Sanantonina dejó su trabajo en naviera para emprender con su propia heladería
Soledad Berríos Cabezas se decidió, tomó el riesgo y no se arrepiente. Hoy vende enrolados o helados tailandeses.
"La primera vez que la idea de emprender apareció en mi mente, me llenó de ansiedad. Dejar el empleo, poner un negocio propio, trabajar sin estrés y hacerlo que nos gusta, nos generaba alegría de solo pensarlo", señala Soledad Berríos Cabezas (45 años), quien trabajó durante 23 años en empresas navieras, 11 de ellos en una compañía alemana con oficina en Santiago. Renunció y se instaló con una heladería.
Durante muchos años, Soledad viajó diariamente a la capital para llegar a su trabajo. Para eso debía levantarse a las 5.30 de la mañana y volvía a su casa, casi a las 21 horas. Solo alcanzaba a tomar once, revisar las mochilas y acostar a sus dos hijos, Luciano y Cristóbal que hoy tienen 20 y 11 años, respectivamente, y ver un rato a su marido, Antonio Pardo, cuando no estaba con turno en el puerto.
Aunque hay algunos que creen que el dinero y la familia no deben mezclarse, otros piensan que no hay mejores personas en quienes confiar para hacer un negocio. Y eso fue lo que pensó Soledad cuando, hace un año y medio, se decidió y abrió la heladería Thai Sol.
Sus productos estrella son los enrolados o helados tailandeses preparados en base a crema de leche y frutas naturales sobre una plancha congelada, pero también vende barquillos, café y próximamente wafles.
"Estoy contenta y entusiasmada porque Thai Sol ha tenido una excelente respuesta del público. Son helados artesanales en un formato que en San Antonio no era tan conocido", explica la emprendedora.
Agrega que "trabajar en la casa y con un emprendimiento propio es la contracara del estrés, ya que te permite estar en equilibrio, tranquilo y disfrutar de lo que haces. Querer tener algo propio es retomar el control y diseñar el estilo de vida que se quiere, estar activo, conocer personas o hacer cosas; uno puede administrar sus tiempos y así tener más libertad y capacidad de decidir y disfrutar, por ejemplo, de un almuerzo en familia cualquier día de la semana, cuando antes se podía solo sábado o domingo", explica.
Nueva vida
Hace dos años y medio Soledad Berríos dejó de trabajar en Santiago donde se dedicaba al comercio internacional, carrera que estudió en el Instituto Comercial Marítimo Pacífico Sur de San Antonio.
"Cuando decidí hacer la transición de empleada a emprendedora, mi motivación fue simple, quería estar en mi casa cuando quisiera, junto a mi marido e hijos y poder administrar mis tiempos. Amo a mi familia, y quería estar para ellos sin tener que dar explicaciones", señala.
Agrega que "el trabajo que tenía era excelente, trabajaba para una prestigiosa empresa, pero me entristecía salir a trabajar al iniciar el día y volver cuando ya era de noche. Quería estar cualquier día, en cualquier momento, tranquila y disfrutar, sin rendir cuentas a nadie, por eso decidí estar en San Antonio".
Renunció y se dio un año sabático, tiempo en el cual recuperó lo perdido, pudo disfrutar libremente de la familia, caminar por las calles mientras los demás estaban en la oficina y planear qué hacer. "Ese año me lo di para mí. Gocé ser dueña de casa, atender a mis hijos y a mi marido. No quise volver al rubro, me dediqué a descansar y pensar en lo que haría. Fue ahí que decidí poner mi propia heladería. La inauguramos en septiembre de 2018", recuerda.
¿Por qué se decidió por una heladería y no por otro tipo de negocio?
-Hice un estudio de mercado y me di cuenta que solo en un lugar vendían estas delicias. Además, todo está centralizado en San Antonio o Llolleo. Esa fue mi base y quise acercarme a la gente. Comencé a mirar distintos segmentos y encontré que el sector donde vivo (Alto Mirador) era ideal. Estoy en una avenida principal y tengo dos colegios muy cerca. Hace 10 años que vivimos aquí y decidimos transformar la casa. En el hall de entrada puse la heladería, mi marido no quería que fuera aquí, pero yo estaba segura que era lo mejor, porque así no pagamos arriendo, además estoy atenta todo el día a la casa y a los niños.
-¿Fue difícil cambiar la seguridad de un empleo por emprender?
-No es fácil, pero estoy muy contenta de haber tomado la decisión. Creo que la vida en familia es lo más importante. Siento que yo ya voy de vuelta, las cosas materiales no tienen mayor valor para mí. Prefiero lo intangible como es disfrutar de los niños y a mi marido, estar todos juntos. Antes era impensado poder ir a dejarlos al colegio. Hacemos de cualquier día uno especial, ya no tenemos que esperar el fin de semana para eso. Mi casa no la conocía de día, porque salía al amanecer y regresaba de noche.
-¿Se capacitaron en la preparación de este tipo de helados?
-Nuestra idea era traer algo rico y novedoso para los vecinos. Los enrolados son distintos, son helados tailandeses y para su preparación tuvimos que hacer cursos antes de abrir el negocio. Mi marido se capacitó conmigo. Esto ha sido un emprendimiento totalmente familiar. El empuje y entusiasmo para que esto funcione es de la familia y estamos satisfechos porque vemos a los clientes felices y todos vuelven.
-¿Cómo ha sido este año y medio de emprendimiento?
-No estoy arrepentida. Estoy contenta con mi negocio y siento que la gente lo aceptó muy bien. Tenemos muy buena clientela. Abrimos todos los días, de lunes a lunes. En el verano pusimos una pequeña sucursal en una feria de emprendedores en los estacionamientos del Sodimac y a partir de abril, comienza otra feria donde también estaremos presente con una máquina de helados, esta vez estará en el segundo piso de este mismo centro comercial. La idea es poder ir creciendo y dando trabajo a más personas.
Proyecciones
Entre los planes futuros de Soledad, está poner un tercer local con venta de helados. Para eso, está estudiando el sector donde lo abrirá. Mientras, compró una máquina de wafles y otra de café para sumar a su emprendimiento de enrolados y barquillos. "Estamos preparándonos para el invierno, cuando la venta de helados baje. Tendremos otras opciones para deleitar a nuestros clientes", dice.
La experiencia en su trabajo anterior relacionada con comercio internacional, le sirvió para elegir e importar la máquina que más se acomodara a sus necesidades. "Las que venden acá no llenaban mis expectativas y como sé lo que hay que hacer porque en mi anterior trabajo estuve a cargo del área importaciones, hice los contactos para traer la máquina que me acomodara", relata.
Agrega que "nos ha ido tan bien que, para devolver la mano a nuestros clientes, entregamos tarjetas preferenciales donde marcamos sus compras y la décima, es gratis. También regalamos dinosaurios y pinches para los más pequeños. Tratamos a los clientes como a la familia, nos reímos juntos, me cuentan sus cosas mientras les preparo el helado, es todo muy familiar. Todo esto se ha convertido en algo muy bonito y cada día es como el primer día. Los clientes encuentran el mismo sabor de nuestros productos que hace un año y medio. No hemos cambiado los insumos y esa es la magia", finaliza.
Heladería Thai Sol está ubicada en calle Las Palmeras 863 y tiene página en Facebook e Instagram.