El matrimonio que levantó con amor y lucha la querida "Amasandería Jazmín"
Fernando Ponce Gálvez y Patricia Hinojosa Gómez cumplieron 40 años juntos, 18 de los cuales los han dedicado al emprendimiento familiar que es la "combativa" panadería que desde la 30 de Marzo reparte sus panes, empanadas y dulces con una buena dosis de conciencia social.
Se sabe que las crisis son una oportunidad.
Fernando Ponce (59) no solamente lo sabe, lo aprendió en la vida. Luego de trabajar 15 años en el desaparecido supermercado Egas de San Antonio, fue uno de los empleados que se fue a la casa solamente con el último sueldo. No hubo indemnización por años de servicio y los 230 mil pesos que recibió como última remuneración se convirtieron en una triste despedida para la estabilidad económica de su hogar.
Con amor
Su familia es ese núcleo indivisible que en este caso también tiene como protagonista a Patricia Hinojosa Gómez, el gran amor de la vida de Fernando. Su compañera fiel, la que lleva las cuentas y le soporta el genio. La razón por la cual brillan los ojos de este hombre rudo forjado en las vicisitudes del destino.
Claro que la historia del "Panadero del Egas" había partido muchos años antes.
Por lo menos hace 45 años para ser más exactos. En ese entonces Fernando Ponce, gracias al panadero Guillermo Cortés, el "Maestro Willy", llegó como recogedor de hallullas a la panadería La Española, sin saber que ahí mismo estaba tomando rumbo su destino.
Sobre sus inicios, Fernando Ponce recuerda que "el "Maestro Willy" me llevó a recoger hallullas a la panadería Española de Barrancas cuando tenía como 14 ó 15 años, y de ahí con lo que a uno le enseñó la mamá empezamos a hacer pan amasado, empanadas y de ahí pa'elante".
Así se convirtió en panadero este sanantonino de 59 años que con el indispensable apoyo de su mujer logró sacar adelante a su familia y criar a sus dos hijos, Fernando y Patricia.
Negocio familiar
Tras el duro golpe que significó su salida del Egas, el Fernando y la Paty, como los conocen sus clientes, tuvieron que ingeniárselas para no sucumbir ante la adversidad económica y fue así como nació la "Amasandería Jazmín", ubicada en calle Brisas del Mar 920, en la población 30 de Marzo, al lado del estanque, frente a la plaza Samuel García.
"Antes de la amasandería nosotros hacíamos empanadas con un tablón de madera y un horno de tarro nomás. Entonces, cuando quedé sin pega en el Egas había que ingeniárselas porque ya no había sueldo, y no me dieron ni uno por los quince años que estuve trabajando", recuerda.
Añade que "un cuñado nos prestó cien mil pesos y con eso hicimos un pequeño bolichito chiquitito donde vendíamos las empanadas y empezamos a hacer pan también. Fueron las empanadas las que nos salvaron de la cesantía y de perder el sueldo que servía para mantener la casa, pero fue una cosa muy difícil porque había que conseguir los permisos y todo eso".
Un orgullo
Para Patricia Hinojosa, el emprendimiento familiar es motivo de orgullo. "La amasandería para nosotros es un proyecto de vida. Nuestro pequeño negocio es una alegría porque conocemos gente nueva. A veces llegan personas que pueden tener mal carácter pero aquí les sacamos una sonrisa y somos felices".
Igual que su compañera, Fernando cuenta que "lo más gratificante de tener esta amasandería es que podemos ayudar. Si en la semana no ayudamos a una persona a nosotros algo nos afectó. No tenemos una gran casa, ni grandes lujos, ni teles de esas grandes, pero podemos ayudar con lo que tenemos. Eso es lo más gratificante de tener nuestro propio negocio".
Conciencia social
Y es que la "Amasandería Jazmín" es más que una simple panadería de barrio. Este es un negocio comprometido que siempre está disponible para ayudar con causas sociales, aportando con premios cuando es necesario, repartiendo pan si se da el caso. Fernando y Patricia no conciben su negocio familiar si no es con compromiso social y conciencia de clase.
Fernando reconoce que "con la Paty vamos a todas las marchas, a menos que sean día domingo que es nuestro día fuerte para las empanadas. Y vamos porque estamos convencidos que Chile tiene que ser distinto, que todos nos tenemos que unir para terminar con las injusticias y con los abusos. Necesitamos ser más conscientes de la responsabilidad que a cada uno le toca para que tengamos una mejor comunidad".
Y como esta historia de dos pobladores sanantoninos es también una historia de amor, les preguntamos a cada uno qué lugar ocupa el otro en su vida. Las respuestas hablan por sí solas.
Patricia: "Él es un torbellino pero lo quiero igual, él es todo para mí. Yo no sé hacer nada, todo tengo que preguntarle y todo lo soluciona Fernando. Me tiene paciencia aunque de repente explota (ríe) pero yo lo quiero igual".
Fernando: "Uuuuff, imagínate que se me ponen los pelos de punta. Ella es todo para mí. Si ella no estuviera, si faltara la Paty aquí se va todo a las pailas porque ella hace todo. Hace las compras, ella es la cara visible de la amasandería, es una abuela brava, que además hace todo en la casa. Yo no sabría qué hacer sin ella".
Bajón Esperanza
Como los tiempos de pandemia también traen asociada una crisis económica, en la "Amasandería Jazmín" también han buscado reinventarse para capear el momento y así es como nació el Bajón Esperanza". Se trata de un servicio de entrega de sándwiches donde también participa el hijo mayor, Fernando, y que funciona a través del teléfono 352414740.
Es que en el diccionario de los forjadores de este querido negocio de barrio no existe la palabra rendirse. Fernando y Patricia saben que ante la adversidad solamente queda seguir adelante.
Por eso también hubo de parte de este panadero bonachón palabras de agradecimiento para su fiel clientela. "No es menor tener una amasandería de barrio por 18 años no. Ahora con la pandemia ha sido difícil conseguir la harina y poder mantener a nuestros clientes, por eso estamos tan agradecidos con nuestros vecinos y la gente que viene incluso de otros barrios a comprar. Por eso damos las gracias porque nos prefieren y, a pesar de la pandemia, nos eligen. Nosotros tratamos de tener siempre todos nuestros productos con cariño para la gente. Y hay que apoyarnos entre todos para salir de esta emergencia", dice totalmente convencido el panadero Fernando Ponce.
Esta es la historia de Fernando Ponce Gálvez y su compañera Patricia Hinojosa Gómez, los pobladores dueños de la panadería de barrio que ayuda a sus vecinos. La de los carteles "No+AFP", la de las empanadas favoritas de la 30 de Marzo, la de los letreros "No es sequía, es saqueo", la de las sopaipillas más famosas de Barrancas, la de los pasteles a la antigua, la "Amasandería Jazmín", la del Fernando y la Paty.
La panadería del pueblo.
"El Maestro Willy me llevó a recoger hallullas a la panadería Española de Barrancas cuando tenía como 14 ó 15 años",
Fernando Ponce
"Cuando quedé sin pega en el Egas había que ingeniárselas porque ya no había sueldo, y no me dieron ni uno por los quince años que estuve trabajando",
Fernando Ponce
"La amasandería para nosotros es un proyecto de vida. Nuestro pequeño negocio es una alegría porque conocemos gente nueva. A veces llegan personas que pueden tener mal carácter pero aquí les sacamos una sonrisa",
Patricia Hinojosa