Así se vive una noche de cuarentena en las calles
Un equipo de Diario El Líder acompañó a detectives de la PDI y a personal del Ejército en una ronda de fiscalización efectuada en San Antonio y Cartagena. Infractores no faltaron.
Son las 10 de la noche del último día de junio de 2020. San Antonio en cuarenta empieza a quedar sin peatones ni vehículos en las calles. Un equipo de Diario El Líder acompaña a las patrullas de la PDI de San Antonio que realizaran un operativo de control por el centro de Barrancas y también en la parte alta.
A escasos 50 metros del cuartel de la PDI, los policías ven a la primera persona en ser fiscalizada en la calle 21 de Mayo. El hombre cuenta que por razones de trabajo porta un permiso de desplazamiento, lo que fue visado por los detectives. La misma situación se repite en las afueras del local de Sodimac y en la calle Antofagasta.
La ronda continúa sin novedades por otras calles de Barrancas centro. Sin embargo, al llegar a la parte alta, en Villa Altos de Miramar, las patrullas fueron advertidas por los vecinos de un suceso que ocurrió en un sitio eriazo ubicada a un costado de la calle Del Bicentenario. Ellos relatan a los detectives cuál fue la situación que les llamó la atención
"Vimos dos personas acá, eran un hombre y una señora media gordita que estaban pintando algo con un spray. Prendieron una vela y luego se fueron", les cuenta una de las vecinas a los agentes de la PDI, que realizaban esta vigilancia al mando del prefecto provincial Daniel Moraga.
Los mismos residentes, que se agruparon en torno a ese terreno baldío, creen que lo que allí había era un ritual de santería pagana. En dicho sitio había un platillo de loza, un cigarrillo a medio fumar, pétalos de rosa, una vela encendida, una raíz pintada de rojo y una lata de conserva que contenía una asquerosa y gruesa feca humana. No había delito en ese hecho, pero los vecinos se mostraron alarmados de que exista gente que sale de sus casas en medio de la cuarentena y bajo el toque de queda para armar algo tan ridículo como lo visto en aquella escena.
30 de marzo
Siguiendo con el recorrido, llegamos hasta la población 30 de Marzo, donde la PDI fiscaliza a dos hombres que están en una plaza. Los detectives consultan sus antecedentes y confirman que se trata de personas en situación de calle que pernoctan en una ruca cercana.
La vigilancia se traslada hasta la población Sor Teresa. Son pasadas las 11 de la noche y parece que todos estuvieran durmiendo en el barrio: muy pocas luces se ven prendidas en las casas y reina un silencio inaudito.
Los vehículos policiales arriban a la parte alta de Tejas Verdes, donde avistan a un hombre parado en la vía pública. Sus antecedentes y documentos dan cuenta de que se trata de un trabajador que espera que un furgón lo traslade al recinto donde presta servicios como vigilante nocturno.
El prefecto provincial de la PDI, Daniel Moraga, resalta que "salimos a fiscalizar porque nuestra institución también está apoyando las fiscalizaciones del proceso de cuarentena y las situaciones que se producen en el toque de queda. En esta fiscalización tuvimos 40 consultados y todos ellos estaban (en la calle) de manera regular, sin antecedentes pendientes y ninguno de ellos con covid-19 positivo".
Según Moraga, se ha notado la baja en la cantidad de personas que circulan por las calles durante las noches, lo que "significa que el trabajo en equipo que existe hoy día con la Gobernación Provincial, el Ejército y Carabineros ha tenido el efecto esperado".
Ejército
Dejamos a la PDI en su labor de patrullaje. Nuestro equipo de prensa se moviliza hasta la avenida Los Aromos, muy cerca de la calle Ginebra. Allí hay instalado un "check point" o punto de control del Ejército.
Los militares han puesto uno de sus camiones en el extremo de un pasaje para pasar desapercibidos al ojo de los choferes que transiten por la avenida.
Cuando estábamos conversando con uno de los oficiales a cargo de ese dispositivo, este sale corriendo hacia la parte más alta de la avenida Los Aromos, pues acaba de divisar a dos personas circulando por dicha arteria. Lo acompaña un jeep militar que en pocos segundos les da alcance a una mujer y un hombre que raudos querían evadir la fiscalización.
