Una tarde tratando de seguirle el paso a los Power Peralta
Los hermanos Raúl y Gabriel realizaron un workshop, del cual fuimos parte, en la academia. Los ritmos urbanos y el talentos se tomaron esa tarde dominical.
Hablar de Power Peralta es abarcar un montón de cosas. Para algunos, se trata de dos hermanos que se mueven bien, pero para otros, son un ejemplo de inspiración e historia.
Lo cierto es que Gabriel y Raúl -que conforman el dúo del baile- abrieron un espacio al ritmo diferente proveniente de la calle, de estilo urbano que parecía postergado en la sociedad, pero que ha encontrado su espacio y que hoy ya es excusa para abrir cuatro academias en el país, una de ellas en Viña del Mar. Pero toda esta introducción tiene que tener una historia que contarse en primera persona, y por ello, en las siguientes líneas relataré mi historia del día que traté de seguirle el ritmo de esta dupla.
En lo personal llevo seis meses tomando clases en el Dance Estudio Power Peralta a la que llegué luego de cuadros de estrés y tras una búsqueda para terminar con el ostracismo.
Ahí me encontré con profesores del mismo alto nivel que han compartido escenarios con figuras de ritmos urbanos en los escenarios más importantes del país. Casi caído del cielo llegó el llamado a participar a un workshop dictado por los jefes, la convocatoria era alta, tanto que en un principio quedé sin cupo, lo que aumentó mi ansiedad a tal nivel que miraba la aplicación de las clases a cada rato. La perseverancia me premió e inscribí la clase del domingo a las 15.00 horas.
Esa tarde la academia era diferente, decidí llegar media hora antes de la convocatoria, y había gente.
Algunos sacaron sus mejores looks inspirados en una especie de estilo Paloma Mami, se notaba la inversión, otros mostraron su fidelidad con la polera de la academia.
Mención aparte a las madres que no quisieron perderse algún detalle y se juntaron con sus celulares en la ventana. Se acercaba la hora y digno de un concierto, comenzaron a sonar las canciones interpretadas por los hermanos Peralta. La playlist comenzó con "Paia" mientras entramos de a uno, la sala se llenó, nunca supe cuantos éramos, pero al ojo se veía más de cien personas.
Llegaba la hora, nos hicieron sentar en medialuna, de espalda al espejo y a la puerta. Los gritos no se hicieron esperar y comenzó a sonar "Pégate" -aquel tema que mostró la faceta de cantante de los hermanos- y con ello fue la entrada triunfal de Gabriel y Raúl, puesta en escena que en lo personal, vi varias veces antes de inscribirme en el estudio. Cada paso era aplaudido, otros admiraban, algunos se emocionaban, pero más allá de cualquier reacción, la admiración y concentración se sentían en el aire.
Con esa introducción vino la clase, la canción de la coreografía a aprender era "Champion" -que fue el tema con el que participaron junto a profesores de la academia en el cierre de los Juegos Panamericanos- era compleja, no tanto por la técnica, sino por la cantidad de gente.
La coreografía partía con un salto que en el caso de Gabriel Peralta las rodillas tocaban el pecho. Con mi metro y cincuenta de altura no me quedé atrás, pero fue un buen esfuerzo.
La rutina era enseñar pasos, técnica y música para repasar lo aprendido, así fue avanzando como todas las clases dictadas. No todo fue técnica, ensayo y error, también hubo muchos mensajes. De lo más importantes, los hermanos destacaban la importancia del baile como una manera de expresar un mensaje, haciendo guiños a la contingencia. El llamado era moverse por amor, que el arte comunica. Luego de ello, la rutina siguió.
Minutos más tarde y con la coreografía más avanzada, el "técnica, ensayo, repaso" limpiaba la rutina. Todas las coreografías de los PP son de mucha expresión, según lo que ellos mismos comentaron, se da por un tema de ser un dúo "a veces veníamos después de un grupo de 30 personas y teníamos que lucirnos igual", dijo Raúl.
El paso por EE.UU.
Así como insistían en amar cada cosa que hiciéramos, Gabriel y Raúl llamaron a la perseverancia, dando de ejemplo su paso por Estados Unidos, país que los recibió para perfeccionarse en una academia dedicada a los ritmos urbanos, espacio que una década atrás no existía en Chile. Fue Raúl quien comentó que él era de los que se paraba atrás, a veces se frustraba pero le ponía corazón a lo que mostraba porque amaba el baile.
Los incomprendidos
Estar en Power Peralta no es solo baile, es diversidad. Siempre he pensado que llegar a ese espacio es un mundo paralelo, un universo en que las personas llegan por distintas razones, algunos sueñan con estar en un escenario, otros sacar sus mejores pasos para lucirlos en redes, pero también hay quienes lo hacen para buscar pares, en mi caso, la academia es una vía de escape.
Hablo de incomprendido porque cuando uno comenta que asiste a clases, las reacciones son infinitas, algunos ríen, otros preguntan qué tan caro es, pero nadie basa sus preguntas en como uno se siente al soñar por un ratito en bailar como Gabriel y Raúl.
Es un espacio de incomprensión porque el reggaeton, ese ritmo cuestionado y muchas veces rechazado por la sociedad, se vuelve una terapia en que el cuerpo pasa a conectar con tus emociones.
Es un rincón en Viña del Mar donde la mujer a través del "Girly Style" potencia su feminidad, se tira al suelo y el pelo es una arma de seducción al estilo Beyoncé en un mundo machista donde eso, en otro contexto, puede parecer vulgar. Mención aparte al Twerk, donde el movimiento de glúteos y piernas se convierte en un desafío de aguante pero que para otros puede ser ordinario. Es un llamado de atención a mirar más allá y salir de la rutina. Como dicen moverse con amor y baile para la familia.