La nueva vida del DJ que por años hizo bailar a los sanantoninos en el "9"
Pablo Santiago trabajó 20 años en el pub que se encontraba en la avenida Barros Luco. Tras el cierre del local, decidió comenzar de cero e instalar un restobar donde puede cocinar, una de sus grandes pasiones, y compartir con la gente, además de seguir ligado a la música.
Durante 20 años Pablo Santiago Alcerreca trabajó en el recordado pub 9 Milímetros. Primero lo hizo como DJ y después como administrador. Sus inicios en la música fueron en la discoteque Top Music de Cartagena, donde aprendió qué significaba ser DJ.
Este cartagenino tiene los mejores recuerdos del recinto ubicado en la avenida Barros Luco que por años acogió a los sanantoninos que buscaban pasar un rato entretenido.
La época dorada del "9" ya es historia. En la actualidad Pablo se encuentra trabajando de lleno en el restobar que abrió hace nueve meses en calle Uno Norte 23 local 12, en Barrancas.
Está muy a gusto y eso se le nota. Entre sus planes siempre estuvo la posibilidad de abrir un negocio pequeño donde pudiera compartir con la gente y cocinar, una de sus grandes pasiones heredada de su familia, que tenía un restaurante en Cartagena.
"Estoy contento porque lo que dije que haría al salir del '9' lo estoy haciendo. A lo mejor las cosas podrían haber sido más rápido porque a veces uno quiere que todo sea así", cuenta Pablo luego de hacer un alto en sus quehaceres.
La apertura del local ha significado para este amante de la música "comenzar de cero" y a pesar de todos los desafíos y responsabilidades que significa tener su propio negocio, este cartagenino le ha puesto el hombro desde el inicio.
"Haber estado en el 9 Milímetros igual me ayuda. Viene gente a comer y a compartir que me conoce desde allá. Lamentablemente, con todo lo que ha pasado nos hemos retrasado un mes. Yo tuve que cerrar por un tema de seguridad y porque al final no andaba nadie en las calles", afirma.
Tras su salida del pub donde trabajó dos décadas, la vida de este músico dio un giro de 180 grados. "Ahora duermo en las noches como todos", bromea, aunque reconoce que haber estado tanto tiempo con el "sueño cambiado" le pasó la cuenta.
"Ahora tengo trastorno del sueño y he tenido que ir al médico para regular eso y poder dormir más relajado", confiesa.
-¿Cómo era eso de tener que trabajar casi todas las noches?
-Yo tenía una rutina en el pub, pero si me preguntan, creo que es más complicado para una persona que trabaja en el puerto porque a veces hacen turnos de noche o a veces de día. Ahí tienes un desorden, pero yo tenía una rutina. En la semana se cerraba a las 4 de la mañana y yo llegaba a las 5 a mi casa y ahí dormía hasta las 13.30 horas cuando la Gaby (su pareja) llegaba a almorzar. Después hacía algunas cosas, dormía una siesta y quedaba listo. Dividía las 8 horas en dos partes.
Recuerdos
Apenas comienza a contar lo que significó el 9 mm en su vida, a Pablo se le vienen miles de recuerdos a su mente. Algunos muy buenos, y otros no tanto. También rememora las noches en que los asistentes bailaban al son del hit del momento y coreaban cada una de las canción que él hacía sonar. "Una vez un amigo me dijo "te quería saludar pero me tuve que ir para la casa porque no logré subir la escala al segundo piso. Estaba tan lleno que no pude llegar a la caseta".
En 20 años son miles las anécdotas que acumuló. Por eso Pablo menciona con cariño cada uno de los momentos vividos. "Desde el 2002 hasta el 2008 fueron los mejores años para mí. Teníamos lleno todos los días y como yo derivé de colocar música a cantar y animar, entonces pasaba todo el día en el pub. Teníamos buena banda, buenos músicos y la gente adecuada para hacerlo. A veces los días sábado no podía entrar más gente así que debíamos cerrar por seguridad".
Pablo recuerda el momento en que una joven llegó hasta la caseta para pedirle un tema. "Me pedía Papi Chulo, pero yo no le entendía nada. Al final tuvo que ir una amiga a decirme qué canción era. En otra oportunidad un curadito se subió a pedirme música. Me ofreció 20 lucas si yo colocaba un lento, pero después hasta los lentos se fueron perdiendo".
