El economista que juega al fútbol tal como vive
Roberto Álvarez es el actual director de la Escuela de Economía y Administración de la Universidad de Chile y también un fanático jugador de barrio que sacó un libro para contar por qué el fútbol es tan importante en su vida.
Por Alberto Gulppiz, - director de Litoral Poeta.
El 22 de diciembre de 2018, Roberto Álvarez, o "Tito" como lo conocen en el barrio, estrenó su primer libro, acompañado de familiares, vecinos y amigos de infancia, en la sede del Club Social y Deportivo El Tabo, su equipo de toda la vida con el que jugó y sigue jugando, en el centro mismo del Litoral de los Poetas, cuna de una tradición y pasión futbolera que traspasa generaciones.
Roberto Álvarez, ingeniero comercial, doctor en economía con estudios en la Universidad de California (Ucla) y director de la Escuela de Economía y Administración de la Universidad de Chile, es parte de un linaje de futbolistas de barrio, que cada fin de semana se visten de niño para empolvar los zapatos de anécdotas, amistad y compromiso. A veces se gana, otras se pierde, bien lo sabe Roberto y lo retrata en su libro "Al fútbol se juega como se vive".
En el discurso a sus coterráneos en diciembre pasado en la sede del club, Roberto destacó la importancia del fútbol en su vida, con momentos increíbles en compañía de familiares y amigos, muchos de ellos relatados en su libro.
-¿Cómo recibieron el libro en El Tabo, su pueblo?
-Fue bien recibido. Creo que despierta muchas emociones y recuerdos. La gente se siente cercana y protagonista. Incluso gente que no es de El Tabo, pero que lo visitó o veraneó ahí, me ha dicho lo felices que han sido al evocar esos años. El libro viajó a diferentes países donde hay gente de El Tabo que lo recuerda.
-¿Qué es lo más importante que le ha enseñado el fútbol?
-Me ha enseñado a convivir con la derrota. Es fácil ser buen amigo y compañero cuando todo va bien, lo complicado viene cuando las cosas salen mal y eso pasa la mayor parte del tiempo. Los buenos amigos y los buenos futbolistas se aprecian cuando vamos abajo en el marcador y hay que salir adelante.
-¿Siempre fue bueno para los estudios?
-No sé, solo me acuerdo que me gustaba aprender y leer mucho. Nunca fui de los mateos ni de sufrir por sacarme buenas notas ni ser el primero del curso. Más que bueno fui responsable. Me acuerdo siempre que luego de ganar un partido y celebrar el triunfo de amanecida, el Lucho y otros amigos me fueron a dejar al bus porque tenía un examen ese lunes. También recuerdo que me llevaba libros y apuntes que revisaba mientras esperaba el partido en que me tocaba jugar. Ahora que lo rememoro, creo que era bien nerd.
Familia de esfuerzo
Roberto es nacido y criado en El Tabo. Viene de una familia de esfuerzo. Él es el mayor de cinco hermanos. Cuatro son hombres y la quinta es una mujer, que es casi más futbolera que todos juntos. A punta de esfuerzo de él y su familia, pudo salir adelante. Su papá era obrero. Su madre y abuela vendían empanadas en la cancha o en el litoral durante el verano, época en la cual también arrendaban su propia casa y se iban a una cabañita de atrás, lo que les permitía juntar dinero para el año.
Desde chico fue un gallo muy cabezón. Sus primeros pasos en el estudio fueron en El Tabo, luego se cambió al Colegio Particular de Cartagena y terminó su enseñanza media en el Instituto del Puerto.
Luego, en el año '88, entró a estudiar ingeniería civil en la Universidad de Chile, sin embargo, estuvo como seis meses y no le gustó: venía de una familia aclanada, con mucho cariño, relaciones de amistad espontáneas, forjadas principalmente bajo los principios del fútbol. No pudo enfrentarse a ese ambiente frío, con la filosofía estampada del "sálvate solo". Así que habló con su papá y le dijo que no aguantaba más, que se quería volver.
Al siguiente año volvió a dar la prueba y quedó en la, en ese entonces, Facea, lo que hoy es la FEN (Facultad de Economía y Negocios) de la Universidad de Chile, donde entró a estudiar ingeniería comercial, y lugar en el cual también sacó la mención en economía. Después hizo un magíster y luego un doctorado en Estados Unidos (Ucla), en donde también dejó buenos amigos a través del fútbol.
El libro
En su libro cuenta que primero fue hincha del mítico Palestino del '87. Por eso menciona en algunos cuentos a Óscar Fabbiani y al Coke Contreras (quienes además estuvieron presentes en el segundo lanzamiento que se hizo en enero de 2019, en la sede de la FEN en Santiago). Luego, más grande y tal vez muy influenciado por pertenecer a la casa de estudios, se hizo hincha de la Universidad de Chile.
-¿Qué le parece lo que estaba pasando con la U antes de que suspendiera el campeonato?
-Terrible, pero es la U, si no se sufre no vale. Me hice chuncho cuando entré a estudiar a la U y estábamos en Segunda División. Sufrí eso y luego fui feliz con los bicampeonatos y la Sudamericana. Nada que pase nos alejará de ese amor incondicional.
