Desafíos ante la crisis
Jaime Rodríguez Manríquez, profesor de Historia, magíster (C) en Ciencias Sociales y Sociología de la Modernización.
El desafío mundial hoy en día vincula la amenaza sanitaria mundial con todas las herramientas disponibles por los estados y las sociedades en lo que refiere a la gestión del riesgo. La amenaza de la inseguridad sanitaria hoy es tan peligrosa como incierta, las sociedades recurren a "recetas" frente al peligro del que ha sido llamado incluso como un "enemigo poderoso, cruel e implacable que no respeta a nadie". Es en este contexto de excepción a lo cotidiano que conviene reflexionar desde una observación menos urgente los procesos de gestión frente a la alarma.
En primer término, el enfoque según el cual a la amenaza se le debe someter hasta su disipación, lo que incluye medidas generales, colectivas y muy restrictivas de las libertades públicas, es una opción con doble riesgo: el primero fomentar que la norma se sobrepase al no verse sus efectos inmediatos; y el segundo, que simplemente se sobrepase por la falta de convicción social. Un segundo enfoque descansa en la responsabilidad individual, lo que implica también la apelación de criterios personales, mayormente guiados por la conveniencia particular que por el resguardo del colectivo social ampliado, es decir, la prevalencia de su solo interés y en uso pleno de su libertad personal.
Pues bien, frente a esa disyuntiva, tomar decisiones se torna una compleja maraña de acciones que pueden parecer correctas o no según quien lo quiera mirar. Lo cierto es que Chile es un país que no convive con ningún tipo de normalidad desde octubre de 2109, la aspiración frenética por esa "normalidad" trae malamente y bajo criterios equívocos comportamientos que alientan falsas esperanzas o peor aún una falsa seguridad. No hay retorno seguro a nada, sin asumir que la emergencia está más vigente que nunca, que los prometidos "peaks" de contagios los estamos viviendo día a día, y más aún la autoridad parece olvidarse de un rasgo constitutivo del carácter del "ethos" chileno, su naturalidad ante la tragedia, su aprendizaje en una historia plagada de desgracias sociales de las más diversas formas. Ese rasgo es el que como un capital emergente hay que explotar, el carácter solidario y disciplinado que el chileno común saca a relucir cuando es requerido, característica que es una llave que debe complementar la gestión del riesgo a través de las herramientas procedimentales disponibles, y el conocimiento del carácter social y los saberes acumulados de nuestra ciudadanía, de sus aprendizajes y prácticas culturales, es decir, la ciencia social aplicada a la gestión del riesgo, del cual como nos señala el sociólogo Ulrich Beck, será siempre más importante distribuir en las capas sociales de manera igualitaria que intentar (a veces vanamente) reducir a una falsa normalidad.
"No hay retorno seguro a nada, sin asumir que la emergencia está más vigente que nunca".