La cartagenina que protesta afuera de su casa para tener una "vida digna"
Hace 10 años Jocelyn Hidalgo (38) padece una dolorosa enfermedad que afecta su musculatura de forma progresiva. Ya no aguanta más, por eso decidió dar a conocer su impactante caso.
Cuando Jocelyn Hidalgo Retamal se encontraba en la plenitud de su vida, un lapidario diagnóstico echó por tierra todos sus sueños y anhelos.
Con apenas 28 años, esta joven madre tuvo que dejar de lado sus estudios de Turismo y abandonar la práctica deportiva y su trabajo de cajera en un supermercado, pero claramente lo que más le dolió fue no poder cumplir con su "rol" de madre y esposa producto de la distrofia de cadera que de a poco le quitó la movilidad a su cuerpo.
La enfermedad avanzó rápidamente y en un par de años esta cartagenina tenía casi el 70 por ciento de su cuerpo paralizado y, si no fuera por la silla eléctrica que utiliza para desplazarse, tendría que estar en su cama postrada.
"Tengo distrofia muscular de cadera y eso va afectando mi musculatura de forma progresiva. Acá en Chile son muy pocos los casos. Actualmente solo puedo mover mis manos y, si no fuera por mi marido, no sé qué sería de mí", confiesa tristemente esta mujer de 38 años.
Jocelyn vive en San Sebastián, en la calle Fernando Calvo, con sus dos hijos y su marido Julio Beltramin, quien se ha convertido en un pilar fundamental para esta cartagenina ya que depende ciento ciento de los cuidados de su cónyuge. "Julio ha empezado a darme de comer porque ya no puedo sola", dice ella entre lágrimas.
Debido al delicado estado de salud de su mujer, Julio solo puede trabajar de forma esporádica y los 110 mil pesos que recibe Jocelyn de su pensión de invalidez ha llevado a este matrimonio a vivir de la caridad del municipio cartagenino.
"Julio vende pan y tortillas y yo vendo artesanía en la playa. Este verano me fue súper bien y, además, me sirvió para subir mi autoestima. Con lo que ganamos tenemos para hacer almuerzo, pero no nos alcanza para nada más", confiesa Jocelyn.
A la precaria condición económica que vive esta familia, se suma la lamentable noticia que recibieron hace unas semanas. "Nos pidieron la casa. No debemos nada, pero el dueño nos dijo que la iba a usar por lo que debemos dejarla. Tenemos hasta el 15 de diciembre para estar acá", cuenta.
Según lo explicado por la mujer, esta casa le acomoda debido a su condición de discapacidad. Es de un piso y queda a solo pasos de la escuela de sus hijos. "Una de las razones por la que dejamos Santiago era porque yo vivía en un departamento en el cuarto piso y mi marido tenía que cargarme para poder salir. Era muy difícil estar así, por lo que vivir en Cartagena era lo mejor".
Dicen que las malas noticias nunca llegan solas y esto lo sabe muy bien Jocelyn. A la petición de entrega de la casa que arrienda se añade una deuda que mantiene con la dueña de la silla eléctrica que utiliza y que le permite desplazarse.
"Yo compré esta silla en 500 mil pesos, pero no he podido pagarla por lo que tendré que devolverla. Estoy haciendo una rifa para poder juntar dinero porque necesito esta silla, pero con suerte llevo 30 mil pesos. La señora que me la pasó necesita la plata, por eso no puedo dejarla esperando", asegura.
"Estoy desesperada porque si yo estuviera sana no tendría por qué estar molestando a nadie, pero no lo estoy. A veces he tenido que ir en la silla hasta el municipio para que me ayuden y eso igual es triste. El otro día un vehículo me pasó a llevar", relata.
Protesta
Como una forma de llamar la atención de las autoridades, desde hace unos días Jocelyn está realizando una singular manifestación afuera de su casa.
Desde muy temprano se ubica en su silla y a través de unos carteles da a conocer su molestia y sus necesidades más urgentes.
"Decidí hacer esta protesta para que alguien me ayude y para dar a conocer mi caso. Esto me tiene muy mal porque yo no puedo trabajar y en Cartagena se me han cerrado las puertas. Mi marido tampoco tiene trabajo. Jamás ha tenido imposiciones por cuidarme a mí y eso también me da pena porque al final soy una carga. Desde que empezó esta enfermedad mi marido se ha postergado por mí. Uso pañales, estoy postrada y si no fuera por la silla yo no serviría para nada", se lamenta.
Jocelyn también alega por "la falta de atención", ya que a pesar de su delicado estado de salud, esta comerciante no recibe ningún tipo de tratamiento médico.
"Tampoco estoy recibiendo tratamiento y por eso reclamo contra la casa de la discapacidad del municipio porque ellos me han excluido. Ahí se puede postular a un subsidio de vivienda para discapacitados o participar en taller o fiestas patrias, pero a mí no me pescan", asegura.
Mientras realizábamos la entrevista, llegó hasta la casa de Jocelyn personal de la empresa eléctrica Chilquinta debido al no pago de la cuenta de la luz.
Los trabajadores le explicaron a la mujer por qué estaban allí y ella sin mayor problema, los dejó pasar al inmueble. "Ahora sí que no sé qué voy a hacer. Hace tres meses que no pago la luz, por eso era obvio que me la iban a cortar. El problema es que ahora me quedo de brazos cruzados porque la silla que uso se carga como un celular y sin luz no podré cargarla".
Hace un tiempo esta cartagenina postuló a un proyecto, a través del cual pudo comprar una impresora.
Gracias a esto Jocelyn saca fotocopias e imprime las tareas de los escolares que viven cerca de su hogar. El dinero que ha logrado reunir le ha servido para ir "dándose vueltas", pero hace unos 15 días se le acabó la tinta, y eso la tiene nuevamente de brazos cruzados.
"Siempre que algo empieza a funcionar bien pasa algo. Ahora me quedé sin tinta y no tengo para comprarla, por ende, ya no puedo contar con esa plata, que no era mucha, pero me servía para darle de comer a mis hijos", recalca.
Oportunidades
A pesar de lo mal que lo está pasando , afirma que no quiere que le regalen las cosas. "Yo solo pido oportunidades".
"Para mí es urgente tener una casa, un lugar digno donde poder vivir con mi familia. Mis hijos tienen súper buenas notas, ellos son maravillosos, por eso me duele estar así y no poder ser una "mamá normal" para ellos", reflexiona.
Jocelyn insiste. Ella no quiere caridad, sólo dignidad.
"A mí no me gusta humillarme pero no tengo otra salida. Esta enfermedad se irá agravando y yo quedaré paralítica. Si en 10 años quedé así imagínate como estaré en 10 años más. Necesito ayuda porque esto está muy complicado y todo por culpa de mi enfermedad", concluye.