otro país a estudiar inglés, ya que deseaba más que nada practicarlo. Obviamente, en San Antonio resultaba algo difícil hacer eso, puesto que todos hablamos español. Conversé con mis padres sobre el tema y estando en eso encontramos una agencia en Santiago que se llamaba Elementary Second Language Chile (ESL), que ofrecía viajes de intercambio. En un principio, pensé en irme a Estados Unidos, pero después vi que salía mucho mejor ir a Canadá por cuestiones de seguridad. Fue así que tomé la decisión de viajar a ese país, en donde estuve cerca de tres meses compartiendo y aprendiendo".
Con estas palabras comienza Macarena Victoria Villalobos Rodríguez (18) a narrar lo que fue su inolvidable aventura como estudiante de intercambio en la ciudad canadiense de Vancouver. Un acontecimiento que, en sus inicios, parecía algo imposible, pero que gracias a la perseverancia y a la voluntad de ella y su familia pudo llevar a cabo.
La joven actualmente cursa su último año de enseñanza media en el colegio Gabriela Mistral de Llolleo, sin embargo, sus ansias de aprender más y de adquirir mayores conocimientos, la motivaron a embarcarse a esta nueva experiencia, llevándola a traspasar las fronteras de su ciudad y país natal.
Fue el viernes 14 de junio cuando Macarena arribó a Vancouver para conocer a la que sería su nueva familia adoptiva: el matrimonio conformado por la ciudadana filipina Marietta Obar y el ciudadano indio Yogesh Obar, quienes inmediatamente le brindaron una cálida bienvenida y hospitalidad al momento de pisar suelo canadiense.
Según cuenta la estudiante, el inglés no fue un problema a la hora de comunicarse con sus nuevos "padres", puesto que ya antes había tomado un curso con el fin de poner en práctica este idioma.
"No me costó mucho adaptarme al lugar, puesto que ya sabía cómo comunicarme. Allá todo se habla en inglés, por lo que no fue problema. Además, Vancouver es una ciudad multicultural en donde hay muchas personas de diferentes nacionalidades. Eso me motivó mucho más, porque también compartí con gente de otras culturas.
-¿En serio no tuviste dificultades en un principio?
-Bueno, sí hubo cosas que me costaron, como por ejemplo acostumbrarme a las cuatro horas menos de diferencia en comparación al horario de aquí, pero no fue algo tan complicado.
ESTAdía en Canadá
Macarena continúa su historia relatando que al momento de ingresar al colegio de inglés "Ilac", inmediatamente comenzó a interactuar con quienes serían sus amigos durante su estadía en Canadá.
"Como en el curso había varios jóvenes de distintas nacionalidades, cada uno conversaba sobre su procedencia y familia. Recuerdo que interactuaba mucho con adolescentes que venían del continente asiático. Uno de mis mejores compañeros era Tai, que era vietnamita. Nos hicimos muy buenos amigos. También conocí a Manabu, que era de Japón. Claro, también había gente de Latinoamérica, como Caio, de Brasil, o Camila, de Colombia. Lo gracioso es que con estos últimos conversaba también todo en inglés, a pesar de que sabían español", cuenta.
-¿Y qué cosas les contabas sobre San Antonio?
-Algo divertido que me pasó es que cuando me vieron, todos pensaban que era de Alemania o de Rusia. Pero cuando les dije que venía de Chile, inmediatamente se sorprendieron. Entonces, comenzaron a preguntarme más sobre mi país y mi ciudad natal.
-Es que no eres la típica chilena...
-No. Mis amigos asiáticos querían, sobre todo, saber más, porque ellos no saben mucho donde queda Chile. Les contaba que era de San Antonio y cuando me decían que dónde quedaba esa ciudad, yo les decía que estaba cerca de la capital. Obviamente, me dijeron que querían venir a conocer personalmente mi ciudad.
Macarena relata que entre todas las cosas que vio durante su estadía en Vancouver, una de las situaciones que más le llamó la atención fue el haber entrado en un restorán atendido por personas ciegas.
"El restorán funcionaba de la siguiente manera: el menú estaba afuera del recinto y cuando lo escogías, tú entrabas al restorán. Como era oscuro, un mesero te guiaba, señalándote tu puesto y el sitio donde estaban los cubiertos. Cada uno se guiaba mutuamente, como para hacerte entender cómo era vivir en esa situación", comenta.
"A mí me sorprendió mucho eso, más porque aquí en Chile no hay algo así. Si hay algo que puedo decir de la sociedad en Canadá es que no hay un deseo de competir o de sentirse diferente. Allá todos se sienten iguales, son súper amables y le brindan a todos las mismas oportunidades", agrega la joven sanantonina.
-¿Qué otras experiencias viviste como alumna de intercambio?
-Otra cosa que amé de Vancouver fueron sus bosques y lo mucho que se preocupan por sus áreas verdes. Por ejemplo, allá el concepto de tirar basura no existe, puesto que cada casa tiene depósitos de reciclaje para cada material. Uno los va juntando en el hogar y después los segmenta a la hora de arrojarlos.
-¿Y qué enseñanzas te dejaron estos tres meses que estuviste allá en Canadá?
-Creo que aprendí a ser más independiente. Claro, muchos jóvenes se ponen nerviosos o tienen sus dudas cuando intentan aventurarse hacia otros países, pero siento que es vital hacer algo así cuando uno se propone algo en la vida. De hecho, cuando volví el 29 de septiembre a San Antonio, muchos me decían que me encontraban diferente. No entendí mucho al principio, pero creo que se referían a que adquirí una mayor independencia.
Macarena es enfática al señalar que tras esta inolvidable experiencia, una de sus metas es estudiar la carrera en Enfermería en el extranjero, algo que, según sus palabras, ya tiene decidido.
"En estos momentos estoy preparando mis exámenes para poder nuevamente irme a estudiar al extranjero", sentencia.