El volantinero de Cartagena que ha hecho furor en Fiestas Patrias
Manuel Faúndez comenzó a fabricar volantines este año y se ha hecho tan conocido por su trabajo que ha llegado a confeccionar hasta 300 diarios.
Los primeros días de marzo, una fractura de tobillo, peroné, corte de ligamentos y posterior operación, obligó al trabajador portuario Manuel Faúndez Salas a encerrarse en su casa en Cartagena con una extensa licencia y sin poder realizar ningún tipo de actividad.
Al poco tiempo de ocurrido el accidente, se decretó en el país estado de excepción y cuarentena por coronavirus donde la mayoría de las personas tuvo que mantenerse en casa. Comenzó el teletrabajo, los estudiantes dejaron las clases presenciales para realizarlas vía online -los que contaban con los medios-; se cerraron los restaurantes, los malls y locales comerciales. Se suspendieron los campeonatos deportivos y todo se volcó a tratar de evitar el aumento de contagios por covid-19.
Mientras pasaba todo esto, Manuel Faúndez seguía en recuperación. Al segundo mes de licencia, este trabajador portuario sintió que debía hacer algo que lo mantuviera ocupado, de lo contrario la rutina se volvería en contra de su hiperactiva esencia.
"Sentía que ya estaba entrando en depresión. Todo estaba detenido, en la televisión solo mostraban noticias de aumento y muertos por la pandemia; no había ni fútbol para ver y yo estaba acostumbrado a jugar hasta tres veces a la semana", señaló el también futbolista del Sportivo Cartagena.
Fue en ese lapso que, junto a Andrea Carreño, su mujer, comenzaron a fabricar volantines calados -se llama así a los que tienen diseños de figuras armadas con pequeños trozos de papel- que aprendió a hacer de un tío, fanático de los volantines de quien Manuel heredó la misma afición.
"Desde niño crecí encumbrando volantines. Mi tío Polo en Maipú, los fabricaba para él, sus sobrinos y vendía unos pocos a los vecinos. Él me aconsejó que me entretuviera haciéndolos, los fuera guardando y me preparara para vender en septiembre, mes en que todos comienzan a elevar", recuerda el dueño del emprendimiento Volantines Faúndez.
Manuel agrega que "siempre he sabido hacerlos, pero nunca para la venta, solo los hacía para elevarlos yo. Hacía calados con papel alemán, sabía hacer los cortes y empecé con mi señora a entretenerme en eso para matar el tiempo de encierro postrado por la operación".
Encargó materiales a Santiago, cuando llegaron comenzó a fabricar los volantines, proceso que Andrea fue inmortalizando en fotos que subía a las redes sociales. Ella fue la idearia de abrir un perfil de Facebook e Instagram (Volantines Faúndez) y la que se encarga de mantenerlo actualizado.
"En un principio pensé que sería algo tranquilo, que iría haciendo en la medida que me pidieran, como mi tío que vendía a los vecinos. Nunca imaginé que las ventas iban a crecer tanto y tan rápido. Ahora tenemos muchos clientes porque soy fabricante, el que produce y almacena, soy el que vende al comerciante para que lo revenda y obtenga una ganancia", explica y agrega que tiene clientes de Llolleo hasta Algarrobo.
Comenzó en junio con la venta y a finales de julio tenía copados los pedidos de agosto y septiembre. Fueron tantos los pedidos que tuvo que enseñarle a un cuñado y a la suegra para que colaboraran en la fabricación de volantines, así poder avanzar más rápido y entregar los pedidos a tiempo.
"Comenzamos solos con mi señora, ella estaba embarazada de nuestra hija, Melek, que ahora tiene dos meses de nacida. Andrea me incentivó y es la creadora de este emprendimiento. Nos piden tantos volantines que casi no damos abasto, pero nos esforzamos y cumplimos con todos", manifiesta.
Su suegra, Rossana Carrasco, es la encargada de hacer y pegar el doblez de la orilla del volantín, mientras que Rodrigo Carreño, su cuñado, se dedica a la elección de los maderos, "porque no es llegar y ponerlos, de los que vienen en el saco, hay que elegir los que están buenos, no todos sirven", reconoció Manuel.
Diariamente fabrican 300 volantines y hasta ahora, han hecho más de ocho mil. "Ahora estamos más ordenados en la producción porque al principio nos amanecíamos fabricando volantines", aseguró.
Volantines Faúndez tiene su propia marca: "Bull You" que va impresa en el papel del volantín que fabrica. El logo es un perro bulldog porque es fanático de esta raza y You, porque es el nombre como lo conocían en la época que cantaba hip hop.
¿Qué va a pasar con Volantines Faúndez cuando se le termine la licencia?
-Mi sueño es seguir todo el año con los volantines. Que no sea una tradición de septiembre. Mi idea es poder sacar a los niños que están metidos en las drogas porque para mí esto es un deporte; voy a buscar la forma de hacer campeonatos y llevar a los niños a competir a otros lugares.
Manuel también ha entregado donaciones de volantines a niños en los campamentos de San Antonio y Cartagena.
"Cuando llevé de regalo, todos los niños se me abalanzaron felices. Estaban tan contentos y eso llena el alma", asegura este volantinero que también ha recibido pedidos y hecho envíos fuera de la zona, a lugares como Santiago, Rancagua y Talca.
Manuel Faúndez trabaja en uno de los terminales de Puerto San Antonio y mientras esté con licencia, siga en terapia y no le den el alta, seguirá trabajando desde su casa. "Esto nos ayuda económicamente y también es una distracción", concluye.