Acusan "falta de atención y malos tratos" en el Van Buren por muerte de trabajador
Rosendo Soto tuvo un accidente en Navidad, donde cayó desde una viga, a cuatro metros de altura. Tras varios días y sin la operación necesaria, según la familia, falleció mientras estaba hospitalizado en Valparaíso.
Rosendo Soto y Rossana Palomino cumplieron 12 años de matrimonio el 27 de octubre. Ambos eran padres de tres hijas de 11, 6 y 5 años. Él, trabajador independiente dedicado a obras de construcción, estaba en medio de una faena en una vivienda de la comuna de Navidad cuando cayó desde una viga, a cuatro metros de altura.
Una ambulancia lo trasladó de urgencia hasta el hospital Claudio Vicuña de San Antonio, donde fue estabilizado y le hicieron un primer escáner. Ingresó el viernes 22 de noviembre, minutos después del accidente.
Según cuenta Roxana, "gritaba de dolor, pero nunca perdió la conciencia, nunca. Estuvo despierto todo el rato".
En el centro asistencial local le anticiparon que quedaría inválido, que las lesiones en la columna hacían prácticamente imposible que volviera a ponerse de pie. Sin embargo, para tener mayor seguridad y practicar una cirugía en la zona dañada debía ser trasladado de urgencia al hospital Carlos van Buren de Valparaíso.
De acuerdo a la mujer, el diagnóstico no era alentador, pero tampoco estaba en riesgo vital. No obstante, tras vivir siete días de horror perdió la vida en el Van Buren.
Denuncias
Rosendo del Carmen Soto Concha falleció a los 41 años, luego de una serie de "malos tratos" y "falta de atención" en el hospital de Valparaíso, según denunció Rossana Palomino, su ahora viuda.
"En San Antonio le hicieron un escáner y arrojó que tenía tres vértebras quebradas y comprometida la médula. Le calmaron el dolor. Él no sentía nada de la cintura hacia abajo. Ahí nos dijeron que podía quedar inválido por la lesión en la columna. Como era algo delicado se comunicaron con el neurocirujano de Valparaíso para ver si se podía operar. De ahí fue derivado para allá (Valparaíso), porque lo estaban esperando, supuestamente para ingresarlo al pabellón en el Carlos van Buren", cuenta.
"Allá llegamos y costó un mundo para que las enfermeras lo recibieran. Estuvimos como dos horas en el pasillo. Le hicieron otro escáner y dos resonancias. Arrojaron que eran dos vértebras comprometidas, más la médula. Y ahí lo tuvieron desde la madrugada del sábado hasta el miércoles en la noche en la sala de urgencias", prosigue.
Rossana viajó todos los días entre Navidad y Valparaíso, salvo el martes 29 debido a la falta de transporte por el llamado a paro nacional de ese día.
Rosendo estaba esperando entrar al pabellón para un procedimiento en que podrían afirmar sus vértebras. Con esto último podría ser trasladado con más facilidad y luego quedar en una silla de ruedas.
Al día siguiente, "a las doce de la noche me llamó una enfermera diciendo que mi esposo le había pedido que me llamara porque iba a ser trasladado al tercer piso de neurocirugía y que al otro día le llevara los útiles de aseo, al fin lo iban a operar".
Después de días de espera, finalmente se vislumbraba algo de esperanza.
Antes de eso, "todos los días me decían que lo iban a operar. Me decían que en la noche, al otro día llegaba y me decían que sería durante la mañana".
En medio de esa tensa espera puso un reclamo en el hospital Carlos van Buren. No solo demoraron en el procedimiento, sino que además fue víctima de malos tratos, de acuerdo a su relato.
"Cuando llegué el miércoles 30 me enteré que en la noche le había dado un paro cardiaco y que más gente en la sala, los pacientes, se pusieron a gritar para que lo fueran a ayudar. Ese día dejé un reclamo, pedí hablar con el director, pero nadie me quiso atender", continúa.
"La respuesta de los doctores fue terrible. Me dijeron que por ser un accidente de trabajo no tenía que estar ahí, que solo estaban operando a las personas en riesgo vital. Me dijeron, 'si tu marido hubiera llegado con una bala en la cabeza ya lo hubieran operado'", narra la mujer.
El jueves fue peor.
"Me llamaron para decirme que me tenía que dirigir al hospital, que mi esposo estaba grave. Cuando llego al tercer piso, lo primero que veo es un cadáver en una camilla", describe.
-¿Ese cadáver era su marido?
-Sí, era él.
"Me hicieron pasar a una sala y llegó un doctor que me explicó que había fallecido la mañana de ese jueves", prosigue su triste relato.
-¿Qué razón le dieron por la muerte de su esposo?
-Porque no se había operado a tiempo. No le habían movido las piernas y al no tener movimiento le dio un tromboembolismo pulmonar (sus pulmones se llenaron de sangre).
Ese día presentaron un segundo reclamo. Hasta el momento de esta entrevista aún no tenía respuesta de ninguna de las dos quejas. El 12 de diciembre, Diario El Líder contactó al cuestionado centro asistencial vía mensajes y correo electrónico. Hasta ayer, a pesar de los llamados, no hubo respuesta.
Rosendo Soto Concha, conocido como el "Chendo", fue sepultado el 1 de diciembre. Su familia aún espera una explicación.
"Me llamaron para decirme que me tenía que dirigir al hospital, que mi esposo estaba grave. Cuando llego al tercer piso, lo primero que veo es un cadáver en una camilla",
Rossana Palomino, viuda de Rosendo.