"Los jóvenes no le tienen miedo a los militares como antes"
En las filas de los supermercados, bencineras y farmacias, sanantoninos dan a conocer su opinión frente a estas protestas sociales.
Temprano en la mañana de ayer y luego de que concluyera el toque de queda, a las seis de la mañana, cientos de personas llegaron al centro de San Antonio y Llolleo para abastecerse de alimentos, remedios y combustible.
En calle Centenario, la fila para ingresar al supermercado Carrera se extendía hasta la Escuela Industrial (Eisa). Allí, decenas de consumidores se tapaban sus caras para evitar el tóxico gas lacrimógeno que, a las 10.30 de la mañana, se dejaba sentir en esta céntrica arteria.
"Mire cómo estamos. Aguantando este mal olor y haciendo fila para comprar. Todo porque los niños saquean y andan robando. A caso está bien que anden quemando y haciendo tira todo lo que hemos construido", se preguntó Heriberto Flores (66), quien trabaja en el paseo Bellamar.
Flores aseguró que entiende el motivo de las movilizaciones, pero critica que no se haga por la vía pacífica.
"Llevo casi una hora intentando ingresar a comprar comida. Acá los únicos que perdemos somos nosotros con estos saqueos y violencia. Todo destruido, tanto que nos cuesta para que esto termine así", comentó en calle Centenario.
Ayer la cadena de supermercados Carrera atendió a su público restringiendo el acceso para garantizar que las personas pudieran comprar de manera tranquila.
Por su parte, supermercado Lider abrió sus puertas a los usuarios, pero siendo custodiado por los militares.
"Hay mucha gente y ya casi no va quedando comida", comentó Carlos Maturana (45) tras cancelar sus productos.
"La verdad es que no tengo atado con esto de que haya que hacer fila o que cueste un poco más comprar. Hay cosas peores, mi mamá tiene que ir a Valparaíso a atenderse porque acá no hay especialista en temas de oftalmología. Ella es viejita y necesitamos buena salud y no hay", opinó este vecino de Barrancas.
Mónica Aguirre hacía fila en la farmacia Cruz Verde de Llolleo. Buscaba un inhalador para su hija que se encuentra con bronquitis.
"Es lamentable lo que pasa, pero la gente se aburrió de todo esto. Una cosa es el descontento social y otra los ladrones que se aprovechan. Ojalá que los políticos se den cuenta que las cosas no las están haciendo bien", expresó.
Francisco Espinoza, de la óptica Dolly, ubicada en Llolleo, manifestó que "hoy los jóvenes no le tienen miedo a los militares como antes. Eso cambió porque todos evolucionamos, tanto la ciudadanía como los militares"
"Gracias a Dios no le ha pasado nada al local. He visto que la gente más antigua está con más miedo y los jóvenes andan como si nada por la calle", observó.
Javier Henríquez (56), vecino de Santo Domingo, ayer esperaba cargar combustible en Llolleo. Afirmó que "estamos como en el 73, racionando los alimentos pero ahora hay más violencia porque la gente se aburrió y no hay las mismas restricciones de antes".
"Ojalá que la vida mejores, sobre todo para las personas de la tercera edad. Pero no estoy de acuerdo con los desmanes. Muchas veces los esforzados son los más perjudicados, por eso hay que tener mano dura con los vándalos", estimó.
"¿Acaso está bien que anden quemando y haciendo tira todo lo que hemos construido?",
Heriberto Flores, trabajador.