Memorias del Doctor Muerte
Su trayectoria como médico estuvo rodeada de polémica. Siempre se mostró a favor de la eutanasia y desde 1990 comenzó a practicar procedimientos ilegales para ayudar a morir a sus pacientes. Sus prácticas fueron altamente controvertidas y tuvo que responder ante la justicia por varios casos de homicidios.
En meses muy complejos y llenos de incerteza para la raza humana, viviendo en medio de una contingencia que se pensaba como parte exclusiva del pasado, de siglos ya vividos y dejados atrás por el paso de nuevos calendarios, volvieron a surgir vocablos que se creían perdidos. Atávicos, si se quiere. O al menos obsoletos. Epidemia, pandemia, cuarentena y otros están hoy en boca de todos. De la misma manera, nuevas ideas pasaron a ser dominio de la opinión pública: distancia social, teletrabajo, exámenes PCR.
Pero hay un concepto que, en este último mes, trajo al país cierto nivel de controversia. Hablamos del llamado manejo compasivo del paciente. De acuerdo a la explicación entregada por el ministro de Salud, es la determinación de "si la persona presenta necesidades asistenciales muy invasivas, hay una decisión de no proveerlas". Por su parte, Enrique Paris, expresidente del Colegio Médico, optó por aclarar diciendo que "algunas familias con mucha conciencia, antes de enfermarse dejan por escrito o solicitan que no se sometan a tratamientos extremos".
Esta situación fue catalogada por muchos como una eutanasia encubierta. Y cuando hablamos de este procedimiento, nos viene a la memoria de inmediato un personaje que estuvo en la cresta de la ola mediática a fines del siglo recién pasado. Se trata del médico Jacob 'Jack' Kevorkian, más conocido como "el Doctor Muerte". Y más ahora, cuando el próximo 16 de abril se cumplen exactos treinta años desde que ejecutara su primer suicidio asistido.
Memorias del Doctor Muerte
Jacob Kevorkian nació en el condado de Pontiac, en Michigan, Estados Unidos, en 1928. Con apenas 24 años se tituló en la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor, ciudad mayoritariamente universitaria. Cuando cumplía treinta años de exitosa carrera, tuvo la posibilidad de escribir artículos en diversas revistas de ciencia y medicina. En ellos, hablaba extensamente acerca de su visión frente a la eutanasia.
La comunidad miraba con recelo sus exposiciones y prefería no emitir juicios al respecto. Su abierta posición a favor de esta decisión médica generaba mucha evasión de parte de sus colegas. Y muy pocos eran quienes se atrevían a emitir alguna palabra de apoyo o coincidencia.
A fines de los '80, en lo que se creyó que era la gota que colmaría el vaso, se asumió como un médico con "orientación a la muerte". Debido a que estas autoproclamaciones se hacían cada vez más frecuentes y cada vez generaban más oposición y polémica, el estado de Michigan le quitó la licencia, dejándolo sin poder ejercer la medicina.
Sin embargo, se las arregló para seguir con sus deseos, estableciendo incluso las condiciones que su visión de la eutanasia requería para llevarse a efecto. Entre ellas, decía Kevorkian, debía tratarse de un paciente en estado terminal, sin ningún tipo de esperanza ni posibilidades clínicas, además de estar todos sus exámenes resueltos, en especial los sicológicos. De no darse estas condiciones, el paciente debía derivarse a un especialista.
El 16 de abril de 1990, exactos treinta años atrás, el apodado "Doctor Muerte" provocaba el primero de sus suicidios asistidos. Se trató de la española Lorena Subiela, quien fue conectada a su tanathron, o máquina de la muerte, desde donde la propia moribunda se autoadministraba cierta dosis de químicos altamente letales.
Dado que seguía con su licencia retenida, cada vez que requería algún químico le era imposible comprarlo. Pero sus deseos de facilitar el suicidio eran muy fuertes. Sicopáticamente irresistibles. De modo que resolvió la situación creando una nueva máquina, denominada de máquina de la misericordia. En ella, los pacientes se conectaban a una mascarilla, la que, por una gruesa manguera, estaba conectada a un generador de dióxido de carbono, desde donde los pacientes respiraban hasta caer muertos.
Aunque decenas de distintos abogados, activistas y políticos trataron de llevarlo a juicio, nunca se lograba por el apoyo social de cierta parte del país. Además, esgrimían sus defensores, se trataban de suicidios voluntarios y no de asesinatos.
El 23 de noviembre de 1998, Jack Kevorkian ayudó a Thomas Youk, un hombre de 56 años, desahuciado de esclerosis lateral amiotrófica, a suicidarse. Y grabó toda la secuencia.
Posteriormente, en el juicio por sus atrocidades, reconoció -para sorpresa de todos- que había ayudado a suicidarse al menos a ciento treinta personas en solo ocho años. Y, cuando un potente rumor se desplegaba por la corte, decidió exhibir el video de Thomas Youk. Lo peor para el "Doctor Muerte" fue que en el video aparecía él administrando la dosis a Thomas Youk, y no el propio enfermo. A partir de ese momento, la única y mínima luz al final del túnel de su libertad se apagó para no prender más.
Durante el proceso judicial, se demostró que en muchísimos casos no siguió ni siquiera sus propios protocolos. Y llevó a la muerte a pacientes que no pasaban por el proceso terminal de su patología. De hecho, consta en el texto del proceso que al menos el 60% de sus víctimas no estaba en esa condición y, al menos, ameritaban estudios posteriores pues algunas patologías eran recuperables. Otros que ni siquiera le presentaban exámenes y hubo algunos a quienes les falseó una supuesta depresión, sin siquiera pasar por la consulta de un siquiatra.
Más aún: varios testigos -amigos y familiares de las víctimas- refirieron que algunos de los pacientes de Jack ni siquiera habían manifestado sentir dolor o malestares. Incluso se demostró que en el caso de Lorena Subiela, su primera víctima, pasaron menos de dos días desde que él tomara el caso. Y ni siquiera la entrevistó en esas 48 horas, sino simplemente siguió la indicación del esposo de la española.
Su sentencia
El juicio no se extendió por muchos días. El jurado, por unanimidad, y facilitados porque fue el propio "Doctor Muerte" quien asumió su defensa, lo condenó a un periodo de 10 a 25 años de prisión, bajo el cargo de homicidio en segundo grado. Sin embargo, cumplió solo ocho de ellos pues fue perdonado por su edad y buena conducta, y enviado a su hogar.
En enero del 2008, a la edad de 80 años, Jack Kevorkian habló en la Universidad de Florida acerca de su visión de la medicina, la vida y la muerte, donde expuso que él jamás quiso matar a los pacientes, sino que solo evitarles un cruel sufrimiento. Cuando murió, el 3 de junio de 2011, a causa de una insuficiencia renal, hablaba tanto inglés como alemán, japonés y un poco de español. Pintaba óleo y había compuesto algunas canciones.
Días después de su funeral, se deslizaron decenas de testimonios que daban cuenta de que las cifras arrojadas en el juicio eran insuficientes. Y hoy se cree que en realidad son más de 400 las víctimas a quienes el "Doctor Muerte" ayudó a fallecer.
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Néstor Flores F.