A casi cuatro meses del estallido social, mientras el pueblo ansiaba mejorar su situación y apagar el supuesto incendio de sus vidas, héroes que nadie pidió llegaron prometiendo apagarlo. Quién habría pensado que lo intentarían apagar con bencina.
Los actos de violencia son parasitarios de las marchas pacíficas y de las jornadas de protesta. No son parte de las manifestaciones, las usan como escudo. Una revuelta que, algunos dirán, comenzó con un noble afán, está logrando solo dolor y decaimiento para todo un país.
Quienes ejercen la violencia son grupos minoritarios que podrían ser controlados de mejor manera si la policía tuviera mejores herramientas de inteligencia y una estrategia orientada a atrapar delincuentes y no a dispararles a manifestantes. Durante la crisis, ningún dirigente político ha dejado de condenar los incendios y saqueos ocurridos desde el estallido de octubre, sin embargo, son enfáticos en cuestionar cualquier mejora que permita proteger a los chilenos de la delincuencia y los actos violentos.
Gandhi señalaba: "La victoria obtenida por la violencia es equivalente a una derrota, porque es momentánea". La historia lo prueba. Quienes logran imponerse logran una victoria momentánea. En Chile, necesitamos cambios reales y duraderos, necesitamos una agenda social fortalecida y eso si debe ser prioridad de todos.
Patricio Saavedra Bahamondes