El 18 O de 2019 ha marcado un punto de inflexión entre el soportar y el explotar. Inmediatamente producido el estallido social, la TV recordó que había pobreza en Chile, desigualdades flagrantes, inequidades evidentes y sobre todo mucha rabia contenida por décadas de abuso, maltrato y la sensación de que se expresó en una frase muy gráfica, la convicción de que en Chile está "mal pelado el chancho".
Ha sido como un veranito de San Juan de sensibilidad social, pero después hemos caído nuevamente en las notas playeras al son del reggaeton: el mayor mariscal de la costa; dónde veranear con pocas lucas y cositas ligeras e inofensivas. Ahora, en un marzo que muchos vaticinan incendiario en términos de violencia, me preguntan cómo veo ese escenario.
Yo espero que vayamos pudiendo debatir con altura y amistad cívica, dado que tendremos un plebiscito en abril, pensando en el bien de Chile, en vez de atrincherarnos y encender barricadas, literal y metafóricamente. Me temo que hay algunos grupos maximalistas y antidemocráticos que van a continuar alentando las escaramuzas y la violencia en las calles. Eso, cuando lo que debemos intentar hacer es amplificar la voz de los pobres, de los que viven en ellas, a la intemperie, de los ancianos abandonados y, especialmente, de las mujeres jefas de familia más vulnerables que hacen un esfuerzo cotidiano de sobrevivencia para sacar adelante a sus hijos. Esas voces están por lo general muy poco representadas en el debate cotidiano y debemos oírlas y considerarlas.
Dado que el 8 M el mundo celebra el Día Mundial de la Mujer, esperemos que la creatividad no agresiva de ellas que se expresó y les dio fama planetaria a Las Tesis sea una forma potente y pacífica, llena de símbolos, que nos permita atender y avanzar en mejorar la vida de todas y todos, en especial de las y los más pobres.
José Francisco Yuraszeck Krebs
Capellán Hogar de Cristo