Julio Núñez, hombre de radio
Después de 34 años en el mundo de la radiodifusión, el creador del programa "Entre comillas" habla de sus inicios, del amor que lo une a su madre y de la forma en que ha mantenido su pasión por las comunicaciones.
Tiene 54 años. Nació el 12 de octubre de 1965 en las hoy inexistentes dependencias del antiguo Claudio Vicuña, lo que muchos hijos de esta tierra llaman el "hospital viejo", que estaba hecho de madera y en el cual miles de madres dieron a luz a sus retoños, hoy todos ellos transformados en hombres y mujeres que superan el medio siglo de vida.
Julio Enrique Núñez Núñez es de esas personas de largas conversaciones. De su boca afloran con fluidez las palabras que dan vida a historias que quizás él jamás olvidará. Hoy el reportero radial cuenta cómo fue que llegó a transformarse en un profesional de las comunicaciones y cuál ha sido el rol que ha jugado su madre en todo lo que él ha hecho en este mundo.
Alumno del colegio Cristo Rey, pasó luego al Instituto del Puerto, donde ya empezó a mostrar sus dotes periodísticas. "Estando en el Instituto del Puerto empiezo a sentir el llamado de las comunicaciones y era típico que yo dirigiera las ceremonias y participara en todas las actividades del colegio", recuerda.
Creció bajo los cuidados y enseñanzas de su madre. Amelia Núñez, hoy de 91 años, que es conocida por ser una mujer estricta, de valores relacionados con el respeto y la responsabilidad, los mismos que le inculcó a su único hijo. Ella ha sido todo para él.
Pero Julio también recibió influencias, en sus años de niño, de su abuela materna, Luisa Ester Rojas. Ella, que era ávida lectora de diarios y fiel oyente de radio, vivía en Santiago y allá acogía a su nieto en las vacaciones. Juntos salían a recorrer las calles de la capital para conocer los edificios. La abuela le contaba historias de esas casonas y de la vida política del Chile de los años 70. "Era como una inducción para educarme cívicamente", afirma él, 45 años después de aquellas citas culturales en la urbe.
Y así ese niño, que oía con su abuela programas como "El correo de Minería", "La revista de Portales" e incluso "La bandita de Firulete", fue cultivando una gran pasión por la radio y también una necesidad de ir más allá de leer las noticias sino que analizar en profundo los hechos. "Probablemente en mi ADN venía el tema de las comunicaciones, pero alguien tenía que descubrirlo y en eso mi abuela ayudó mucho", confiesa.
Y mientras la abuela guiaba al niño por ese fascinante ámbito de la historia y la radio, Amelia Núñez le dio la a su hijo lo mejor para que fuera un sujeto resuelto ante los demás. "Ella, que trabajaba y tenía que sacarse la cresta para mantenernos, me entregó mi formación de persona, mi formación humana, como alguien correcto, una persona que sepa decir las cosas de frente y cuando corresponde, que tenga respeto por los demás y asuma que las opiniones pueden ser distintas aunque a uno no le guste. Mi mamá cumplió cabalmente su objetivo en cuanto a mi formación personal y humana", admite.
"Mi madre, que fue declarada Ciudadana Ilustre de San Antonio, ha estado al servicio de la comunidad a través de la Cruz Roja de Llolleo por cerca de 62 años", añade orgulloso.
Se arrancaba
En el Instituto del Puerto, el profesor de biología Víctor "Piti" Leiva advirtió y apoyó que Julio Núñez se arrancase hasta la antigua radio Sargento Aldea, cuyas oficinas estaban en avenida Barros Luco 1578, donde hoy está la Unión Comunal de Juntas de Vecinos. No tenía más de 17 años y ya empezaba a buscar su destino. En aquella emisora no hacía más que "intrusear" y hablar con quienes allí trabajaban, entre quienes estaban Rafael Allende, Juan Ramón Silva, Alfonso Corales, "Petete" Gutiérrez, Marcial Rojas y Jorge Betancourt, que era el director de la radio. En ese lugar también conoció a Sarita Urbina, que era la secretaria y con quien aquel adolescente hizo muy buenas migas.
En el año 1983 egresó del Instituto del Puerto. Definió que quería estudiar comunicaciones. Con el apoyo de su madre y la colaboración de Sabas Sarralde (Q.E.P.D.) logró ingresar a estudiar al instituto de locución y artes escénicas denominado "TV College", establecimiento de Santiago donde coincidió con el sanantonino Luis Valderas Valderas, que también había iniciado su carrera en esta área profesional.
Era el año 84. Valderas, hoy representante legal de Canal 2 TV San Antonio y rostro de las noticias, y Núñez comenzaron a estudiar juntos en el TV College. Se hicieron muy amigos y ese lazo los mantiene unidos hasta el día de hoy, e incluso sus madres son amigas y se visitan con periodicidad.
Terminados los estudios, Julio volvió a la radio Sargento Aldea para buscar trabajo. En esa misión tuvo el respaldo de Juan Ramón Silva y Osvaldo Martínez Collins. "Osvaldo habló con Juan Ramón para que yo partiera en la radio y lo hice en un programa que se llamaba "El despertador musical" y que iba de 7 a 9 de la mañana de lunes a sábado. Era el año 1986 y empecé a tomar algunos turnos; y como pajarito nuevo la lleva me dieron todos los turnos, y entonces decían que ´el turno Semana Santa que lo haga Julio Núñez, el turno del viernes en la noche que lo haga este cabrito´".
