La ingeniera que lleva el punto cruz a las diversas plataformas
La sanantonina Catherine Duarte plasma esta antigua técnica de bordado en aros, vestuario y hasta en sillas que ella misma remodela.
D espués de un largo período sin encontrar trabajo en su profesión, actualmente Catherine Duarte Duarte (47) está explotando todo su potencial como ingeniera en alimentos.
Sin embargo, previamente había decidido apostar por otra área, con trabajos hechos a mano y potenciando una antigua técnica que requería un trabajo refinado.
"Hacer los productos que hoy vendo en mi emprendimiento partió como un mero pasatiempo, pero yo era súper constante, porque era algo que además me relajaba y me distraía", explica.
Una oportunidad
Lo que para muchos podría ser considerado como un simple bordado, para Catherine se convirtió en una oportunidad para combatir el estrés y también para generar ingresos.
"Yo soy ingeniera en alimentos. A principios de los 90 me fui a estudiar la carrera a Santiago, y cuando la terminé volví a San Antonio con la idea de buscar trabajo y establecerme aquí, pero eso nunca se pudo concretar", lamenta.
Ante la falta de empleo en su área, tuvo que mirar a otros lados. Así comenzó a desempeñarse en distintas empresas portuarias de la comuna.
Sin embargo, en ninguna de estas cumplió labores relacionadas con la ingeniería en alimentos.
El panorama cambió hace poco más de tres meses, cuando ingresó a una empresa que recién iniciaba su expansión y que necesitaba a un ingeniero en alimentos para el cargo de supervisor.
-¿Sintió miedo al entrar a trabajar en lo que estudió después de tanto tiempo?
-Un poco. Cuando postulé, pensé que no me contratarían y ni siquiera me llamarían porque yo nunca había ejercido. Sin embargo, la gente con la que trabajo es súper amable y todos tienen buena disposición. Eso hace que todo sea mucho más cómodo y en un grato ambiente laboral.
-¿Qué ha sido lo más difícil?
-Si me pongo a pensar en eso, han pasado varios años desde que yo estudié, entonces hay que ir aplicando cosas que aprendí hace mucho y también ir incorporando nuevos conocimientos. En el tiempo en que no ejercí también me fui capacitando, haciendo cursos y otras cosas. Eso me ha ayudado bastante.
El oficio
Gracias a su madre, Catherine aprendió la técnica de bordado conocida como punto cruz. Proveniente de Europa, se caracteriza por el uso de puntadas que quedan en formas de equis.
"Entre los 14 y los 16 años comencé a aprender el punto cruz. Es un bordado mucho más refinado que el que todos conocemos. Mi mamá en esos años lo hacía con las lanas que le quedaban de otras cosas y sobre los sacos de papa, algo que ahora no es muy visto", cuenta la emprendedora sanantonina.
Primer paso
El primer trabajo que realizó con esta tradicional técnica fue a los 16 años (foto principal). Hizo un cuadro bordado que aún cuelga en una pared de su casa de Tejas Verdes, ya que lo considera un verdadero tesoro.
Con el tiempo y la falta de oportunidades en su profesión, el bordado con el punto cruz se convirtió en una de sus principales fuentes de ingresos económicos.
"Antes de ingresar a mi actual trabajo, había estado cesante varios años, porque había sido despedida de las empresas portuarias. En ese periodo empecé a poner a la venta los productos que había bordado con la técnica del punto cruz, pero era difícil que se vendieran", reconoce.
-¿Cuándo llegó el momento de emprender?
-Como contaba antes, siempre estuve haciendo cosas de punto cruz, pero la diferencia es que lo veía solo como un pasatiempo. Hasta que un día me invitaron a participar con mis productos en una expo rural, pero me fue muy mal porque mis creaciones no eran para el público que iba.
Pese a esa primera experiencia un tanto ingrata, Catherine no decayó. Por el contrario, perseveró para continuar con su negocio.
Otros productos
A medida que mejoraba sus creaciones, se atrevió a incorporar el punto cruz en otras plataformas que se transformaron en nuevos y llamativos productos.
"Al principio, para ver si tenían más atractivo con la gente, una niña me dio unas bases de aros para que probara. Funcionó bastante bien y sentí que era llevar el punto cruz a un escenario distinto. Ahí pensé en mantenerlo en el tiempo, pero en nuevas cosas", sostiene la emprendedora de Tejas Verdes.
-¿Qué fue lo que vino después?
-Empecé a refaccionar sillas antiguas y en los asientos hacía distintos diseños bordados. Lo que me gusta es que puedo darle una nueva vida a algo que ya no se usa, pero que está bueno, y así, además, mantengo vigente la técnica. Ahora trabajo con la ropa, sillas, un poco los aros y los cuadros, por supuesto.
Orfebrería
Hace un tiempo Catherine se inscribió en un curso de orfebrería, lo que le permitió incorporar su punto cruz a otros elementos.
"La orfebrería es una técnica en la que decidí incursionar hace súper poco y ha tenido un súper buen resultado, pese a la pandemia. He realizado medallones. La gracia es que uno hace los orificios y por ellos se va pasando el hilo para realizar el punto cruz", explica.
Q'inti
Su emprendimiento se llama Q'inti Punto Cruz, nombre que proviene del quechua y significa colibrí de oro.
"En una oportunidad nos dijeron que mi abuela era de descendencia quechua y me gustó aprender más de esa cultura. Siempre me ha inspirado el colibrí, entonces pude relacionarlo todo. Bordar en metal o ir recuperando cosas que otros prefieren desechar es algo que me encanta y, pese a que ahora estoy trabajando, siempre tengo tiempo para crear nuevas piezas", afirma.
"Entre los 14 y los 16 años comencé a aprender del punto cruz. Es un bordado mucho más refinado que el que todos conocemos",
Catherine Duarte,, ingeniera en alimentos y, emprendedora
"Lo que me gusta es que puedo darle una nueva vida a algo que ya no se usa, pero que está bueno, y así, además, mantengo vigente la técnica",
Catherine Duarte
"La orfebrería es una técnica en la que decidí incursionar hace súper poco y ha tenido un súper buen resultado, pese a la pandemia",