El personal del Ejército, tras comprobar que ambos no cuentan con sus permisos de desplazamiento, les informa que serán detenidos. "Ando en la calle porque me llamó mi hija para ir a buscar una plata y eso les dije a los militares. Sé que no puedo salir pero justo me llamó mi hija", argumenta la mujer. Sus excusas no sirvieron y luego serían entregados a Carabineros por no cumplir con el toque de queda.
En ese mismo lugar, momentos previos a la llegada de nuestro equipo de prensa, la patrulla del Ejército detuvo a tres hombres que viajaban a bordo de una camioneta Toyota RAV4. Ninguno de ellos poseía permiso e incluso uno debía cumplir con arresto domiciliario nocturno, mientras los otros dos mantenían una orden de arresto pendiente.
Una mujer que atravesaba la avenida Los Aromos corre igual suerte que las demás personas que allí fueron fiscalizadas. "Iba a dejarle un remedio a mi hermano, yo vivo acá en la esquina", le contesta ella al encargado de la Defensa Nacional en San Antonio y director de la Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes, coronel Juan Esteban Retamal, que participó en este procedimiento.
"Acompáñeme", le dice el soldado a esa última mujer que en el trayecto hacia el camión militar confiesa que otra noche ya la habían fiscalizado "y me pillaron comprando cigarros también". Los antecedentes judiciales de ella señalan que tiene una causa antigua y cerrada por lesiones leves. Circulaba sin permiso para desplazarse y sin carnet de identidad. "Sé que no se puede salir pero igual es injusto que para ir de una esquina a otra haya que pedir un salvoconducto", afirma con ánimo de defenderse, antes de ser esposada junto a otra fémina infractora del toque de queda y la cuarentena.
El uber
Ya de madrugada, nos trasladamos hasta el sector hospital. Ahí, en la calle Rubén Darío, los militares hallan a un hombre que camina por el medio de la calzada en estado de ebriedad. En ese mismo punto hacen parar a un vehículo que resulta ser un Uber cuyo conductor iba a hacer una entrega de delivery.
Mientras el sujeto que está bajo los efectos del alcohol relata su triste historia de vida y una infancia terrible de abandono y violencia, les insiste a los militares que lo dejen libre porque "yo no soy delincuente". Agrega que no tiene casa y que duerme en la calle y que esa noche salió a comprar más trago. Saca un cigarrillo, baja su mascarilla al cuello y fuma sin mayor preocupación.
El conductor del Uber presenta un permiso de desplazamiento que no lo autorizaba a andar en la calle a esa hora, cuando ya era cerca de la una de la madrugada del 1 de julio. Acorralado ante su realidad, no le queda más que aceptar que sería arrestado. Llama a un colega y le avisa de tal suceso.
"¿No quieren comprarme las chorrillanas?, se las dejo más baratas", pregunta el chofer Uber para ofrecer el alimento al equipo de El Líder. Ante la ganga y debido al hambre que ya nos tenía preocupados, aceptamos y compramos el reparto que alguien quedaría esperando.
Estábamos en esas tratativas cuando somos testigos de cómo un sujeto que iba en un vehículo pasa sin respetar la solicitud gestual que los militares le hicieron para que se detuviera y fuera controlado. Por poco atropella a los soldados que se hallaban en medio de la calzada. El bólido avanza a toda velocidad hacia Luis Reuss, pero en el camión militar era imposible alcanzarlo.
Con el estómago a tope con las chorrillanas que no llegaron a su destino original, emprendemos rumbo a Cartagena, donde un vehículo de Seguridad Ciudadana se suma al operativo. Todo se ve normal a excepción del hallazgo de un vehículo BMW abandonado en una calle del balneario de San Sebastián. Comienza a llover copiosamente en la que fue otra noche más de lucha contra el covid-19 y los porfiados de siempre.
A la chorrillana le faltaba una bebida y había que regresar a casa por ese necesario líquido. El sueño, el frío y el cansancio hicieron lo suyo. Camino al hogar, en la plaza de Armas de San Antonio, divisamos de pasada a dos hombres que caminaban hacia Barros Luco. Eran las 02.40 horas.
"En toque de queda ha habido una disminución bastante considerable (de infractores) al comparar con los tiempos en que no había cuarentena",
Juan Esteban Retamal,, coronel de Ejército.