Fabricantes y reparadores de hornos de panadería siguen su tradición en todo Chile
Uno de los miembros del equipo aprendió el oficio por parte de su padre y su abuelo. Hoy es uno de los pocos trabajadores que queda del rubro.
Es usual que al ver nuevas panaderías o algunas de tradición, el público comience a preferirlos, pero nadie se cuestiona quién está detrás de la confección de los hornos que hace posible este trabajo.
Los hornos chilenos, son aquellos fabricados en base a barro y ladrillo y, por otra parte, están los hornos industriales que son, principalmente, utilizados en panaderías.
Esa es la labor que realizan en conjunto desde hace algunos años, Pablo Ramos (33) y Gonzalo Orellana (44), quienes confeccionan hornos a lo largo de todo Chile.
"Yo soy de acá de San Antonio, específicamente de Llolleo Alto y Gonzalo es oriundo de Rancagua, pero como nos vamos moviendo para hacer los hornos, estamos ambos en San Antonio", explica Ramos.
Su más reciente obra, está por culminar en la panadería Nueva Estrella, de avenida Chile. En este local, montaron un horno de 20 metros, con dos metros y medio de ancho y cuatro metros de fondo, además de ser de dos pisos.
"Este trabajo ha requerido unos meses para la confección y al finalizarlo, nos tendremos que trasladar, semanas después, hasta Talca y allá hacer otro. Nos movemos por todo Chile con esto, sobre todo gracias a la experiencia de Gonzalo", sostiene Ramos.
Tradición
Quien inició con todo esto fue Gonzalo, ya que desde muy pequeño aprendió el oficio gracias a su abuelo.
"Mi abuelo era de Salamanca y llegó cuando hubo una masiva inmigración desde España y ellos venían sabiendo el oficio de la panadería. Los precursores de los hornos chilenos son los españoles", detalla Orellana.
-¿Su abuelo también aprendió por tradición esto?
-No, él trabajaba en construcción y uno de los españoles que era su jefe le enseñó cómo hacer un horno y aprendió de inmediato. Fue el primer horno que hizo y no paró. Después le traspasó el conocimiento a mi papá y ambos a mí.
Para Gonzalo este es un trabajo que se encuentra prácticamente obsoleto y, además, asegura que la gente se asombra al ser joven y realizar un trabajo de esta índole.
"Panaderos antiguos cuando me ven llegar porque me contactan, se cuestionan que sea relativamente joven y me dedique a esto. Cuando explico que el oficio lo aprendí de mi padre y mi abuelo, notan que uno tiene experiencia y sabe realmente lo que está haciendo", dijo.
-¿Hace cuántos años se dedica a esto?
-La práctica en gran medida va ayudando a crecer, sobre todo que hayan de mis hornos desde Valdivia a Arica o que entre los mismos panaderos se vayan pasando mi dato. Comencé a dedicarme a esto con mi padre a los 13 años, pero de forma independiente, llevo más de 20 años trabajando.
Altas temperaturas
No solo a la confección de hornos es que se dedica este equipo, ya que también realizan reparaciones y mantenciones.
Estas implican un esfuerzo aún más grande, debido a que deben ser realizadas a altas temperaturas.
"Es una labor ardua trabajar en el tema de las reparaciones. Hace unos días tuve que entrar a un horno que estaba a 230 grados. Al momento en que dejan de usar el horno, por ejemplo, que sacaron el último pan, yo tengo que comenzar de inmediato a trabajar", explica el fabricante de hornos.
-¿Por qué hay que hacerlo de inmediato?
-Eso se debe a que no hay tiempo para darle un reposo al horno. Los hornos chilenos demoran mucho en enfriarse, aproximadamente serían dos o tres semanas. Eso es porque los muros son demasiado sólidos, cerca de 80 centímetros de espesor cada uno y todo ese color se va concentrando.
La situación se debe también a que los hornos de panadería están constantemente en uso, casi sin detenerse, por lo que la acumulación de calor va creciendo.
"Comencé a dedicarme a esto con mi padre a los 13 años, pero de forma independiente llevo más de 20 años trabajando".
Gonzalo Orellana