La olla común de Los Alces es un verdadero salvavidas en Llolleo alto
La cruzada solidaria ha sido una valiosa ayuda para las familias que sufren con la cesantía.
El reloj se aproxima a la una de la tarde y el sol de noviembre le da a los pabellones de las casas pareadas de la Viuda 9 un reluciente tono primaveral que se llena de sabor popular con la música alegre que sale por algunas ventanas.
Hay niños jugando en el pasaje Los Alces de esta población de Llolleo alto y rápido las vecinas se pasan el dato avisando que el almuerzo ya está listo. Así es como empiezan a aparecer mujeres con ollas vacías que serán llenadas en el número 1528, donde las generosas manos de tres mujeres han trabajado desde temprano para apoyar con raciones a los vecinos más necesitados.
En la pequeña fila, que se hace frente a la modesta vivienda, hay mujeres de edad avanzada que en silencioso respeto esperan el turno mientras los aromas abrazan el aire con un sabor delicioso que estos vecinos agradecen porque son días duros en el barrio y, ante la adversidad, el almuerzo de esta olla común es mucho más que bienvenido.
Corazón solidario
Las cocineras son la dueña de casa, Alicia Ambrosetti, y las vecinas Oriana González y Viviana Martínez, quienes cada martes y jueves desde abril a la fecha han cumplido con este solidario ritual.
Según explica la señora Alicia, tuvieron "que empezar esta olla común por la contingencia, ya que mucha gente, muchos vecinos quedaron sin empleo y vimos la necesidad de organizar una olla común. De hecho, hasta mi marido quedó sin trabajo".
-¿Cuándo empezaron esta olla común?
-Partimos el 23 de abril y hacemos almuerzo dos veces por semana con la ayuda que nos llega. Al principio entregábamos 60 almuerzos y ahora ya vamos en 80. Llenamos la olla porque le damos a la familia completa. Dependiendo de cuántos sean, les damos para cuatro o cinco personas. Hemos recibido muy poca ayuda y las veces que no hemos tenido salimos a pedir entre los propios vecinos porque es muy triste y grave que no haya almuerzo en una casa, y nosotros tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros vecinos".
Alicia Ambrosetti cuenta que en la población tienen "un comité social y de seguridad ciudadana en el que estamos organizados los vecinos del pasaje. Cuando vimos que los propios integrantes del comité estaban necesitados, decidimos organizarnos y ahí trabajamos con nuestras vecinas Oriana González y Viviana Martínez en esta olla".
Pablo Núñez es el dueño de casa. También quedó cesante y aunque la falta de trabajo siempre es un problema, se las ha arreglado no solamente para mantener a su familia, sino también para "apoyar en todo lo que podemos, con los fogones, la habilitación de los lavamanos, hasta una campana tenemos para que cocinen y todo se hace con el único interés de ayudar a los vecinos. En este pasaje somos todos muy unidos, conocidos de muchos años y no nos podemos dejar solos en una situación tan crítica como la que se está viviendo".
"Muchos vecinos quedaron sin empleo y vimos la necesidad de organizar una olla común. De hecho, hasta mi marido quedó sin trabajo",
Alicia Ambrosetti