Artista tabina montó exposición con más de 100 obras de arte decorativo que fabricó en un año
Verónica Ibarra descubrió su real pasión hace cuatro años y hoy se encuentra estudiando la técnica de la ziña, con la cual realiza sus trabajos, en el Conservatorio Grassi de Argentina.
Luego de la crianza de sus hijos y cuando estos crecieron, la artista de la comuna de El Tabo, Verónica Ibarra Vichunante (59), se encontró con mucho tiempo libre.
Si bien su plan, al principio, era disfrutar de la vista que su casa en la comuna del Litoral de los Poetas le ofrecía, eso se volvió un poco monótono, sobre todo al ser tan activa.
"Me gustaba mucho la idea de que, como mis hijos estaban grandes, yo tendría mucho tiempo para mí y podría leer un libro en mi terraza con la vista al mar y disfrutar de un trago. Sin embargo, eso está para hacerlo ocasionalmente, así que tenía que buscar otra cosa para hacer", detalla Ibarra.
Desde hace algunos años que Verónica descubrió la que era su real pasión y para lo cual tenía talento, las manualidades.
"Fui encontrando esto de mi pasión porque yo soy muy activa, nunca he estado quieta o sin hacer nada. No estaba entre mis planes quedarme eternamente en mi casa y estar viendo teleseries, por ejemplo. Yo sé que quizás algunas mujeres esperaron mucho tiempo en sus vidas para tener su tiempo y hacer eso, pero yo no", apunta Verónica.
Casa de la cultura
Al tener mucho tiempo y buscar técnicas por explorar es que la tabina decidió asistir a la Casa de la Cultura en dicha comuna.
Allí fue donde encontró a su principal inspiración, una de sus profesoras, que fue con quien dio sus primeros pasos en las que hoy son sus grandes obras.
"Me inscribí en los talleres que tenían y el primero que hice fue el de decoupage (técnica de decoración de servilletas con diseño). Las señoras asistían, conversaban e iban haciendo los trabajos clase a clase, pero yo no era tanto de esa onda y por lo mismo avanzaba muy rápido", agrega.
-¿Sabía de antes la técnica?
-No, para nada, pero el profesor nos enseñaba todo y avanzábamos lo que más podíamos en clases. El problema es que como nos enseñaban, yo después de la clase, llegaba a mi casa con mi cajita y seguía trabajándola. Entonces, yo no podía esperar toda una semana para seguir trabajando, me aburría de alguna forma.
Algo que le asombra un poco a esta artista es que durante su época escolar, siempre le iba mal en la asignatura de artes plásticas.
"Me esforzaba mucho para que los trabajos me quedaran bien e igual siempre me sacaba rojos, me costaba mucho sacarme una buena nota. Si uno se pone a pensar, pude nunca haber explorado esta faceta por esa experiencia, pero no fue así. Seguí firme y ahora es solo una anécdota", recuerda con emoción Verónica.
Hambre de más
Ante la facilidad de esta artista nacida y criada en El Tabo para desarrollar los trabajos de los talleres a los que asistía, sus profesores debieron ayudarle a encontrar nuevas técnicas para explorar y que así pudiera aprovechar su potencial.
Al año siguiente, Verónica no estaba dispuesta a volver a tomar el mismo curso de las cajas de decoupage, ella quería ir más allá.
Así también comenzó a indagar en nuevas técnicas, llegando de esta forma a encontrar la ziña.
"La ziña es algo parecido al yeso, pero con una película, que va pintada como amarilla, para darle mayor resistencia, ya que el yeso, después de un tiempo pintado, se empieza a desmoronar o quebrajar. Se va trabajando la ziña para que se vea como otra pieza.
-¿Qué es lo característico de eso?
-Lo que pasa es que con esta técnica que uno va usando en una pieza, en la pintura de ella, puede ir imitando otras técnicas, como por ejemplo imitar el lapislázuli o el óxido que también en esta técnica se les llama patina o incluso una piedra de mar.
