La mujer que con esfuerzo y valentía logró su espacio en la venta de productos del mar
Jacqueline Avendaño Álvarez trabaja desde los 17 años en el mercado pesquero de San Antonio. Hoy es reconocida y cuenta con el apoyo de sus pares en la venta mayorista y al detalle de pescados y mariscos.
"Agradezco la posibilidad de mostrar la realidad de muchas mujeres que hoy en día son jefas de hogar, padres y madres que han llevado el sustento a sus hijos y con su esfuerzo han podido proveer de educación a cada uno de ellos".
Con estas palabras y con una actitud de humildad, cariño y orgullo por lo que ha logrado, comienza esta entrevista Jacqueline Avendaño Álvarez (55 años), comerciante de productos del mar, frescos y congelados, en el reconocido mercado pesquero Esfuerzo y Trabajo del sector de la caleta de San Antonio.
Proviene de una familia dedicada al rubro del comercio de pescados y mariscos, para la cual solo tiene palabras de agradecimiento por el constante apoyo y valores recibidos.
"Agradezco a mi tía Teresa Avendaño, pionera en este negocio en San Antonio. Gracias a ella he logrado ser lo que soy. Orgullosa de mis primos Cristian y Raúl Avendaño, que trabajan en San Antonio y en el Terminal Pesquero en Santiago; al igual que mi hermana Sandra Avendaño, siempre comprometida con la labor que desempeña en la caleta Portales de Valparaíso. A todos ellos mi reconocimiento", expresa.
Desde abajo
Nacida en Santiago, Jacqueline es la sexta de siete hermanos, hijos de una familia de escasos recursos en donde la única vía para progresar era trabajar duro.
A los 17 años llegó a San Antonio gracias a la oportunidad que le ofreció su tía Teresa Avendaño para trabajar con ella en la caleta. Corrían los años 80 y Jacqueline estudiaba y trabajaba en forma paralela. "Comencé como administradora de una marisquería ubicada en la Pacheco Altamirano. Esos fueron mis primeros acercamientos con la caleta, que luego se convirtió como en una segunda casa y hasta el día de hoy es mi lugar de trabajo".
Sin darse cuenta, pasaron los años y cuando Jacqueline cumplía 28, se embarazó de su único hijo, Yuri Marcelo. "Él es mi orgullo, la razón de mi existir y el mejor compañero de vida que una madre puede tener".
Con una guagua, las cosas se complican para cualquier mujer sola y Jacqueline no fue la excepción. Pero tuvo la valentía y el coraje para defender y luchar por lo único que realmente le pertenecía: su hijo. Cuando este cumplió 3 años, decidió independizarse y seguir adelante con la fuerza y el amor que le brindaba ese pequeño que llegó para acompañarla.
"Quería ser responsable de mi trabajo y de mi propio tiempo. Es difícil tratar de ser independiente con un hijo y sin ningún tipo de apoyo económico, pero como siempre digo, hay que esforzarse para conseguir las metas", expresa.
-¿Cómo fue la decisión de independizarse, ¿qué camino emprendió?
-Quería hacer un negocio que funcionara, que fuera sostenible. Fue difícil. En un principio incursioné como vendedora ambulante de artículos de playa y luego de artesanía, entre otras cosas que ya ni me acuerdo. Lo que sí tenía claro era que nunca fue opción dejar de trabajar, sabía que tenía la responsabilidad de mantener sola un hogar.
"Fue así como surgió, después de prueba y error, la idea de volver al muelle de la caleta Pacheco Altamirano, esta vez como distribuidora de mariscos frescos. En un momento pensé que sería difícil, pero noté la solidaridad en un ambiente que suele ser considerado machista. Mis colegas comerciantes, como también los pescadores, son muy solidarios y buenas personas, siempre me han ayudado mucho y hasta el día de hoy no puedo decir lo contrario", asegura.
-¿Cómo fueron esos primeros años vendiendo mariscos frescos?
-Comencé entregando un mínimo de mercadería, ganando poco dado que no tenía un capital de inversión, solo mis ganas de emprender y una carretilla, siempre con mi hijo pequeño al lado porque no me gustaba dejarlo solo en casa. Tuve momentos en los que el negocio no funcionaba, temporadas que uno proyectaba una ganancia y en realidad eran otros los resultados.
"Sacrifiqué fechas importantes como fiestas de fin de año y feriados. Uno en este negocio no tiene descanso. Vivíamos del turismo y había que estar atento en vacaciones o fines de semana largos donde había más gente por lo que las ventas crecían", agrega.
