La nueva y peligrosa forma de legislar
por Ariel Henríquez Achurra, abogado.
Si me hubieran preguntado hace algunos meses si en nuestro país se respetaba la institucionalidad, sin titubeos hubiese respondido que sí. Chile es -o era- visto internacionalmente como un país digno de admiración y en el que funciona -o funcionaba- razonablemente bien la división de los poderes del Estado y los pesos y contrapesos institucionales creados para proteger y fortalecer el ejercicio de la democracia y el Estado de Derecho. Sin embargo, las últimas semanas han sido generosas en ejemplos que nos demuestran lo contrario.
Uno de ellos fue la aprobación -a través de una "leguleyada"- en el Congreso Nacional y posterior publicación en el Diario Oficial de la ley que autoriza el retiro del 10% de los fondos de pensión a sus afiliados, a sabiendas de que los proyectos sobre materias de seguridad social son prerrogativas exclusivas del Presidente de la República. A mí parecer, este episodio constituye el desmoronamiento del Parlamento como la sede de la deliberación política nacional (que cede ante medidas de presión ilegítimas de grupos intermedios) y la constatación -una vez más- de una clase política soberbia que toma decisiones a espaldas de la evidencia técnica transversal, quedando tristemente manifiesta la manera que tienen los parlamentarios de legislar y de honrar las normas legales y constitucionales que ellos mismos juramentaron respetar. Por otra parte -y no menos preocupante- quienes pudieron accionar para evitar este "bypass" legislativo, no lo hicieron por temor, o simplemente, por instinto de supervivencia.
Siguiendo esta misma fórmula "mágica", al día de hoy se tramitan mociones parlamentarias (Impuesto a los súper ricos y la derogación del actual sistema de pensiones por uno estatal en el que se nacionalicen los fondos de los afiliados) que, aún cuando versan sobre materias de ley, se estructuran como reformas constitucionales ¿La razón? Evitar la declaración de inadmisibilidad de las que de seguro serían objeto por referirse a cuestiones que, transversalmente por años en un país de inminente corte presidencialista -inclusive desde la Constitución de 1925- se le reservan a la iniciativa exclusiva del Ejecutivo.
La estrategia legislativa "del fin justifica los medios", validada ciegamente en las formas por un grupo de parlamentarios -que creyó descubrir mágicamente una nueva llave maestra- no es más que otra de las tantas manifestaciones del cáncer en la política, que hace peligrar a pasos vertiginosos las bases del desarrollo democrático nacional.
"La estrategia lesgislativa 'del fin justifica los medios', validada ciegamente en las formas por un grupo de parlamentarios -que creyó descubrir mágicamente una nueva llave maestra- no es más que otra de las tantas manifestaciones del cáncer de la política".