El basquetbolista que le devuelve la vida a las zapatillas con mucho carrete
Sin poder trabajar ni ir a la cancha, Bryan Levitureo decidió restaurar con sus manos su calzado. Luego siguió con el de sus amigos y hoy ofrece este servicio con la promesa de entregar a sus dueños los zapatos como nuevos.
Los recuerdos que tiene Bryan Levitureo Vergara (30) de sus pasiones más importantes comienzan cuando era tan solo un niño. "Mi mamá era ultra deportista y vio toda la época del básquetbol de los '80. Desde que yo tenía tres años me llevaba a la cancha y le gustaba que usara zapatillas de caña alta, la mejor inversión que ella hacía en mí eran las zapatillas", recuerda.
Tres pasiones
A medida que Bryan iba creciendo, su amor por este popular calzado avanzaba de la mano de su afición por el baloncesto -que practica desde los seis años- y el hiphop.
"En el año 2000 me gustó harto un jugador, Allen Iverson, que era cantante. Era el mejor basquetbolista y el mejor hiphopero. Me sentí identificado con él y empecé a coleccionar sus zapatillas. Él amplió mi mundo", declara el joven, quien años más tarde formó parte de la Selección de Básquetbol de San Antonio y hoy viste la camiseta del club Deportivo Llolleo.
Bryan se reflejó tanto en él, que incluso llegó a componer rimas de hiphop para el ahora exjugador de la NBA. "Tengo una canción donde hablo de que todos querían ser Chicago Bulls, yo no, yo quería ser el que rompía los estándares, como él. Iverson fue uno de los primeros que impuso el tema de las vestimentas. Él ya no llegaba con suéter o de etiqueta, vestía como si fuese a jugar al barrio y eso cambió mucho la NBA, porque en ese tiempo tenía un estándar de cómo los jugadores tenían que hablar o vestirse, no podían tener tantos aros o ser extravagantes, y él rompió con todo eso".
Navidad
Para conseguir los modelos que usaba Iverson y otros de sus ídolos del baloncesto, Bryan esperaba cada año el 24 de diciembre. "Cuando llegaba la Navidad me regalaban algo que yo quería. Les decía a mis papás 'quiero esas zapatillas'. Mi mamá me regaloneaba con eso, las zapatillas para mí tenían que ser las más bonitas. Mi papá, en cambio, era el clásico padre que quería comprarme zapatos. Yo le respondía que no, que quería unas zapatillas de básquetbol de caña alta", cuenta.
"Tenía que dedicarme a cuidarlas, porque tenía que esperar todo un año para que me compraran de nuevo y si las maltrataba las perdía", comenta. Desde esa época comenzó a lavar su calzado a mano, aunque aún no tenía todos los conocimientos necesarios y, de hecho, aún lamenta haber perdido un clásico modelo.
"Con una amigo coleccionábamos zapatillas y, de hecho, tuvimos unas de los años 80. Eran unas Reebok Pump, uno les apretaba una pelota que tenían en la lengüeta y se inflaban en la parte del tobillo. Recuerdo que eran talla 44 y en ese tiempo yo calzaba 41, mi amigo 41 y medio y éramos capaces de ponerle diario en la punta para usarlas. En serio, nos veíamos con un zapato de payaso increíble", rememora con gracia.
Bryan no pudo conservar este modelo deportivo del año 89, que hoy cuenta con nuevas ediciones. "Pienso que si las hubiese tenido ahora las habría restaurado. Probablemente, las tendría full equipadas, pero en esa época no teníamos los implementos y las usé hasta que un día mi mamá vio que estaban todas rotas y desaparecieron. Por último las hubiese tenido de reliquia, pero desaparecieron", se lamenta.
Manos a la obra
El joven emprendedor es informático en la escuela Cerro Placilla, donde trabaja de lunes a viernes, y sus tiempos libres los dedica a jugar su deporte favorito. Pero con la llegada del covid-19 al país todo eso cambió: la escuela está cerrada y las canchas también.
"Antes pasaba en la cancha. Iba a entrenar los martes y los jueves, y el fin de semana teníamos partido, pero después la cuarentena se puso densa y decidimos no salir más. Imagínate a un león que estuvo siempre libre y después lo tienen enjaulado. Fue horrible poh", exclama.
En ese momento sus preciadas zapatillas fueron su salvación. "Empecé a limpiarlas y mandé una foto a mi grupo de amigos para que vieran el resultado. Uno de los cabros me dijo 'tengo unos zapatos que están ultra sucios, te los regalo para que los limpies, aunque no creo que se pueda solucionar. Te tengo poca fe'".
A pesar de las dudas de su grupo, él se puso manos a la obra, incluso hizo que todos sus amigos le pasaran un par para limpiar. "Cuando se los entregué quedaron maravillados y me dijeron 'Bryan, vende este servicio'. Yo empecé a hacerlo porque eran mis amigos, pero ellos me alentaron a emprender en esto".
Así fue como surgió "Heisenberg, lavandería y pintura de calzado" (en Instagram Heisenberg_snkrs), bautizado así por el famoso personaje de la serie de televisión Breaking Bad, de la cual Bryan es admirador.
-¿En qué consiste tu labor con el calzado carreteado?
-Detrás de mi trabajo no hay lavadora, es un servicio a mano, porque si metes las zapatillas a la lavadora y te equivocas en la temperatura, luego las vas a usar tres veces y se te va a salir toda la planta. La temperatura de la lavadora, cuando pones agua caliente, puede alcanzar los 80 grados, y si después las secas al sol se le va a vencer el pegamento. Esas son las cosas que no sabe la gente, piensan que uno las mete a la lavadora y salen así de limpias y no, esto es todo a mano. Uso productos de limpieza especializados, técnicas de lijado y de pintura.
Sensación a nuevo
Mientras restaura los diversos pedidos que le han llegado a través de las redes sociales, Bryan continúa estudiando cómo mejorar en este nuevo oficio que ha adoptado, con el que sueña ofrecer toda una experiencia al cliente.
"Quiero entregar las zapatillas como si las hubieras sacado recién donde las compraste, eso significa con la suela limpia, si tienen un piquete haberlo arreglado, los colores restaurados, los cordones limpios o nuevos. Entregártela como nueva, eso es lo que me mueve en este emprendimiento. Cuando voy a comprar, o me regalan zapatillas, abro la caja y quedo extasiado, esa es la sensación que quiero entregarle a mis clientes".
Con los años, Bryan ha fortalecido su afición por este calzado, que espera heredar a su retoño de cinco años. "Ahora tengo una colección de zapatillas, pude ir comprando más y mi pareja igual me apoyó harto, sabe que yo amo las zapatillas y cada vez que tiene la oportunidad, o es una fecha importante, me regala. Las zapatillas más caras que tengo valen como 200 lucas y tengo que cuidarlas. Lo que espero es dejar ese legado de zapatillas para que mi hijo las vea", manifiesta el nuevo emprendedor sanantonino.
"Cuando llegaba la Navidad me regalaban algo que yo quería. Les decía a mis papás 'quiero esas zapatillas'. Mi mamá me regaloneaba con eso".
"La cuarentena se puso densa y decidimos no salir más. Imagínate a un león que estuvo siempre libre y después lo tienen enjaulado. Fue horrible poh",
Bryan Levitureo,, informático y basquetbolista amateur
Bryan Levitureo,, informático y basquetbolista amateur
"Detrás de mi trabajo no hay lavadora, es un servicio a mano, porque si metes las zapatillas a la lavadora y te equivocas en la temperatura, luego las vas a usar tres veces y se te va a salir toda la planta",