Le llueven las ofertas al científico japonés que es reponedor en El Tabo
Desde que se conoció la inusual historia de Motoe Kato se ha convertido en toda una celebridad y ya maneja varias ofertas para volver a la investigación celular.
En la edición del domingo 27 de septiembre en Diario El Líder dimos a conocer la historia de Motoe Kato, un japonés de 68 años que trabaja como reponedor del supermercado Aregón de El Tabo; pese a estar titulado de medicina veterinaria en la Universidad de Azabu en Japón, con estudios de posgrado en biología molecular, con el grado académico de Doctor y PhD en Ciencias.
No solamente eso, ya que su entrenamiento de post doctorado Motoe Kato lo hizo nada menos en el Oak Ridge National Laboratory y en la Universidad de Tennessee en Estados Unidos y fue funcionario del Food and Drug Safety Center, del Ministerio de Salud y Bienestar de Japón; además de ser investigador y director de estudios en genotoxicidad.
Pues bien, a partir de ese reportaje los días de Motoe Kato han dejado de ser anónimos y según cuentan sus cercanos se ha convertido en toda una celebridad de la comuna de El Tabo, donde vive y trabaja.
El tabino Jorge Amaya no solamente es el mejor amigo de Kato, sino que además se ha convertido en un verdadero asesor del japonés que, tal como contamos en su momento, tiene dificultad para darse a entender en español porque maneja mejor el inglés que lee y entiende, pero que tampoco habla.
Sobre la relación de confianza que han construido, Jorge Amaya dijo a Diario El Líder que "con Kato nos conocimos porque llegó a mi tienda (local de alimentos y artículos para mascotas) buscando implementos para pescar y me dijo que aunque no sabía pescar quería aprender; entonces cerré el negocio y lo llevé a pescar; así fue como nos hicimos amigos".
El comerciante recuerda que "en esa época el Kato estaba trabajando bien, en su área que es la ciencia; ya que estaba en laboratorios muy importantes de Chile, también relacionado con las universidades; si hasta el embajador de Japón nos acompañó a pescar una vez. Pero toda esa gente lo dejó solo cuando por malos manejos fracasaron los proyectos en los que estaba. Kato se quedó solo y como no se maneja bien con el idioma poco entendió cuando le llegaron a embargar las máquinas de su laboratorio y después tuvo que deshacerse de propiedades que tenía y así llegó a la zona con la esperanza que alguien le respondiera alguno de todos los correos que mandaba".
Fue así que, tras el fracaso del laboratorio para el que trabajaba y en el cual había puesto todos sus recursos y capacidad, el nipón quedó prácticamente abandonado a su suerte y se refugió en la comuna de El Tabo donde tiene un departamento de la época de bonanza económica por sus investigaciones científicas.
El reportaje fue un rescate
De acuerdo con el relato de Jorge Amaya, tan pronto salió la historia de Kato "en la portada del diario la gente empezó a saludarlo y felicitarlo. Él mismo no lo podía creer cuando se vio en portada y con dos páginas para contar su caso; fue algo fantástico porque de manera casi simultánea se le empezaron a abrir las puertas y lo han llamado de un montón de partes, incluso de Japón. De hecho en el supermercado le han acomodado los horarios y dado todas las facilidades por las reuniones y gestiones que ha tenido que hacer desde que se hizo público todo".
Según el amigo de Kato, "esta misma semana hay reuniones que serán clave para lo que venga, porque además de laboratorios privados y universidades hay interés de las autoridades de la zona, como el alcalde de El Tabo, Alfonso Muñoz, con quien se va a reunir para recibir una oferta de trabajo y desde el Consejo Regional también están interesados en contactarlo. Lo importante es que su historia ya se conoce y ojalá que de todo esto salga algo bueno para él que es un experto en lo que hace, es un gran científico y merece una oportunidad en su área; eso es lo que queremos quienes lo conocemos".
"Esta misma semana hay reuniones que serán clave para lo que venga, porque además de laboratorios privados y universidades hay interés de las autoridades de la zona",
Jorge Amaya.
"muchos gracias"
De parte de Motoe Kato, al no poder encontrarnos en persona para superar la barrera del lenguaje, lo único que tuvimos fue un "muchos gracias", que de todas maneras refleja el inusitado momento que vive tras contar su historia.
9 años de amistad tiene el japonés Motoe Kato y el tabino Jorge Amaya.