La memoria salva vidas
Hay una delgada línea que separa a la memoria del olvido. Es un umbral que traspasamos a veces de manera voluntaria, para seguir haciendo avanzar nuestras vidas con lo que creemos imprescindible, dejando atrás lo que consideramos que no nos será útil o provechoso para el resto de nuestra existencia.
En la Fundación Proyecta Memoria trabajamos por re-dibujar esa línea que separa lo olvidado de lo recordado respecto de nuestra experiencia con los desastres. Creemos que la memoria sobre los desastres es un patrimonio que nos identifica como sociedad, y también una herramienta para estar mejor preparados ante los futuros desastres. Creemos que la memoria de los desastres puede salvar vidas.
Durante este año, se conmemorarán 60 años desde el gran terremoto de Valdivia de 1960, donde gracias al apoyo de muchas organizaciones públicas y ciudadanas estamos recuperando la memoria de ese evento para mantenerlo y dejarlo proyectado hacia el futuro. No obstante, sabemos que muchas historias y muchos recuerdos sobre este evento de escala global se perdieron en el tiempo y ya son irrecuperables. Seguiremos trabajando con lo que queda, porque gracias al conocimiento que nos dejó ese evento hoy sabemos hasta donde llega nuestra vulnerabilidad y nuestra capacidad para levantarnos.
No obstante el olvido, a veces es el conocimiento científico el que nos trae a la vista acontecimientos pasados, que reaparecen gracias al esfuerzo de investigadores y académicos. El gran terremoto y tsunami de 1730 es un evento catastrófico que hace 290 años asoló las costas de Valparaíso y que gracias a un reciente trabajo de investigadores porteños hoy sabemos que es un escenario que puede volver a ocurrir, pero ahora frente a un borde costero muy distinto, donde viven muchas más personas que en ese entonces.
Este año, finalmente, se conmemorarán también los 10 años del terremoto del 27 de febrero de 2010. Es un evento más reciente donde la memoria está más fresca y sobre el cual nos corresponde como generación decidir qué queremos recordar y que dejaremos en el olvido. ¿Que nos pasó? ¿Cuáles fueron los aprendizajes? ¿Estamos mejor preparados pasa un evento similar o mayor? Son algunas preguntas que debemos hacer el esfuerzo de contestar en conjunto como sociedad, no sólo a nivel de gobierno o de la academia. Es imprescindible que cada persona y cada comunidad se hagan este tipo de preguntas y que en ese ejercicio levanten la línea del olvido y traigan a la memoria los recuerdos de esa fecha que, aunque puedan ser muy dolorosos, servirán para que en el futuro estas cosas no vuelvan a pasar. Sin duda las futuras generaciones lo agradecerán, porque la memoria salva vidas.