Clases fuera de Chile
A través de sus propias indagaciones, Verónica llegó a tomar clases para comenzar a enseñar sobre estas técnicas a otras personas.
Este año debido a la pandemia, las clases que toma en el Instituto Conservatorio Grassi, de Argentina, son de forma virtual, pero no por eso siente que ha adquirido nuevos conocimientos.
"Estoy estudiando un profesorado en tecnicatura y falso acabado en el Conservatorio Grassi con grandes maestros de la artesanía, lo cual me hace sentir más feliz y realizada aún. Al inicio yo no pensé que alcanzaría algo como esto. Las clases me hacen adquirir conocimientos nuevos que cuando alguna profesora me felicita, me siento en las nubes", explica.
Las obras de esta exposición fueron realizadas solo durante este año, ya que en veranos anteriores, y sobre todo en el lugar de trabajo de Verónica, donde llegan muchos extranjeros y turistas, las antiguas piezas se vendieron e incluso están por todo el mundo.
"Ha sido bien sacrificado el trabajo que hemos realizado, pero vale la pena, porque queremos que más personas se integren. Estoy orgullosa de que mis obras hayan sido adquiridas por personas de Canadá, Alemania e Inglaterra. Además de tener como profesora a Orietta Arenas (del Conservatorio Grassi), una de las grandes maestras que tenemos en Chile sobre manualidades", admitió
Tercera exposición
Más de 100 figuras contempla la exposición denominada "Ziñas, Patinas y Óxido" de la artista tabina, Verónica Ibarra, que se inauguró esta semana y que estará abierta hasta el 28 de noviembre.
El trabajo de la artista consiste en la decoración de distintas figuras con las técnicas del arte decorativo denominado ziña, patinas y óxido. Este puede ser apreciado en la sala de exposición ubicada en Miraflores N°300, El Tabo, y el horario de atención es de lunes a sábado, de 15 a 19 horas.
"Lo característico de mis obras es que son únicas, nunca verán otra pieza igual ya que no están hechas en serie. Todas mis emociones están volcadas en cada una de mis obras. Es más, soy súper crítica conmigo y por lo mismo, cuando una de las obras no queda perfecta como a mí me gusta, no la expongo ni vendo", expone la artista.
-¿Este es el camino futuro para su vida?
-De todos modos, aquí veo mi futuro y sobre todo con el apoyo incondicional que siempre he tenido de mi esposo y de mis hijos. Quiero dejar un legado, yo me siento una artista, pero me gustaría que, con mi historia, más jóvenes se atrevan y me puedan recordar en el futuro como alguien que era feliz confiando en su pasión.
Esta es la tercera exposición que Verónica monta con sus obras, pero la característica de este año es que se realiza en su casa, adoptando todas las medidas preventivas necesarias ante la pandemia del coronavirus.
"En años anteriores esta exposición la realizaba en la Casa de la Cultura, pero ahora las cosas son un poco distintas. Siento mucho que la clave para todo esto es que las personas tienen que hacer cosas por sí mismas, que las llenen y que por, sobre todo, las haga felices. No siempre necesitamos ser profesionales, pero sí es vital ser felices", puntualiza la tabina.
"Lo característico de mis obras es que son únicas, nunca verán otra pieza igual ya que no están hechas en serie. Todas mis emociones están volcadas en cada una de mis obras",
Verónica Ibarra.
"Estoy estudiando un profesorado en tecnicatura y falso acabado en el Conservatorio Grassi con grandes maestros de la artesanía, lo cual me hacen sentir más feliz y realizada aún. Al inicio yo no pensé que alcanzaría algo como esto",
Verónica Ibarra.
"Quiero dejar un legado, yo me siento una artista, pero me gustaría que, con mi historia, más jóvenes se atrevan y me puedan recordar en el futuro como alguien que era feliz confiando en su pasión",
Verónica Ibarra.