Con vidrio y fuego artesana local superó los límites de San Antonio y la imaginación
Desde su taller en el Cerro Bellavista, Tabita Muñoz llena de color y fantasía los trabajos que la han convertido en una reconocida artista del Paseo Bellamar.
En una casa de la Villa Miramar, en la parte alta de San Antonio, una puerta de madera está coronada por un pequeño vitral en forma de medialuna, donde destacan por sus colores una lagartija, la luna, el sol y una mariposa. Es una puerta nueva, de una casa no tan nueva y la historia que hay detrás de esta pieza de artesanía nos lleva a la población Las Bodegas en otro cerro de San Antonio, el cerro Bellavista.
En la calle Áncora número 949 nos recibe Tabita Muñoz, artesana en vidrio, comerciante de sus obras en el Paseo Bellamar, artista innata, talentosa sanantonina, mujer de fuego y de colores.
En esta dirección la artesana tiene su taller de vitrofusión y es aquí donde nacen las coloridas creaciones que le han dado fama a su talento. Es en este lugar donde Tabita crea las piezas que adornan quizás cuantos rincones del mundo.
-¿Qué es la vitrofusión?
-La definición general para esta técnica dice que la vitrofusión es el arte de unir, fusionar, modelar y superponer vidrio con calor. Se trata de un proceso donde se calientan dos o más vidrios a altas temperaturas hasta que estos se junten logrando como resultado final una pieza homogénea y libre de tensiones. La técnica necesita del uso de un horno que logre altísimas temperaturas para fundir el vidrio y permite obtener piezas únicas con distintas texturas, colores, relieves y formas; además con el uso de diversos pigmentos de colores, pinturas esmaltadas, vidrio molido, hilos de vidrio y metales pueden obtenerse piezas utilizadas para decoración del hogar, diseño de joyería y accesorios.
Para comprender su relación con el arte de dar forma y color al vidrio tenemos que viajar unos 30 años en el tiempo, a la época cuando Tabita Muñoz Fuentealba (53) llegó con su compañero Luis Trujillo al antiguo Paseo Bellamar de San Antonio, a trabajar vendiendo pulseras y collares de artesanía básica.
Fue por esos años cuando la artesana conoció la técnica de la vitrofusión y supo de inmediato que era el trabajo que quería realizar, pero no fue fácil, tanto por la complejidad inherente al arte de pintar y moldear vidrio con temperatura, como por el costo de los materiales que un trabajo de este tipo necesita.
De sus inicios, Tabita Muñoz recuerda que se conseguían "pedazos de vidrio porque no estaban las condiciones como para comprar trozos grandes y yo iba donde un señor, aquí mismo en la bajada de Bellavista por San Antonio de las Bodegas y él me convidaba pedazos de vidrios, retazos y con eso trabajaba. Fue una época dura, difícil, porque yo no podía comprar por planchas y me limitaba a que me pudieran vender los pedazos que sobraban".
-¿Cuánto echaste a perder antes de tener una pieza que te dejara conforme?
-Estuve como cinco meses intentando porque trabajar con pigmentos es complicado, ya que si no se usan los productos adecuados y en las cantidades exactas no queda bien. Los colores no se adhieren al vidrio, o de repente se quema el color. Ahí está el aprendizaje.
Los trabajos de esta artesana destacan por sus colores, formas y variedad. Hay soles y lunas, peces y mariposas, alambres en torno a los colores, a veces fierro para sostener y de pronto explosiones de burbujas que son como frágiles joyas de fuego.
Arte y pandemia
Y como a todos, la pandemia también golpeó a esta talentosa mujer vitrofusionista, que vio en el confinamiento por la emergencia sanitaria una oportunidad para aprovechar de crear, liberar su imaginación y dar rienda suelta al oficio que con tanto talento abrazó en su vida.
"El puesto del Paseo Bellamar es el único ingreso que tenemos así que con algunos ahorritos que teníamos por ahí nos mantuvimos y por suerte también nos llegaron algunos bonos que sirvieron para darnos vuelta. Lo bueno es que he podido ir trabajando, así después en la medida que se vaya acabando lo que tengo, voy sacando las piezas en las que estuve trabajando", afirma Tabita con la misma calma y el mismo tono con que dice todas las cosas.
Sobre la recuperación post encierro, la artesana cuenta que el local "Sol y Luna" ubicado en el puesto número 49 del Paseo Bellamar estuvo cerrado desde "la quincena de marzo hasta septiembre, sin ningún tipo de entrada, solamente tuvimos que cerrar y esperar a ver qué pasaba con la pandemia. Ahora, desde hace poco más de un mes abrimos y de a poquito se ha ido retomando el movimiento y tenemos la esperanza de ir recuperando la normalidad".
En el segundo piso del taller hay un mesón con tachos de muchos colores que Tabita va untando para dar forma a los motivos que decoran el vidrio que luego irá al horno para que el calor impregne y convierta en una pieza de artesanía única.
Mientras la artesana conversa, sus manos van y vienen de memoria, al tiempo que sus ojos repasan los colores sobre el mesón eligiendo las tonalidades con singular maestría. A través de la ventana se ve azul el Océano Pacífico, como azules se ven los colgantes por todo el taller, que es una aventura de piezas a medio hacer, de figuras de ensueño, botellas deformadas, de búhos imposibles y de espejos, como si fuera este lugar algún extraño rincón del País de las Maravillas.
-¿Cuál ha sido en todos estos años tu trabajo más importante?
-Hay varios, porque me gusta dibujar. Me gusta hacer figuras de búhos, gatos, delfines, elefantes y para eso trato de tener unos patrones que me permitan hacer un dibujo que después pueda trabajar y pintar. Y claro si fuera por el trabajo que significó, me gustó mucho un pez grande que tuve que hacer, medía como un metro ochenta por un metro y medio y lo hice para una casa en Santiago, fue mucho trabajo, mucho tiempo y el resultado me gustó mucho porque dio forma a un pez enorme.
No se conforma con las obras que salen de sus manos, con moldear a fuego y llenar de colores quién sabe cuántas murallas, escaleras o rincones. Ocurre que a Tabita Muñoz hay otra cosa que la mueve tanto como su pasión por la artesanía y es el trabajo social.
"Lo que pasa es que me gusta ayudar a la gente en la parte social, me gusta ser dirigenta, poder cooperar. Fui dirigenta con otras vecinas acá en la población y tuvimos un logro muy grande que fue obtener un espacio con dignidad para los niños que tenían una cancha de tierra y logramos una multicancha muy bonita. También conseguimos la pavimentación de las calles y esas cosas como que me llenan, me gusta mucho involucrarme con la comunidad para trabajar por el bienestar común", cuenta Tabita con el mismo entusiasmo con que habla de su arte.
El sol ya superó el umbral del mediodía y el taller de Tabita Muñoz bulle de ideas, pronto se encenderá el horno donde se fusionarán con el vidrio los pigmentos que repasó mientras conversamos con esta talentosa sanantonina, con esta artista de fuego y de color, cuya pasión traspasó las fronteras de San Antonio y también de la imaginación.
"El puesto del Bellamar es el único ingreso que tenemos así que con algunos ahorritos que teníamos por ahí nos mantuvimos y por suerte nos llegaron algunos bonos",
Tabita Muñoz.
"Me gusta ayudar a la gente en la parte social, me gusta ser dirigenta, poder cooperar. Fui dirigenta con otras vecinas acá en la población y tuvimos un logro muy grande que fue obtener un espacio con dignidad para los niños".