Un grupo de escolares sanantoninos se organizó y comenzó a repartir alimentos no perecibles a los vecinos más necesitados del sector de Hermanos Carrera, en el cerro Alegre.

A través de los recorridos que realizaban varias veces a la semana, se dieron cuenta de una dura realidad: la de los adultos mayores que no pueden salir de sus casas.

En primera instancia, algunos abuelitos no quisieron recibir la ayuda, pero otros hicieron que la labor de estos jóvenes no se detuviera, y que se volviera aún más necesaria.

"Todo lo que entregamos son cosas que juntamos con nuestros recursos, siempre con la idea de poder seguir ayudando. Los adultos mayores lo necesitan y si nosotros podemos, vamos a seguir aportando. Al principio fue un poco difícil, porque no conocíamos a tantos abuelitos y otros no querían recibir la ayuda", detalló Matías Cáceres, uno de los miembros del grupo solidario.

El equipo

El equipo que impulsa esta obra está integrado por cinco estudiantes que no sobrepasan los 16 años. "No somos compañeros de curso o algo así, solo amigos. Sabíamos que había gente y vecinos que lo estaban pasando mal porque habían perdido su trabajo, por ejemplo. Si bien el enfoque de a quienes les entregamos ayuda ha cambiado, eso no quiere decir que lo hacemos con menos amor", sostuvo Matías Cáceres.

El joven cuenta que "desde que decidimos ayudar a los adultos mayores, fuimos tocando puertas hasta que encontramos a varios que realmente necesitaban las cajas de mercadería que nosotros mismos armamos. Poco a poco hemos podido conocerlos y hacerles ver que no deben sentir vergüenza porque los ayudamos".

Este grupo de escolares siempre busca colaborar de alguna forma a la comunidad. Durante el estallido también apoyaron a familias e incluso buscan hogar para perros abandonados.

"En una casa nos encontramos con un caballero que no tenía luz ni agua, además de su baja pensión. Nos comunicamos esa misma tarde con el Servicio Nacional del Adulto Mayor. Ellos nos ayudaron mucho y conseguimos que una asistente social lo visitara. Además, cooperaron con una caja de mercadería que le entregamos", reveló Matías, quien, junto a sus amigos, también está ayudando a abuelitos de otros sectores de la comuna.

Los interesados en cooperar pueden comunicarse con este grupo solidario escribiendo al WhatsApp +56973914373.

5 escolares integran este equipo solidario que busca llevar alimentos a los adultos mayores.

Crónica

No es algo de todos los días, pero tampoco completamente desconocido para quienes llevan décadas en el mar. Manuel Martínez ha sido pescador desde los 18 años y la madrugada del viernes, a sus 61 años, subió a su bote una de sus capturas más grandes: una corvina de 15 kilos.

Iba con dos personas más a bordo de un bote. Entre los tres lanzaron redes y se mantuvieron en las aguas hasta poco después de las doce de la noche del viernes. Cuando recogiendo las redes se hallaron con un espécimen de esa magnitud.

El hombre, orgulloso de la captura, se tomó una fotografía y la compartió en un grupo de WhatsApp familiar, desde donde mandaron la imagen a Diario El Líder.

"El Manolo", como le dicen, con modestia reconoce que se han visto corvinas de hasta 22 kilos, pero que "de todas maneras es algo que no pasa casi nunca".

"Lo normal para nosotros es encontrarnos con corvinas de dos kilos, tres o hasta cinco, pero quince es que estamos hablando de algo mucho más grande", dice en conversación con Diario El Líder.

Cuenta que iba con dos compañeros más en el bote, con quienes "salimos como siempre y llegamos más contentos que nunca".

La pillamos en la playa de Llolleo. "Ahí es un buen lugar, pero no nos había dado algo tan bueno como ahora", según su relato.

El hombre recalca que "no es algo que pase por primera vez, pero siempre es sorprendente, sobre todo para las demás personas ver algo así de largo. Debe haber tenido más de un metro y medio fácilmente".

Todos ellos, socios del Sindicato de Pescadores de La Boca del Maipo, salieron apenas amaneció a vender el producto. Solo una familia enormemente numerosa podría comprar una corvina de ese tamaño, así que esa tarea quedó en manos de los vendedores del Mercado del Mar, en Antonio Núñez de Fonseca, donde fue comercializado el animal marino.

"Ahí ellos la tendrán que laminar para vender, porque es muy grande. A lo mejor algún restaurante la podría querer, pero para ahora ya debe estar vendida", dice "Manolo" entre risas.

"No es algo que pase por primera vez, pero siempre es sorprendente, sobre todo para las demás personas, ver algo así de largo",

Manuel Martínez,, quien pescó la corvina