Plebiscito
por Jaime Rodríguez Manríquez, historiador, magíster en Ciencias Sociales, Universidad de Chile.
Estamos muy cerca de un día que se nos asoma de suyo histórico, esto no es un mero decir, nuestra historia constitucional desde los reglamentos de Carrera a la Constitución actual no ha permitido la participación de la ciudadanía para derogar una carta magna y avanzar en la construcción de una nueva. Esto no es solo un espacio de determinación democrática y simbólica de los anhelos de una sociedad en constante cambio (y en estos días de especial tensión), sino que la expresión de ese despliegue de energía en pos de objetivos como este. Recordemos que la actual carta elaborada en 1980 promulgada en dictadura ha sufrido dos instancias de reformas, las de 1989 (post plebiscito 1988) y las de 2005 en el empeño reformista de Lagos. Ambas reformas no logran cumplir las expectativas del Chile del siglo XXI, que como muchos países, hoy discuten y problematizan los cimientos sobre los cuales se estipulan sus modelos de administración, de economía, de cultura y de tantos ámbitos de la vida en los que la ciudadanía se ve perjudicada en sus derechos y su autonomía individual.
La teoría política clásica le asigna al Pueblo, a la Ciudadanía, ser depositario de la Soberanía la cual se expresa a partir de los representantes que toda carta constitucional establece. Es por tanto expresión también de esa soberanía la posibilidad de ejercer distribuir el poder político en correlación con mejores condiciones de acceso a los bienes materiales y particularmente a los inmateriales, proponiendo una igualdad política de base y no como resultante, esto es un Estado que le garantice al Pueblo soberano accesos igualitarios a bienes sociales sin distingo de la capacidad que tenga cada ciudadano de adquirir esos bienes por otras vías (ejemplo el Mercado), este ha sido sin lugar a dudas el problema que le aqueja a la constitución actual, su empecinada apuesta por lo subsidiario y su desdén por la inversión pública permanente y no ocasional o paliativa.
En un país donde la clase política acostumbra a considerar "inconstitucional" cada empeño de leyes que proponen nuevas instancias de vida social y política, se hace necesario revisar qué es aquello que hace de nuestra constitución actual tan precaria para dar mejores soluciones a las complejidades que vive este país día con día, problemas cuyos enunciados tienen rostro de vecinos, amigos, colegas de trabajo, familias.
Es por eso que este domingo 25, lo imperante es asistir a las urnas, teniendo en consideración los resguardos sanitarios ya conocidos y en atención con la necesidad que le llora a Chile de tener reglas del juego más iguales para sus hijos e hijas.