Ni el "mote con huesillos" se salva del agresivo coronavirus
"La luz, el agua, el gas no esperan a nadie; esos no tienen virus y hay que cumplirlos sagradamente todos los meses", dice Roberto Valle, popular vendedor del tradicional refresco.
Cielos despejados y temperaturas sobre los 20 grados han caracterizado el mes de marzo en el Litoral Central. Un verano que demora en retirarse y un otoño caprichoso que tarda en llegar hacen que estos días se presenten como ideales para disfrutar, por ejemplo, de un rico y refrescante "mote con huesillos". Claro que en esta fórmula no hemos contado todavía al nefasto efecto del coronavirus, que ha vaciado las calles, llevándose los transeúntes y la sed al confinamiento hogareño que busca evitar nuevos contagios.
Bien lo sabe el sanantonino Roberto Valle González, que con 62 años a cuestas se ha convertido en un popular vendedor del brebaje típico que por estos días ya casi no tiene clientes. "Aquí estamos luchando con el mote con huesillos, pero la cosa ha estado lenta, lenta. Anda muy poca gente, casi nadie en las calles, pero me imagino que todo esto tendrá que terminar; así que hay que aguantar el chaparrón esperando que pase", dice con optimismo.
A la calle
Sobre la marcha reflexiona sobre su condición de trabajador autónomo y la obligación que tiene de salir a la calle todos los días en busca de sustento. "Lo que pasa es que es muy fácil para quienes tienen un ingreso fijo quedarse en la casa. Es muy fácil decirlo, pero los que no tenemos ingresos debemos salir a la calle sí o sí porque no tenemos otra opción, ya que los alimentos no caen del cielo, hay que salir a buscarlos y este es mi lugar de trabajo", comenta apuntando al carrito donde acarrea el mote con huesillos "bien hela'íto".
La realidad de este trabajador es la realidad de miles en San Antonio. Personas que sin importar la crisis sanitaria tienen que salir de sus casas en busca del salario que les permita pagar las cuentas, conseguir alimentos. Nada más, pero tampoco nada menos.
"Yo tengo que salir obligado a trabajar porque a mi casa no me van a ir dejar los alimentos y las cuentas no esperan. La luz, el agua, el gas no esperan a nadie; esos no tienen virus y hay que cumplirlos sagradamente todos los meses", aclara enfático, con esa lucidez que solamente dan los años y la calle.
Y desde su condición de protagonista de la emergencia sanitaria, pero también de la emergencia económica que está causando el coronavirus, este vendedor ambulante plantea que las "autoridades chilenas están sobrepasadas porque uno ve lo que está pasando a nivel mundial y se va a poner peor a menos que las entidades puedan congelar los pagos de todo tipo de cuentas como la luz, el agua, teléfono, los permisos. Eso podrían hacer las autoridades por lo pronto para tratar de ayudar a los que trabajamos al día".
Esperanza
A pesar de su condición de desmedro económico en medio de la pandemia que azota al planeta, Roberto Valle González no pierde el optimismo y se mantiene firme junto a su carrito de mote con huesillos, porque para él vender, aunque sea un solo vaso, es mejor que no vender ninguno.
Y con esa premisa sale todos los días a la calle, ya sea rumbo a su lugar tradicional en el acceso al puerto por Alan Macowan, o a la entrada de la feria mayorista de Bellavista.
"Yo me aferro a que pase luego esta pandemia y todo fluya como era hasta hace poco porque ahora imagínese que estoy trabajando al 30 por ciento de lo que vendía antes; pero si me quedo en la casa sería cero por ciento, entonces es cosa de matemáticas no más", explica con vehemencia y otra vez sus palabras aportan la indispensable sabiduría popular para los tiempos de crisis.
Nadie le compra mientras dura la entrevista. No vende ninguno de sus vasos con mote con huesillos, pero este sanantonino aperrado sabe que algo se venderá de aquí al final del día, porque como él mismo dice "es mejor tener un poco a tener nada. Y esa es la realidad de muchos que no tenemos un sueldo como las personas que van al cajero y está depositado su sueldo, yo no tengo esa opción, por eso el 30 por ciento que me gano hoy día me sirve porque eso no lo tengo en la casa".
Los días han estado soleados en marzo, pero justo cuando conversamos con Roberto Valle nubes veleidosas han cubierto el cielo porteño. Los que vivimos por estas orillas sabemos que pronto pasarán.
Lo sabemos tan bien como lo sabe el popular vendedor de mote con huesillos que compartió mucho más que un par de declaraciones para llenar esta crónica. Compartió, de pasada, una lección de vida.
"Es mejor tener un poco a tener nada".
"Aquí estamos luchando con el mote con huesillos, pero la cosa ha estado lenta, lenta. Anda muy poca gente, casi nadie en las calles",
Roberto Valle
62 años tiene Roberto Valle, vendedor sanantonino de mote con huesillos.