El fanático que tiene una de las mejores colecciones de videojuegos
El sanantonino César Hinojosa posee un asombroso "tesoro" compuesto por consolas y una gran cantidad de juegos.
César Hinojosa Pailamilla (34) afirma que desde muy pequeño sintió una gran atracción por dos cosas: el fútbol y los videojuegos. Sin embargo, esta última fue la que terminó convirtiéndose en su mayor pasión a medida que iba quemando etapas en su crecimiento.
Según cuenta este sanantonino, fue exactamente a los cuatro años cuando tuvo su primer encuentro con el entretenimiento electrónico, en un local de videojuegos que había en Barrancas.
"Por esos años, esos negocios eran muy populares. Muchos jóvenes iban a pasarlo bien. En San Antonio había hartos. El más conocido era el local "El rancho de los copihues", en calle Gregorio Mira, en el centro de la ciudad. Yo iba a uno que se estaba en la calle Patria, en Barrancas. Ahí había un juego llamado 'Pole Position', que era un simulador de carreras. Tenía un volante parecido al de los autos y debías moverlo para girar en las curvas. Quedé fascinado cuando lo vi por primera vez", confiesa al momento de rememorar dicho episodio.
Su gusto por los videojuegos fue creciendo cada vez más gracias a sus propios amigos del barrio y compañeros de colegio, con quienes se juntaba periódicamente para pasarlo bien y disfrutar a concho de este apasionante mundo.
"Algunos de mis amigos tenían varias consolas, por lo que nos reuníamos para jugar y ver los últimos juegos que la llevaban. Recuerdo que uno tenía un Atari y siempre que podíamos, nos juntábamos para pasar varias horas jugando. Eran muchos los que compartían este gusto por las videoconsolas", sostiene.
Aunque los videojuegos fueron una pasión que desde muy temprana edad lo cautivó, el gusto por el balompié también fue otro de sus amores que practicó desde muy niño, sobre todo en su etapa como estudiante en el colegio San José de Calasanz. Sin embargo, el a veces ingrato destino le impidió desarrollarse por completo en esta disciplina.
"El fútbol era otra de las cosas que me fascinaban, aparte de los juegos electrónicos. No obstante, a los ocho años me diagnosticaron una enfermedad respiratoria. Un asma bronquial para ser exactos, por lo que no pude realizar actividad física por mucho tiempo. Eso sí, logré recuperarme debido a un tratamiento que seguí", relata.
Luego de esa compleja situación, su vida estudiantil transcurrió de manera normal, ya que "mantuve un cierto equilibrio entre mis labores académicas y mis gustos personales".
"La enseñanza básica la realicé en el San José de Calasanz, mientras que la media la hice en la Escuela Industrial de San Antonio (Eisa). Por esos años el gusto por los videojuegos estaba más que consolidado, pero nunca abandoné mis estudios", confiesa.
"Yo fui siempre responsable con mis labores, de hijo y de estudiante. Nunca tuve problemas con mis padres. De hecho, la primera consola casera que tuve fue la primera Nintendo (NES) que venía con los juegos Mario Bros y Duck Hunt. Fue un regalo que nos hizo mi mamá a mí y a mi hermano menor, José.
-¿Tu hermano también es fanático de los videojuegos?
-Le gustan, pero es más apasionado por los juegos de computador ahora. Eso sí, conversamos mucho sobre el tema cuando tenemos la oportunidad.
-¿Y cuáles eran tus juegos favoritos de niño?
-Tenía varios. Pero creo que los que más me gustaban eran los del género de pelea. Por ejemplo, el Mortal Kombat 2, también el Street Fighter 2 y el King of Fighters. A todos los niños de esa época les gustaban esos juegos. Los locales con máquinas Arcade (con fichas) se llenaban de niños y jóvenes.
-¿Pero tienes algún juego en especial?
-Mis favoritos son el Super Mario Bros 3 y Donkey Kong Country. La primera vez que jugué al Mario fue en el GameBoy que me prestó un amigo del barrio y de ahí quedé fascinado con el juego.
