Puerto Octay: el oasis que desafía a la crisis social
Esta idílica villa de la provincia de Osorno ofrece un atractivo panorama para relajarse en medio de la convulsión del país. Volcanes, bosques nativos, el imponente Llanquihue y una rica gastronomía influenciada por colonos alemanes.
Caminar por el centro de Puerto Octay es un viaje al pasado que evidencia la influencia de los colonos alemanes que se asentaron a mediados del siglo XIX.
Basta recorrer el museo local en calle Independencia, donde se relata la historia de lo que antes se llamaba puerto Muñoz Garnero, en homenaje al primer navegante del lago. La villa está declarada zona típica por sus construcciones neoclásica europeas, en que destacan el colegio San Vicente de Paul y la parroquia San Agustín, refundada hace mas de 100 años tras un incendio, la que desde su campanario ofrece una panorámica imperdible. Impresiona una pequeña pero atractiva Plaza de Armas, dominada por bandurrias que anidan en árboles y construcciones, las que emiten particulares sonidos pero que pueden manchar la ropa de desprevenidos peatones. Son casi tres mil habitantes de la comuna ubicada en la ribera norte del lago Llanquihue, a 50 kilómetros de Osorno y 78 de Puerto Montt, rodeada de volcanes, verdes prados, bosques nativos y playas del imponente Llanquihue.
Los octayinos no están acostumbrados a la violencia y hay preocupación porque la crisis social afecte el turismo, ya mermado en septiembre pasado por un corte de agua potable, problema que ya no existe pues ahora el elemento f luye prístino en todos lados. "Tenemos una actitud admirable ante las emergencias. Estamos doblemente preparados para recibir al turista que llega a un lugar paradisíaco, tranquilo, con buena gastronomía y calidad humana", señala la alcaldesa María Elena Ojeda Betancourt.
Uno de los inmuebles iconos es el hotel Haase, con 125 años de historia. De madera y bellas líneas arquitectónicas, destaca su completa gastronomía diaria, en especial onces alemanas, donde por $13.000 se puede disfrutar de torta, kuchen, huevos, pepinillos y otras exquisiteces caseras. Alojar es económico en temporada alta: $15 mil con baño compartido y $18 mil con baño privado, ambas con desayuno. "Acá es pacífico, un museo al aire libre en que conservamos nuestra historia y tradiciones", señala la encargada Katia Vásquez, que en paralelo lidera el proyecto turístico Octay Aventura, con city tours en bicicleta por la villa y los alrededores, en que una parada obligada es la hermosa península de Centinela. Allí hay un hotel en que se hospedaron los príncipes de Inglaterra Eduardo VIII y Jorge VI en 1931, y que hoy es parte de un proyecto municipal de recuperación.
Si quiere alojar en el centro, otra alternativa en la calle Pedro Montt es el hostal Triwe, que ofrece un cálido ambiente y comida que mezcla lo local y tradiciones germanas. También puede descansar en zonas periféricas rodeadas de paisajes de ensueño. Una opción es el lodge Los Lingues en la ruta que lleva a Osorno. Son 27,5 hectáreas de arbolado nativo en que se practican canopy, kayak, pesca y trekking. Hay cabañas familiares y tinajas de agua caliente. Las tarifas parten en $80.000 por noche. "La contingencia nos ha afectado con anulaciones de reservas y eventos importantes. Acá hay mucha naturaleza, cordialidad y los esperamos con los brazos abiertos", comentó Carlos Riquelme, uno de los dueños. Otro lugar imperdible es el sector Las Cascadas, con un hermoso salto de agua y cercano al lago Rupanco. El pueblito posee amplia oferta de cabañas y casas a orillas del Llanquihue con playa de suave arena volcánica. Un proyecto atractivo es el lodge Las Cascadas, rodeado de bosque nativo, con 20 habitaciones, spa y acceso directo a la playa. Destaca su cocina con raíces indígenas como pastelera con mechada y otros platos en base al salmón. Los valores van desde los $35.000 p/p en habitación doble con desayuno incluido. Si quiere turismo rural y con sello sustentable, ideal es La Posada del Colono, en kilómetro 69,5 de la ruta U55V, Las Cascadas, con vista privilegiada al volcán Osorno. Casa patrimonial de colonos alemanes atendido por Emma Baeza y su esposo, donde hay tranquilidad y gastronomía que fusiona lo germano con lo sureño. Imperdibles son los waffles al desayuno y el chucrut casero que se almacena en el subterráneo donde hay un interesante museo con el pasado de la zona.
En el camino a Las Cascadas está el restaurante Nuevo Cimarrón, un gran apuesta culinaria de la joven pareja Carlos y Luis, con sandwiches caseros que mezclan ingredientes como salmón ahumado, queso y cebolla caramelizada, y platos como ceviche, carne, salmones y truchas de la zona. Allí mismo para amantes de la adrenalina está el llamado mejor canopy de Chile, con 14 plataformas y 11 cables con 2 kilómetros a casi 100 metros de altura.
Una gran alternativas para comer es el Fogón de Anita, atendido hace 30 años por Carlos Balic y su familia en la salida norte de Puerto Octay, a un kilómetro de la plaza. Se especializa en carnes a las brasas ($30.000 la parrillada completa para dos). Muy recomendable, en especial por los postres caseros, como su torta Cielo, y sus hermosos jardines de himalayas y otras especies. Hay cabañas para alojar. El local de moda y uno de los mejores buffet tenedores libres del país es el famoso Espantapájaros, orgánico y con certificación B, que está en el sector de Quilanto, a 6 kilómetros de Puerto Octay, que fusiona la comida chilota y alemana. Por $20.000 puede degustar asado al palo de cordero y otras carnes, además de ensaladas de huertos orgánicos y amplia variedad de postres alemanes y criollos, así como cervezas artesanales y vino de la casa y de otras etiquetas. En sus jardines hay animales de granja y juegos infantiles. Recomendable reservar porque la afluencia es importante en todo horario. "Apostamos a un turismo tranquilo, de mucha contemplación y conexión con las personas. Queremos mostrar a los clientes como se vive en el sur, más cercanos al campo y recetas locales... hacerlos vivir una experiencia", comentó la dueña Cornelia Prenzlau, dirigente de la Corporación de Desarrollo Turístico de Puerto Octay, comuna que no resulta complicado de visitar. Desde Santiago el vuelo dura menos de dos horas con aviones comerciales a través de los aeropuertos de Osorno y Puerto Montt. Puede arrendar un vehículo o tomar locomoción colectiva. Las carreteras están en muy buen estado. Si quiere economizar aún más, por tierra la empresa Beta Bus realiza un viaje directo de la capital a Puerto Octay. Toma casi 15 horas -pasa a Osorno, La Unión y Purranque e- y el servicio es bueno. Aconsejable pagar por asiento salón cama con comida. Ya de regreso, debe comprar quesos artesanales frente a la plaza, y si es más dulce kuchen, helados y otros postres alemanes. "Sitio escondido" significa Llanquihue en mapudungún, y sin duda este hermoso paraje nacional merece ser descubierto. Vaya. No se arrepentirá. Sus habitantes solo piden que sea cortés y se preocupe de no ensuciar su paraíso. En una de esas se queda por allá para siempre.