Sobreviviente de los Ojos de Mar: "Jamás podré olvidar esa noche"
Margarita González estaba en el camping de Llolleo cuando una ola arrasó con el lugar. La mujer fue rescatada junto a su madre de 94 años.
El próximo 2 de marzo, Margarita González cumplirá un año más de vida y para ella cada celebración es especial. Hace diez años enfrentó a la muerte cara a cara, y solo gracias a su fe logró mantenerse firme hasta que fue rescatada.
Margarita es una de las sobrevivientes de la tragedia ocurrida en el sector de Ojo de Mar, la noche del 27 de febrero de 2010. Ella dormía junto a su madre Margarita Figueroa, de 94 años, en una de las cabañas de formaban el camping de Llolleo, cuando tras el terremoto, una enorme ola arrasó con los más de 200 inmuebles ubicados en este lugar, dejando como saldo a cinco personas fallecidas.
Este jueves se cumplirán diez años del terremoto que azotó a gran parte del país, y a pesar del tiempo, Margarita recuerda cada detalle de esa fatídica madrugada en donde casi perdió la vida. En su memoria quedaron plasmados los gritos de auxilio de ella y de sus vecinos, mientras la mayoría intentaba salvar sus vidas.
"Jamás podré olvidar esa noche", confiesa Margarita.
"Pensé que me iba a morir. Incluso en un momento comencé a pedirle perdón a Dios porque pensé que había llegado mi hora. Solo por un milagro es que estoy viva", afirma.
Cabañas
Todos los veranos, Margarita viajaba a Llolleo para disfrutar de sus vacaciones. Como ya se acercaba la fecha de ingreso a clases, su familia decidió regresar antes a la capital, mientras Margarita seguía aprovechando el verano junto a su madre.
"Esa noche estuvimos en un asado con mi mamá y unos amigos del camping. De hecho, una de ellas murió y su cuerpo lo encontraron días después", recuerda.
Margarita dormía junto a su madre cuando la tierra comenzó a temblar. "Yo me caí de la cama y a cada rato venían las réplicas. Después nos fuimos a la terraza para protegernos", explica.
Mientras intentaba salvar su vida y la de su madre, Margarita se encomendaba a Dios, pidiéndole ayuda, sin sospechar la pesadilla que estaba a punto de enfrentar.
"De repente vino la ola y todo se oscureció aún más. En ese momento solo me preocupaba mantener a mi mamá. Ella tenía más de 90 años y en mi cabeza solo estaba la preocupación de no soltarla, así que en todo momento la mantuve cerca de mi cuerpo", relata.
Luego agrega que "pasaron muchas cosas por mi cabeza. Pensé que me iba a morir. Estaba muy asustada y sentía que las fuerzas se me acababan".
La cabaña donde permanecía Margarita resultó con muy pocos daños estructurales, en comparación con el resto de las viviendas que terminaron completamente destruidas. Eso facilitó el rescate de ambas mujeres.
"Cuando me di cuenta que se había calmado todo y que el agua solo me llegaba hasta el cuello, comencé a pedir ayuda de inmediato. Gritaba ¡socorro, vengan a salvarme, estoy con una abuelita! Gritaba con todo lo que daba mi voz. De repente vi a unas personas a mi lado. Pensé que venían en bote a salvarme, pero ellos andaban en unas tablas tratando de salvarse también, pero como estaba tan oscuro era difícil saber quiénes eran", rememora.
Margarita llevaba casi tres horas en el agua junto a su madre, quien tiritaba de miedo y de frío. Sus fuerzas estaban llegando a su fin y las esperanzas de ser salvadas se volvía cada vez más lejana. Eso hasta que unos rescatistas acudieron al llamado desesperado de Margarita y tras varios minutos, lograron llegar hasta ellas.
"Fue tremendo. Con mi mamá estuvimos casi tres horas con el agua hasta el cuello. Si no fuera por los rescatistas y por don Danilo (Rojas) que me salvó, no se qué habría sido de nosotras. El fue un ángel para mí, un ángel que Dios envió para salvarnos y por eso estaremos eternamente agradecidos", recalca.
El concejal Danilo Rojas fue parte de un equipo de rescatistas que entró en acción en el lugar apenas ocurrió la tragedia.
Ambas mujeres lograron salir sanas y salvas cerca de las 5 de la madrugada de ese 27 de febrero.
Desde esa noche, Margarita agradece cada día de vida, sobre todo porque ella sabe lo que significa estar cara a cara con la muerte.
"Esa noche, una nieta se iba a quedar conmigo y con mi mamita. Siempre me he preguntado qué habría sido de nosotras si ella se hubiera quedado. Yo no podría haberme hecho cargo de las tres y eso sí que habría sido una verdadera tragedia para mi familia", comenta.
Ojos de mar
Tras el tsunami, se desplegó un masivo operativo de efectivos de la PDI, Carabineros, la Armada, Bomberos, y el Ejército en el sector de Ojos de Mar para dar con el paradero de las cinco personas que fallecieron la madrugada del 27/F.
La rebusca finalmente dio sus frutos ya que a los pocos días apareció el cuerpo de David Yáñez Muñoz, de 54 años, que vivía en avenida La Playa, muy cerca del lugar de la tragedia. Según lo comentado por sus familias en esa oportunidad, el trabajador se encontraba junto a su pareja en una de las cabañas del camping.
En el sector norte de los Ojos de Mar fue hallado el vecino de Bellavista Adán del Carmen Castro Farías, de 59 años, que trabajaba como guardia del camping de Llolleo.
Uno de los perros especializados en búsqueda de personas de la PDI "marcó" un lugar en el sector sur de los Ojos de Mar. Finalmente personal del Equipo de Reacción Táctica (Erta) de la policía civil rescató el cuerpo de Victoria Vásquez Urrutia, de 45 años, de la comuna de El Bosque, en la Región Metropolitana.
La última víctima rescatada fue Abelina Quiroz Acevedo, pareja de David Yáñez Muñoz. El cuerpo de la mujer fue hallado muy cerca donde fue ubicado su conviviente.
En el año 2011 autoridades y familiares de las víctimas fatales recordaron a sus seres queridos con una misa en el sector del camping de Llo Lleo.
En la oportunidad, también estuvo presente Rosendo Millavil, uno de los sobrevivientes de los Ojos de Mar y quien perdió a su esposa Ana Luisa Astorga esa madrugada.
En el 2015, la Empresa Portuaria de San Antonio y el municipio local, inauguraron el memorial en recuerdo de las víctimas del terremoto del 27F.
El monolito está emplazado en el sector denominado Piedra del Jote en Tejas Verdes.
"Incluso en un momento comencé a pedirle perdón a Dios porque pensé que había llegado mi hora"
Margarita González, sobreviviente.
"Con mi mamá estuvimos casi tres horas con el agua hasta el cuello".
Margarita González, sobreviviente