Increíble giro en caso de trasandina que buscaba a su madre en San Antonio
Luego de la publicación de la historia de Gabriela Álvarez, que desde Buenos Aires quería hallar a su madre, una hermana sanantonina que no conocía la contactó. Aquí, los detalles de cómo después de 44 años madre e hija volvieron a encontrarse.
Varias cosas pasaron antes de que el viernes 5 de junio, a eso de las dos de la tarde de Chile, la argentina Gabriela Álvarez se conociera con su madre sanantonina, Graciela Quijada. De hecho, pasaron varias cosas al mismo tiempo y en lugares separados por miles de kilómetros en Chile y Argentina para que, tras 44 años, madre e hija volvieran a encontrarse.
Para poder entender la magnitud de este encuentro improbable que se hizo realidad, hay que ir al principio de esta historia.
Era la mitad de los años setenta cuando el policía bonaerense Alfredo Álvarez se conoció con la chilena Graciela Quijada. De aquella relación, cuyos detalles solamente conocen los incumbentes, nació Gabriela, quien desconociendo los pormenores que llevaron a la separación de sus progenitores, fue criada por su padre y su abuela paterna como única figura maternal.
"Yo me crié con la familia de mi papá y mi abuela fue la que hizo el rol de madre. Mi papá falleció en el 2017. Siempre supe que tenía una mamá biológica que era chilena y nunca hice nada, pero cuando murió papá, revisando unos documentos, apareció una partida de nacimiento con una rectificación donde mi madre biológica me reconoce como su hija. En esa partida aparecieron los datos y empecé a preguntar a mi familia pero nadie sabía más. Entonces fui al Consulado donde me dieron unos formularios y con eso ya tuve los datos completos de su nombre", explicaba Gabriela Álvarez hace algunos días a través del teléfono, desde Argentina.
Búsqueda
En efecto, la muerte de su padre gatilló en Gabriela la necesidad de buscar a su madre. Lo intentó primero a través de Carabineros que incluso llegaron a la calle Desiderio Soto del puerto de San Antonio, que era la única pista que tenía. De ese encuentro policial con los familiares de Gabriela, nunca hubo respuestas.
Fue así como esta comerciante trasandina, confinada circunstancialmente por la pandemia en la zona de Miramar -a más de 400 kilómetros de su casa en Buenos Aires-, decidió retomar la búsqueda. Fue una corazonada. Algo en su interior le decía que sus pesquisas no habían terminado.
Su hermana
Con esa certeza contactó a medios de comunicación en San Antonio y fue así como su historia se hizo conocida. Fue así mismo que personas anónimas aportaron con los datos que permitieron al equipo de prensa de Diario El Líder llegar hasta la calle Desiderio Soto, donde encontramos a Elizabeth Vásquez (56), una de las hermanas de Gabriela.
"Cuando supe que ella estaba buscando a mi mamá, lo primero fue una sorpresa muy grande porque yo no sabía que tenía una hermana, así que nos contactamos por Facebook primero y después pudimos hablar. Me da una alegría muy grande saber que tengo una hermana en Argentina, además que es muy linda y simpática", confesó Elizabeth en la puerta de su casa, en el mismo lugar donde hace un año Carabineros llegó preguntando por su madre.
Sobre este hallazgo, Gabriela Álvarez dijo a El Líder, desde Argentina, que su hermana Elizabeth la "contagió lo contenta que estaba y me contó que es ella la que vive en esa calle y que el año pasado llegaron los Carabineros, pero parece que no pudieron explicarlo bien. Se entendió que la buscaba una Gabriela y no entendió. Y quedó ahí porque había una Gabriela amiga de la mamá, entonces por ahí se confundió todo".
Emoción
Muy emocionada, Gabriela insistió en estar "muy contenta porque aparte ella me recibió con mucha alegría y me encantó conocerla. Y bueno, ahora está pendiente lo de mi madre. Ella me dijo que es una mujer difícil y también que me prepare para el rechazo tal vez, pero eso es una posibilidad que siempre barajé. Desde que empecé esta búsqueda es una cosa que tengo asumida porque es para conocernos nada más y tampoco quiero que aquí nadie asuma o se vaya con alguna culpa de nada".
