EN LOS 70 "LOS CHILENOS SE ODIARON MUCHO, PERO NO AL EXTREMO DE DESTRUIR EL PAÍS"
-¿Qué le dicen su experiencia y su olfato políticos acerca de cómo Chile puede salir de esta crisis? - Por haber vivido a concho los años de Salvador Allende, tiendo a observar las grandes semejanzas y las grandes diferencias entre el golpe militar y el actual "estallido". La gran semejanza, para mí, es que la clase política chilena vuelve a dispararse a los pies. Sabe que la democracia está en juego y que ella misma tiene la cabeza sobre la guillotina, pero no hace nada para zafar del peligro. Es la profecía restaurada de Radomiro Tomic sobre nuestra tragedia griega. La gran diferencia es que entonces los chilenos se odiaron mucho, pero no hasta el extremo de destruir el país, atentar contra íconos, sepulturas y museos de compatriotas ilustres -piénsese en Baquedano y Violeta Parra- o trapear un piso con la bandera nacional. Es decir, pese al clima de guerra fría seguían queriendo a su patria a sus distintas maneras. Mi conclusión es que en esta vuelta estamos perdiendo identidad nacional a paso de carga. Por eso, cada día amanezco con un nuevo escenario posible y cada día ese escenario es más ominoso. Como veterano del 73, eso me duele demasiado y prefiero dejarlo hasta ahí.