Familias de campamentos reciben una dosis de esperanza gracias a donación
Con el objetivo de apoyar educacionalmente a los niños, Servicio País les regaló tablets y conexión a internet y les realizará tutorías online en lenguaje y matemática.
En el antejardín de la sede vecinal Casa Piedra del cerro Bellavista y con las medidas de seguridad requeridas por la pandemia, nueve familias de los campamentos Bita y Nueva Esperanza de Quebradas Bruselas se reunieron en un encuentro que los llenó de optimismo y esperanza. El motivo fue la entrega de parte del programa Servicio País de tablets y dispositivos de conexión a internet para que los niños puedan continuar ejerciendo su derecho a la educación.
"Esto es una gran ayuda para nosotros. Como somos de campamento, yo no tengo internet y no me manejo muy bien, pero quiero que mi hija aprenda. Lo que me da la fundación es un apoyo tremendo", comenta Yeisy Quimen, madre de Alondra Pizarro, de 6 años.
Según datos recolectados por el programa Servicio País, que hace dos años trabaja en los campamentos de Bellavista, solo un 33% de las familias de estos campamentos cuentan con acceso a internet mediante redes móviles.
En campaña
Yanara Manríquez, arquitecta y profesional de Servicio País (Fundación para la Superación de la Pobreza), cuenta que "cuando llegamos al territorio nos comunicábamos solo por teléfono con las mamás y ellas nos fueron contando sus problemas. Uno de estos era que los niños, al estar en la casa, no estaban estudiando correctamente y si tenían dudas se les hacía muy difícil hacer las tareas. Como sabíamos que no contaban con el material educativo digital, decidimos levantar una campaña de recaudación de fondos para comprar estos implementos y así darles tutorías a distancia a los niños".
Tras más de un mes de campaña a través de redes sociales, los profesionales de Servicio País consiguieron que la compañía Entel les donara el internet y gracias a las otras colaboraciones en dinero adquirieron las tablets, que entregaron en una sencilla ceremonia, donde los niños y sus madres fueron llamados uno a uno para recibir el dispositivo y firmar un compromiso de participación en las tutorías.
"Es muy motivante poder aportar y apoyar a estas familias a través de acciones concretas, como estas donaciones que se hicieron con aportes de privados, del sector público y de la sociedad civil", expresó Florencia Hepp, directora regional de la fundación.
Esperanzas
Gracias a este proyecto, "los 13 niños beneficiados tendrán tutorías los lunes, miércoles y viernes, en las materias de lenguaje y matemática. Por temas de calendario académico están agendadas hasta la primera semana de diciembre, pero nuestra idea es seguir desarrollando actividades durante el verano", afirma Yanara Manríquez.
Estas instancias representan una gran ayuda, no tan solo para los niños, sino también para sus madres. "Estoy sin trabajo y estoy de ambulante en la calle, y creo que para todo ambulante ha sido difícil estar en la calle y, sobre todo ahora que está todo malo, uno se la tiene que rebuscar. Y uno se siente mal y frustrada por no darle el tiempo a tu hijo para hacer las tareas, porque igual repetir de curso es un tema", afirma Olga Pizarro, madre de Agustín Garrido de 7 años.
Debido a esto, cuando supo del proyecto, Olga cuenta que "estaba contenta, porque va a haber alguien que lo apoye y lo vaya guiando, porque uno no sabe cómo enseñarles bien, no tiene la paciencia ni entiende la forma en que hay que hacerlo".
-Olga, ¿cuál es tu sueño como mamá?
-Mi sueño es darle un hogar decente a mis hijos, con un baño, una ducha donde se puedan bañar, un espacio donde puedan comer. En este momento estamos incómodos porque no tenemos ni una mesa adentro. Aparte de eso, el colegio es lo más importante para ellos, para su futuro. Quiero que mi hijo salga adelante con sus tareas, lo único que uno puede dejarle por ahora son los estudios.
Ser persona
A Yeisy, quien siempre ha vivido en campamentos, también se le ha hecho complejo acompañar a su hija en sus estudios. "Para mí es difícil porque no tengo muchos estudios, ya que tuve que ayudarle a mi mamá a trabajar para criar a mis hermanos chicos, somos nueve hermanos. Me tocó de niña trabajar y conocer la pobreza. Trabajé desde los 6 años, vendíamos virutillas, bolsas de basura, esponjas. Entonces yo no quiero que mi hija haga eso, quiero que mi hija sea una persona".
"Esto es una gran ayuda para nosotros. Como somos de campamento, yo no tengo internet y no me manejo muy bien, pero quiero que mi hija aprenda",
Yeisy Quimen