27-f
La madrugada del 27 de febrero de 2010 el 9 Milímetros estaba repleto. Era el último fin de semana del verano, así que todos le sacaban el jugo a la noche. Pablo tiene presente cada detalle de ese día, pero lo que sigue dando vueltas en su cabeza son los gritos de horror de la gente que permanecía en el local cuando comenzó el terremoto de 8,8 grados.
"Primero se cortó la luz. De la caseta bajé al primer piso para ver el automático y cuando voy pasando por la barra del segundo piso, el niño que estaba en la caja me dice '¡está temblando!'. Como yo estuve en el terremoto del 85, donde también se cortó la luz, yo dije esto es terremoto", relata.
"Empecé a sacar a las persona de la barra para que salieran por la puerta de seguridad que teníamos y la gente gritaba como en una película de terror. Tú mirabas hacia la avenida Barros Luco y veías las palmeras subir y los transformadores explotar", agrega.
Esa noche, justo antes de cerrar el local, a un detective de la PDI, que estaba al interior del pub al momento del terremoto, se le ocurrió devolverse y revisar por última vez el recinto antes de poner el candado. "Cuando el PDI revisó el baño de mujeres se percató que había una joven desmayada. Menos mal que la encontró porque si no habría quedado encerrada".
Violencia y muerte
Entre los miles de recuerdos que guarda en su memoria, hay otros dos hechos que marcaron un antes y un después en su vida. Se trata de los dos crímenes que ocurrieron en el pub y que conmovieron a toda la provincia.
El primero se registró la noche del 16 de diciembre de 2011, cuando el guardia Hernán Alfaro (35) falleció tras ser baleado a quemarropa. El segundo tuvo lugar la madrugada del 13 de diciembre de 2015. Ese día un hombre de 26 años perdió la vida tras recibir un disparo de un guardia del 9, esto luego de que el fallecido ingresara al local con un arma y percutara varios disparos.
"Después de la muerte del guardia todo cambió y eso nos marcó para siempre porque murió una persona a la que conocíamos. Quedamos todos mal e incluso como trabajadores hubo un quiebre porque se fue la mitad del personal y tuvimos que armar todo de nuevo". Añade que "después vino la segunda muerte. Un guardia mató a un tipo que intentó ingresar al local. Nuevamente se partió el local. Algunos trabajadores se fueron porque ya estaban chatos y, bueno, con la tercera (muerte) ya fue mucho. Ahora cuando me preguntan si echo de menos al 9 Milímetros, les digo que a ese último 9 no, no lo echo de menos".
Según el DJ, en los últimos años de funcionamiento del pub, la situación fue cambiando. Ya no era el mismo público de antes. La música también fue mutando y el reguetón fue apoderándose de los gustos musicales de los sanantoninos, y eso fue provocando cierto desgaste en quienes trabajaban en el local.
"De pasarlo tan bien con la gente, después ya no queríamos ni mirar. Teníamos gente de Santo Domingo a Algarrobo, de Melipilla. En verano venía gente de Las Brisas y lo pasábamos bien, eso hasta que de un momento a otro todo se fue a las pailas".
Ya han pasado varios meses desde que el 9 Milímetros cerró sus puertas y con ello Pablo ya dio por finalizado ese ciclo que lo llenó de tanto aprendizaje.
-¿Ha cambiado mucho tu vida desde que saliste del 9?
-Lo que más echaba de menos era la música, pero hasta ahora sigo haciendo música. He ido a animar al Bahiao. También he estado cantando en las fondas para el "18". Me llaman para hace el doble de algo y ahí voy. La verdad es que no he dejado la música de lado y he tratado de acomodarme.
Ahora está enfocado en seguir adelante con su emprendimiento. Todos los días se levanta temprano en busca de los productos que elegirá para la elaboración del menú que, según él, "jamás se repite".
De lunes a viernes, vende colaciones, desde las 12.30 hasta las 17 horas, y desde las 18.30 hasta la medianoche "se puede comer a la carta, promociones, tablas y pizzas".
"Acá yo hice la carta, puse mi comida, lo que yo quería. Todos los días hago un menú distinto y jamás los repito. A veces me toca lavar platos, otras cocino, también atiendo mesas. Al final las hago todas para abaratar costos y para que el negocio pueda establecerse porque este local lo hicimos como yo quería y por eso estoy con las ganas de poder disfrutarlo".