-Lo marcó profundamente el Palestino del '78, ¿qué recuerda?
-Mucho. Fue mi primer amor. 44 fechas invicto, campeón el '78 con Don Elías, Fabbiani, Manolito Rojas, Keko Messsen y todos esos ídolos de mi niñez. Mi primera vez en el Nacional fue con mi viejo y Palestino en la Copa Libertadores. Éramos distintos, a mi viejo y a mí nos gustaba Palestino y éramos invencibles. En esos años yo era Keko, por Sergio Messen, aunque mi ídolo era Rojitas y su zurda inolvidable.
-¿Cómo fue tu infancia?
-Mejor que mi adolescencia. Rodeado de amigos, pichangas en la calle y en la playa. Feliz con mis hermanos. Domingos de fútbol con toda la familia y disfrutando de las cosas simples.
-¿Qué opina del estallido social en el país?
-Justo, válido y necesario. No podíamos seguir así. Necesitamos encontrar otra manera de ser una verdadera sociedad. Hay mucho que mejorar y espero que lo que pasó nos haga más sensibles y conscientes de nuestras deficiencias. Lo pongo con un ejemplo, no podemos seguir haciendo bingos para que la gente pobre pueda operarse y pagar el costo de los medicamentos. No puede ser que los ministros se mofen de los más necesitados. Necesitamos más humanidad, más dignidad y más justicia. Ojalá lo hayan entendido las autoridades. El ministro Briones parece que sí, no lo sé el resto.
-La palabra "economía" significa administración del hogar. ¿Cómo cree que la sociedad se está administrando?
-No tan bien como creíamos, ni tan mal como para desechar ni avergonzarnos de lo que hicimos post-dictadura. Hemos hecho progresos notables y espero podamos seguir avanzando, pero se requiere administrar mejor para que los resultados del progreso sean más equitativamente distribuidos.
-¿Qué significa para usted ser el director de la FEN?
-Un orgullo, una responsabilidad y un desafío diario. Estamos comprometidos en serio con la excelencia y la diversidad. Tenemos a los mejores estudiantes y nos debemos a la tarea de darles la mejor educación posible y sacar lo mejor de los que vienen con rezagos y carencias. Mi labor es que nuestros estudiantes aprendan de la selección chilena de profesores, en un marco de respeto y pluralidad. No pensé jamás que me tocaría liderar la Escuela de Economía y Administración, pero cuando el nuevo decano (José de Gregorio) y un par de colegas insistieron, no dudé en asumir el desafío. Ha sido duro y desgastante, pero seguiré dando lo mejor de mí hasta que el decano lo estime conveniente.
Pasión por las letras
Dicen que el destacado economista Sebastián Edwards fue el primero que lo motivó a escribir, y que partió haciéndolo en un borrador, tanto en papel como en el celular. Luego empezó a leer los cuentos a sus amigos más cercanos y, al ver que les gustaba, agarró vuelo.
"Al fútbol se juega como se vive" es un libro entretenido que se consume de "un tiro". Está compuesto de 15 cuentos, con 80% de historias reales, de sus vivencias de "cabro chico" en El Tabo, con algunas de más grande, incluso con los nombres verdaderos de los personajes, salvo algunos que por táctica, dicen, fueron protegidos, tal como en el fútbol.
También, como en el deporte rey, hay cuentos muy emotivos, como el de la "La pared que nunca terminó", en el que Roberto relata la historia de "Lalito", Eduardo Jones, uno de sus amigos de infancia, jugador del Club Deportivo El Tabo, y que no llegó a la cancha porque falleció en 2011 en el fatídico vuelo de la Fach a Juan Fernández, donde murieron reconocidos personajes públicos. Desde ahí parte su libro.
-¿Cómo vivió esa historia?
-Es el dolor más grande de mi vida. No se supera, se aprende a vivir con él.
-¿Cree que la muerte de "Lalito" fue el detonante para escribir casi como una forma de responder esa pared?.
-Honestamente, no. El cuento "La pared que nunca terminó" no fue de los primeros que hice. El detonante fue rescatar historias simples, humanas y reales que muestren que al fútbol se juega como se vive. Eduardo era un tipo muy alegre y divertido, y así jugaba al fútbol. Esa idea traté de reflejarla en todas las historias del libro. De verdad creo que no se puede ser honesto fuera de una cancha y deshonesto dentro de ella.
-¿Qué sintió cuando se dio cuenta que el libro era una realidad?
-Una gran satisfacción y alegría. Fue todo muy espontáneo. Solo hasta que tuve un número considerable de cuentos y que mi guía de tesis, que ha escrito un par de novelas, y varios amigos me dijeron que eran buenos, recién me animé a pensar en un libro. Lo más lindo de todo es que pasarán los años, pasaremos nosotros y, en décadas posteriores, algún descendiente encontrará algún ejemplar por ahí en una caja vieja y podrá leer las historias del Club Deportivo El Tabo y su gente.
-¿Qué se viene ahora para el Roberto escritor?
-Estoy trabajando con todo en un nuevo libro: "Palestino 78". Ya hice la mayoría de las entrevistas, aunque me faltan algunas importantes, para contar la historia del recordado campeonato de mi equipo de niño.