Luego de un tiempo y con la energía puesta en abarcar otras áreas, Jacqueline comenzó a buscar alternativas de negocio. Fue así como emprendió, además, con la venta de plásticos y bolsas. "Mis clientes eran los mismos restoranes que hay en el sector. Se comercializaban mariscales y ceviches en pocillos y yo era quien les vendía los potes y cucharas que compraba en Santiago. Era un tremendo sacrificio que hacía porque me venía en bus pagando exceso de equipaje. Luego, gracias a mi esfuerzo y ganancias, logré comprar mi primer vehículo de trabajo, una camioneta Nissan", recuerda con una sonrisa de orgullo.
Creció el negocio
La compra de la camioneta significó un gran logro para Jacqueline porque con ella pudo tener mayor capacidad, comodidad, traer más stock de pedidos y acceder a mejores precios como mayorista.
"Gracias a este negocio y a las oportunidades de ser constante y resiliente, años después pude comprarme un camión para abarcar más capacidad para mis pedidos y traer otros productos. Incorporé mariscos congelados a mi carta de negocio, donde puedo ofrecer muchas variedades distintas a mis clientes hasta hoy", afirma.
Aumentó el volumen de ventas gracias a su constancia y empuje. Se levantaba a las 5 de la mañana y volvía a su casa a las 10 de la noche, todo el día trabajando o viajando a Santiago por más mercadería. Muchas veces tuvo que dejar a su hijo solo, pero la vida la ha recompensado, según confiesa.
Con el paso de los años se pudo cambiar a una casa más grande y vivir más cómodamente con su hijo, además de comprar máquinas para mantener sus productos congelados, negocio que aún mantiene vigente.
Buen hijo
Jacqueline recuerda que durante su niñez y juventud fue siempre una buena alumna. "En la básica y enseñanza media me fue bien, pero antiguamente las oportunidades educativas y profesionales no se daban como en la actualidad".
"Mi consuelo en un principio era trabajar mucho para darle a mi hijo todo lo que no tuve, principalmente una educación universitaria, además de enseñarle valores e inculcarle que fuera un profesional", añade.
Parece que lo hizo muy bien porque hoy su hijo Yuri Marcelo tiene dos títulos universitarios: ingeniero en acuicultura e ingeniero civil industrial. "Me siento recompensada y favorecida con un hijo profesional que trabaja bien. Él es mi gran orgullo, por él me esforcé desde un comienzo y la recompensa fue grande", señala con emoción.
-¿Considera que ha sido difícil salir adelante?
-Me ha costado mucho, cuesta encontrar oportunidades porque, obvio, no llegan solas. Hay que ser perseverante, resiliente y esforzado; si tienes un espíritu luchador y de querer salir adelante lograras tus objetivos. Mi realidad es la realidad de muchos chilenos de clase baja y media, hay que trabajar mucho para conseguir y lograr tus objetivos en un país que es tan desigual.
Jacqueline además volvió a trabajar con su tía Teresa atendiendo la pescadería "Jorgito", en el local 1 del mercado pesquero Esfuerzo y Trabajo en la caleta Pacheco Altamirano en San Antonio. "Gracias al apoyo de mi tía, dueña de este puesto, es que he logrado ser lo que soy. Aquí partí trabajando hace muchos años y hoy desde aquí también vendo mis productos del mar", expresa.
"Por lo mismo, no puedo dejar de homenajear y reconocer a grandes mujeres que son ejemplo de esfuerzo y emprendimiento en la comuna como son Teresa Avendaño, María Muñoz, Teresa Carreño, Cecilia Valdivia e Inelia Tapia, entre tantas otras pioneras del rubro de comerciantes pesqueras", agrega.
Finalmente, Jacqueline señala que "me veo como una mujer muy feliz, realizada y agradecida de lo que he conseguido por mi esfuerzo, persistencia y las ganas de reinventarme siempre".
"Espero que, durante estos días de Semana Santa y todo el año, puedan visitarme y llevar productos frescos y congelados para que los puedan probar en casa. En estos tiempos, por seguridad, también pueden hacer sus pedidos a domicilio. Solo tienen que llamar al +56 9 96322578", invita.
"Él es mi orgullo, la razón de mi existir y el mejor compañero de vida que una madre puede tener",
Jacqueline Avendaño, sobre su único hijo
"Es difícil tratar de ser independiente con un hijo y sin ningún tipo de apoyo económico, pero como siempre digo, hay que esforzarse para conseguir las metas".
"Me veo como una mujer muy feliz, realizada y agradecida de lo que he conseguido por mi esfuerzo, persistencia y las ganas de reinventarme siempre".