Madre sanantonina recuerda a su hijo a 11 años de su violenta partida
Margarita González cuenta cómo ha sido todo este tiempo sin Alejandro, asesinado el 9 de noviembre de 2008 en Llolleo.
"A veces pienso por qué he sobrevivido tanto. Si fuera por mí yo me habría ido hace rato con mi hijo". Con estas palabras Margarita González intenta graficar cómo ha sido su vida tras la repentina partida de su querido hijo Alejandro Martínez.
La noche del 9 de noviembre de 2008, el joven de 19 años regresaba a su casa ubicada en Llolleo cuando fue atacado por un grupo de muchachos que venía saliendo de una fiesta y que lo habría confundido con otro sujeto con quien mantenían rencillas.
El exalumno de la Eisa recibió 12 puñaladas en distintas partes de su cuerpo y, a raíz de la gravedad de sus lesiones, falleció horas más tarde en el hospital Carlos van Buren en Valparaíso, dejando a su familia sumergida en una tristeza interminable.
"Recuerdo ese día como si fuera ayer. Recuerdo la voz del doctor diciendo que mi hijo había muerto. Recuerdo todo, cada instante porque lo vivido sigue aquí en mi corazón y porque un amor de madre trasciende a la muerte", reflexiona Margarita.
Estos 11 años han sido una verdadera pesadilla para esta madre que no deja de pensar en su hijo ni por un instante, aunque asegura que para ella su "Janito", sigue más vivo que nunca.
"Él sigue vivo. Yo lo siento cerca de mí y en las cosas que hago a diario. Esta fecha es muy dolorosa, muy triste y muy recogedora porque cronológicamente han sido 11 años, pero para mí es como si su partida hubiera sido ayer", confiesa.
Para esta asistente de párvulos, el dolor que siente está directamente relacionado con la manera en que falleció su hijo. La brutalidad con la que fue asesinado es algo que a Margarita no la deja vivir en paz. "Jamás podré aceptar la forma en que él se fue porque a mi hijo le arrebataron la vida. Su muerte fue violenta y muy cruel... Cada vez que pienso en su dolor, su partida me duele el doble".
La familia de Margarita ha sido un pilar fundamental en la vida de esta llolleína, quien ha llevado a cabo una incansable lucha para que su hijo no sólo sea una estadística más.
"Es cierto que una parte de mí se fue con mi hijo, pero la otra mitad está acá, sobreviviendo con los pies bien puestos en la tierra, aunque a veces me sienta invisible", reconoce.
La falta de empatía también ha sido una barrera en la vida de esta madre, principalmente porque, según ella, "nadie es capaz de ponerse en el lugar del otro".
"Estamos todos tan preocupados de lo que nos pasa que nadie es capaz de empatizar con el dolor del otro. Muchas veces he sentido ese rechazo y esa falta de empatía por lo que uno ha sufrido", añade.
Recuerdo
Hoy se cumplen exactamente 11 años de la partida de Alejandro y para recordarlo se oficiará una misa en su memoria, a las 19.30 horas, en la parroquia Cristo Rey de Llolleo.
En medio de la crisis social que está enfrentando el país, Margarita hace hincapié en lo que están viviendo los jóvenes y en cómo, según ella, "podrían canalizar toda la energía y violencia que algunos tienen".
"Mi vida tuvo un antes y un después tras la muerte de mi hijo. Por eso he aprendido a darle valor a otras cosas. Me da mucha pena ver a estos jóvenes llenos de rabia y sin aprecio por la vida. A lo mejor si ellos canalizaran toda esa rabia el país sería distinto", reflexiona.
"Recuerdo ese día como si fuera ayer. Recuerdo la voz del doctor diciendo que mi hijo había muerto. Recuerdo todo, cada instante",
Margarita González.