-Me imagino que tenías tus arrancadas para ir a jugar a las maquinitas…
-Claro. Como estábamos cerca de "Los copihues", después de clases salía con mis compañeros a jugar a las maquinitas. Pero eso sí, nunca tuve problemas con mi familia. Mi mamá era estricta, pero nunca me privó de esta pasión. Fue comprensible en ese aspecto.
Una colección
Durante su adolescencia, César trabajó en distintas cosas con el fin de cubrir sus propios gastos y también para concretar uno de sus sueño: comprar aquellas consolas que no pudo tener de niño.
"Me acuerdo que trabajaba como ayudante en las ferias libres. Fui caddie en el Club de Golf de Santo Domingo. Cuando egresé de mecánico industrial en el Eisa en el año 2002, comencé a trabajar en un astillero ubicado en avenida La Playa. Fueron varios los empleos que tuve. Con el dinero que obtenía, aparte de solventar algunas cuentas, también compraba juegos y consolas. Así fue como comencé a crearme una colección".
Su actual departamento, ubicado en la calle Salvador Allende, en la parte alta de Barrancas, se ha convertido en una gran biblioteca videojugabilística.
Ahí luce algunas maravillas de este mundo, como consolas que jamás vieron la luz en el territorio nacional, videojuegos que solo fueron lanzados en Japón y una serie de antiguos juegos en formato cartucho.
Otro sueño
"Todo esto lo he conseguido a través de los años. Algunos juegos los obtuve en varias ferias libres, mientras que otros los compré a través de internet. Mi gran sueño es poder tener un gran salón de juegos clásicos para disfrutarlos junto a mis amigos", expresa César al momento de mostrar una consola Dreamcast, la última creada por la compañía Sega.
"A mí esto siempre me ha apasionado. Tal como a otras personas les gusta el fútbol u otros pasatiempos, aquí en San Antonio hay gente que también siente amor por los videojuegos, y yo soy una de esas personas. La gran mayoría funciona en perfectas condiciones", agrega.
-Y de tu colección, ¿cuáles son los juegos más raros que tienes?
-Uno raro que tengo es un juego de Los Picapiedra llamado "The Surprise at Dinosaur Peak". Este juego salió para la consola Nintendo en 1994 y es difícil de conseguir. Me acuerdo que lo encontré en una feria y lo compré en $5.000, pero en internet su precio está en $200 mil.
-Lo obtuviste súper barato…
-La verdad que fue suerte (risas), pero sí me salió barato. Lo que pasa es que no muchos saben que algunos juegos son muy cotizados por los coleccionistas, ya sea porque se distribuyeron muy pocos o fueron exclusivos para un país en específico.
-¿Qué otras cosas especiales tienes en tu colección?
-Tengo, por ejemplo, la consola Neo Geo de la empresa japonesa SNK. Yo no conocía mucho de esta consola en mi infancia. Me enteré de su existencia de adulto, ya que no se vio mucho en el país. Lo curioso de esta consola es que sus cartuchos eran grandes y caros, por sobre los 100 mil pesos, pero te ofrecían unos gráficos 2D, y una calidad de sonido muy superior a la de otros sistemas caseros de su época.
-¿Y cómo obtuviste esa consola?
-La compre online junto con varios juegos. Todas las consolas que tengo funcionan perfectamente.
Más que un gusto
César comenta que aparte de su colección de videojuegos, otros de sus hobbies es elaborar "Arcade stick" o mandos para las máquinas recreativas.
"Yo recién me estoy desempeñando en esto, sin embargo, me gustaría también realizar cosas como reparación de consolas y creación de PC. Si bien he revisado guías por las redes sociales, todavía estoy lejos de llevar a cabo algo así. Me encantaría poder hacerlo", asevera.
-¿No has pensado en desarrollar algún emprendimiento relacionado a los videojuegos?
-Por el momento no, pero sí lo he pensado. Lo que sí puedo asegurar es que esto es más que un gusto. Es toda una pasión de la cual no me arrepiento. Mi intención es poder crearme toda una colección de juegos clásicos y raros. Espero en un futuro próximo dar a conocer mis tesoros como coleccionista.
"No sé lo que me deparará el futuro, pero lo que si puedo decir es que soy un videojugador de corazón y lo seguiré siendo hasta la muerte", concluye.