Más cerca
La mañana de ayer, en la calle Desiderio Soto de San Antonio, la habitual camanchaca costera recién abría paso a unos débiles rayos de sol que se colaban entre las altas cornisas de las antiguas casas del histórico barrio del centro de la ciudad. Ahí en la calle, Elizabeth compartió su temor por el final que podría tener esta historia. "Voy a ir a comprar el diario para leer la nota que salió y después de eso voy a llamar a mi mamá para contarle, porque ella vive en Argentina hace más de 40 años y a sus 78 no sé si quiera saber de estas cosas. Nunca nos habló de esto, y aunque a mí me ponga contenta saber que tengo una hermana, no sé cómo va a tomar ella esta noticia", explicaba.
A esa misma hora, al otro lado de la Cordillera, Gabriela Álvarez también hablaba de cómo durante años se había preparado para un posible rechazo. En ese sentido la trasandina argumentaba su posición diciendo que "yo tuve una gran familia, una gran mamá que fue mi abuela. A pesar de esto, que parece una decisión horrible como es dejar una hija, yo tuve una infancia muy linda, una familia hermosa, que tal vez de otra forma no podría haber tenido. Aquí no hay ningún reproche de nada porque se trata de conocerse y nada más".
Increíble encuentro
Lo increíble de esta historia es que casi a la misma hora en Laguna de Lobos, Argentina, a casi mil 500 kilómetros de San Antonio, Graciela del Carmen Quijada recibía las primeras noticias de su hija que la estaba buscando y, sin dudarlo, tomó el teléfono y la llamó de inmediato terminando de esta manera con 44 años de distancia.
Eran cerca de las dos de la tarde en Chile, una hora más en Argentina, cuando en la zona de Miramar Gabriela Álvarez recibió el llamado que le cambió la vida. A través de una videollamada pudo conocer a su madre y ambas, con los ojos inundados de la emoción y los corazones queriendo arrancárseles del pecho, hablaron por primera vez.
"Estoy recontenta, es reamorosa, nada que ver a lo que me había imaginado o que me advirtieron antes. Ella me llamó, ella me llamó, es muy agradable, hablamos varias cositas, nos conocimos y quedamos que la voy llamar de vuelta", dijo Gabriela, muy emocionada por el fin de su búsqueda, por el epílogo del misterio que hasta el viernes había cruzado su vida.
"Estoy muy agradecida de los medios de San Antonio. También vi gente que quiso colaborar dando datos de la dirección y de la calle. Me hizo ver la solidaridad que se dio con esto y por eso estoy muy contenta y sobre todo muy agradecida", dijo mientras relataba sin parar de hablar los planes que tiene para cuando termine la cuarentena y pueda volver a su casa que siempre estuvo a menos de una hora y media de la casa de su madre.
"Vamos a estar en contacto. Yo iré a verla para que nos tomemos un mate y conversemos porque tenemos tanto de qué hablar y conocernos. Ella es muy dulce y me trató con tanto cariño que estoy contenta, muy contenta por haberla encontrado", repitió Gabriela varias veces desde la zona de Miramar, cerca del Atlántico, muy lejos de San Antonio, también lejos de su casa en Buenos Aires, pero ahora más cerca que nunca de su madre. Esa madre que recuperó después de 44 años de historia.
"Cuando supe que ella estaba buscando a mi mamá, lo primero fue una sorpresa muy grande porque yo no sabía que tenía una hermana",
Elizabeth Vásquez,, hermana de Gabriela
"Estoy recontenta, es reamorosa, nada que ver a lo que me había imaginado o que me advirtieron antes. Ella me llamó, ella me llamó, es muy agradable"
Gabriela Álvarez, tras hablar por primera vez con su madre