Fue esa época en que un aluvión del estero Arévalo arrasó con el centro de la ciudad de San Antonio. En ese escenario, Julio mostró sus capacidades como reportero en la calle, lo que le abriría las puertas a nuevos logros. "Empecé a descubrir que el reporteo era lo mío, muy ayudado por la gente de la radio Sargento Aldea", confirma.
Después de eso, a petición de Rafael Allende y el radiocontrolador Ricardo Gutiérrez, se integró al staff de "El reportero 147", que era el programa estrella de la radio Sargento Aldea.
Eran los días de plena dictadura. En agosto de 1986, en la Playa Grande de Santo Domingo, fue encontrado el cuerpo del dirigente estudiantil Mario Martínez Rodríguez. A Julio Núñez le pidieron que reporteara el caso y así se acercó al ministro en visita que investigaba la causa y que llegaba a las oficinas del juzgado que estaba en las dependencias donde hoy está el edificio consistorial de la Municipalidad de San Antonio.
En esas circunstancias, Alejandro de la Carrera, entonces director de prensa de radio Agricultura, le pidió a Julio Núñez que despachara todo lo relacionado con el caso de Mario Martínez.
Meses después, ya en mayo del año 1987, De la Carrera lo llamó para reunirse con él en Santiago. Julio viajó y escuchó la propuesta de trabajo que le hizo el jefe de aquella radio. "Debo reconocer que sentí como que cayó un plomo sobre mi cabeza", reconoce. No podía creer que en tan corto tiempo, en solo un año, pasara de ser un aprendiz en la Sargento Aldea a un colaborador de la radio Agricultura.
"Alejandro de la Carrera me dijo que tenía que hacer el turno de las 4 de la tarde a las 12 de la noche, era de ´mesero´, que en la práctica significaba escribir los boletines horarios de la radio Agricultura en la tarde más los boletines y el resumen de noticias para lo que en esa época era la radio San Cristóbal", cuenta. "Crucé el río y reconozco que no fue fácil porque para un cabro de 22 años era harta pega", añade.
Dos años y medio estuvo en radio Agricultura. Reporteó tristes episodios registrados en Santiago, en una época compleja y llena de conflictos sociales, dolor y muerte.
A melipilla los pasajes
Un buen día de 1989 le ofrecieron un trabajo en la empresa Ariztía, por lo que se cambió a Melipilla, ciudad donde ha pasado gran parte de sus años. Asumió una labor muy distinta a la trabajar en un medio de comunicación, pero él la quiso tomar porque era una excelente oportunidad laboral y hasta el día de hoy conserva esa relación con aquella compañía.
En Melipilla, donde se casó con María Soledad Mallea, ha tenido tiempo para hacer radio y televisión. También en San Antonio, donde se mantiene como el productor y creador del programa "Entre comillas", espacio en que aborda la contingencia con un estilo directo, irónico y realista. En Melipilla también asesora comunicacionalmente al municipio.
Actualmente, en la radio Integración de San Antonio, emite "Entre comillas", acorazado que ha resistido el paso del tiempo y los cambios que han generado las redes sociales. El programa nació en 1997 y, a su juicio, "es la radiografía de Julio Núñez". Argumenta que "en este programa digo ironías y verdades, pero con respeto y escucho la opinión de la gente. En él hay una página editorial y después viene una entrevista".
"Tengo una gracia con el 'Entre comillas', y que no me castigue la santa, y es que desde el año 97 a la fecha nunca nadie jamás me ha dicho que lo que dije en el programa es mentira. Eso se logra diciendo lo que las personas interpretan...Yo no ocupo el programa para denostar, puedo dar mi visión personal, pero con criterio y con respeto, poniéndome al lado de la persona que me escucha", detalla sobre un programa que no tiene guión escrito sino que es parte de su poder de improvisación.
En la radio, dice él, es fácil conocer la "sensación térmica de la ciudadanía". Por eso, argumenta, " "me preocupo de que lo que voy a transmitir tenga un cable a tierra con las personas que me escuchan".
Lágrimas contenidas
Se emociona al hablar de su madre. Es que fue ella quién le enseñó a ser respetuoso y un día, hace unos 47 años, le mostró a varillazos lo que era respetar los límites. Eso pasó cuando él y su grupo de amigos se fueron escondidos a jugar cerca de los muros de la Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes, que en sus inmediaciones había sido minado. Pudo morir destrozado, pero la vida le tenía deparado un castigo que hoy es solo una anécdota y que se daba muchos en esos años. Aquellos varillazos marcaron un camino, advierte él.
Amelia y Julio vivieron juntos hasta que el hijo se casó en 1992. Hoy, cada vez que él llega a San Antonio, va a la casa de su madre, donde tiene pieza, cama, comida y amor a destajo. Julio, a punto de llorar en medio de esta conversación con El Líder Dominical, se queda callado por medio minuto. "Las personas reflejan la formación que han recibido. Yo no necesité hacer el Servicio Militar porque lo hice en mi casa", sostiene mientras que con su mano en la cara intenta afirmar las lágrimas que finalmente guardó para otra ocasión. A sus hijos Sofía (27), Javiera (23), Julio Enrique (19) y Cristóbal (17) él les ha querido mostrar ese mismo camino por lo cual lo guió su madre, y en eso ahora se pasa la vida y para eso hay que ofrecer el corazón.