El carrito de comida al paso que sorprende con sus completos, churrascos y chorrillanas
Con solo 22 años, Ariel Salgado está detrás de El Embrujo de Lo Gallardo, emprendimiento gastronómico que en poco tiempo se ha ganado el paladar de los amantes de los sándwiches.
"En la noche cuando me daba hambre y quería comer algo, no había dónde comprar, estaba todo cerrado y como soy de familia de comerciantes, vi una oportunidad de negocio. Ahí fue que se me ocurrió la idea de un carrito de comida rápida", comienza relatando Ariel Salgado Campos (22 años) acerca del inicio de su emprendimiento El Embrujo de Lo Gallardo, un food truck ubicado en avenida San Juan 2820, sector donde llegó a vivir hace tres años.
Los food trucks o carros de comida son una tendencia gastronómica que ha crecido con fuerza en los últimos años. Este tipo de alimentos se caracteriza por ser preparado en el momento y vendido directamente a los que pasan por el frente, en la calle.
El de Ariel Salgado se ha ido convirtiendo poco a poco en un restaurant. Cuenta con sillas y mesas, baños de damas y caballeros y pronto quiere construir un segundo piso con terraza, toldos y obtener patente de alcoholes.
"Cada día crece el mundo food truck con comida rápida, churros, jugos, entre otros productos. Una deliciosa gastronomía con diseños novedosos y alegres. Se han vuelto una revolución en el mercado y son infaltables en eventos masivos, ferias y actividades, sobre todo en verano", señala este emprendedor que, con solo 22 años, tienen experiencia en el negocio sobre ruedas ya que antes tuvo un carrito de cabritas y algodones y, posteriormente, otro de churros.
Oriundo del cerro Alegre, hace tres años se fue a vivir a Lo Gallardo, con sus padres y hermanos. Ante la falta de locales de comida se decidió e instaló El Embrujo de Lo Gallardo, un estiloso local que llama la atención porque es una construcción moderna con toques rústicos como los troncos cortados en forma circular, barnizados y puestos para adornar el frontis. Es sencillo, pero con estilo.
Decisiones y ejemplos
Hijo de comerciantes, Ariel Salgado tenía apenas 12 años cuando comenzó a trabajar en las ferias libres junto a uno de sus tíos. Su madre es dueña de una llamativa comby roja que está en el paseo Bellamar, la "Cabri Conf", y de otra rosada, que arrienda para eventos particulares. En ambas venden algodones, granizados, frutillas con chocolate y manzanas confitadas, entre otras delicias.
"Desde chico que trabajo ya que siempre quise ser mi propio jefe siguiendo el ejemplo de mis tíos por parte de mamá que son todos comerciantes. En la feria trabajé cargando mercadería, atendiendo a los clientes y en la caja. A los 17 años tuve un carro de cabritas y luego uno de churros. Luego me decidí, arrendé este lugar y comencé la construcción de mi propio restaurant. Primero comencé con el carro y evolucionamos hasta lo de hoy, que tenemos mesas en un patio de comida y garzones que atienden", afirma.
En la construcción del local tuvo el apoyo de su padre que es carpintero, soldador y constructor. "La inversión es mía, pero con la ayuda de mi papá he ido construyendo todo esto".
"Nunca me gustó el colegio. Siempre dije que sería mi propio jefe. La enseñanza media la terminé en dos años: hice primero y segundo juntos y luego, tercero y cuarto medio. Trabajé tres años en construcción con mi papá, donde aprendí mucho, lo que hoy me ha permitido estar construyendo mi propia casa", explica orgulloso.
-¿Cuál ha sido la clave del éxito de tu local?
-He podido desarrollar con éxito este negocio porque se logró cautivar a la clientela con un buen producto y, más que eso, con un producto que ha mantenido la calidad y cualidad en el tiempo. El servicio es muy importante porque si el cliente quiere el sándwich con mucha mayo y poco tomate, así tiene que ser. Hay que entregar productos de calidad acompañado de un excelente trato a los clientes.
"Además, siempre persevero en lo que hago y ahora me enorgullece poder decir que mis clientes siempre vuelven. Estoy a orilla de camino, así que es muy fácil ver el local. Los viernes pasa mucho visitante que viene por el fin de semana y paran a comer. Ahora hasta me llaman antes de llegar para que les tenga reservada una mesa", asegura.
-¿Quién está en la cocina preparando los pedidos?
-En la cocina estoy yo, porque así debe ser ya que es mi negocio y quiero que surja. Además, soy detallista y exigente, me gusta que las cosas salgan ricas, por eso prefiero estar yo en la cocina y asegurarme que se preparen como el cliente lo pide. De todas maneras, tengo un reemplazante al que le enseñé este trabajo. Se llama Sebastián Flores y llegó a los 15 años a trabajar conmigo, primero en el carrito de las cabritas y algodones, luego como garzón en el restaurant y ahora me reemplaza en la cocina.
-¿El Embrujo de Lo Gallardo es el único local de comida rápida en este sector?
-Acá solo había pan amasado y empanadas y como dije, a las 8 de la tarde está todo cerrado y ya no hay locomoción. Se me ocurrió la idea porque hacía falta este tipo de comida y creo que tuve buen ojo porque me ha ido muy bien. La gente que más viene son los que pasan en auto, todo tipo de gente, gente del campo, los que vienen de Santiago o de Santo Domingo. Ésta es como una picada, está repleto siempre, sobre todo los viernes que se llena con los que llegan de Santiago.
-¿Qué es lo que más se vende?
-El churrasco a lo pobre, chacarero, chorrillana y el as italiano, pero también hay completos, barros luco, porciones de papas fritas, hamburguesas. Todo es rico porque se hace con cariño. Todos nos felicitan, nos recomiendan y la gente vuelve.
-¿Qué proyectos tienes en el corto y mediano plazo?
-Entre mis proyectos futuros está construir una terraza en el segundo piso, con toldos, bar y que sirva como zona de fumadores. Quiero tener patente de alcoholes y ofrecer tragos y cervezas. Todo de a poquito. Hasta ahora todo ha funcionado muy bien. Me gustaría poder comprar el terreno donde tengo el negocio y ampliarme.
"Quiero aprovechar para agradecer a mis padres, personas muy trabajadoras y que nos han apoyado siempre a mi hermana, que es asistente social, a mi hermano, que estudia ingeniería en administración de empresas en Viña del Mar y a mí", expresa el joven emprendedor sanantonino.
Añade que "yo soy la oveja negra de la familia, el que terminó rápido el colegio y después no estudió nada. No me tenían mucha fe, pero aquí estoy, independiente y tirando para arriba. Gracias a Dios y a mis padres que siempre me han dado todo su apoyo, todo ha funcionado muy bien".
-¿Cómo te definirías?
-Me defino como comerciante, cuando muera quiero que me paseen en uno de mis food trucks por todo San Antonio entregando churros, completos, cabritas, algodones, vendiéndolos o regalándolos.