El camino a la felicidad de un emprendedor en San Antonio
Armando Merino arribó a la comuna puerto en la búsqueda de la paz que Santiago le estaba negando. En Llolleo se instaló con una sanguchería que cuenta con menú online y productos para veganos.
En marzo del 2020, Armando Merino Latapiat decidió enfrentar un nuevo desafío que venía pensando hace años: establecer su propio negocio. Con toda la energía, se vino desde Santiago para abrir Japysandwich, sin saber que junto a este reto, debería afrontar el miedo y la incertidumbre que puso en vilo a toda la humanidad: la pandemia del covid-19.
"Fue súper complejo, porque inicialmente nuestro proyecto estaba enfocado a distintos tipos de público, siendo el principal los escolares, y dado la pandemia y el cierre de colegios tuvimos que empezar a cambiar", explica el comerciante.
Armando egresó el año pasado de Ingeniería en Marketing y con sus conocimientos fresquitos en esta materia, decidió concentrar sus esfuerzos en el famoso delivery o entregas a domicilio, para los amantes del español.
"Al principio nos costó bastante, porque primero teníamos que posicionarnos, que la gente nos empezara a conocer. Junto a esto, debíamos tratar de seguir subsistiendo con la pandemia en auge, con la cuarentena y con poca gente en las calles, fue súper complicado... Creo que tratamos de centrarnos en trabajar para no enfocarnos tanto en la pandemia".
Periodo complejo
Durante los primeros meses de la pandemia, él y su familia sacaron adelante la sanguchería, ubicada en Divina Providencia 2290, Llolleo. "Estuve solo con mi mujer y mis hijos, quienes estuvieron ayudándome en la pandemia cuando recién llegamos. Yo tenía que cocinar, ir a dejar los pedidos, mientras mi señora tomaba nuevas órdenes, fue súper complejo y estresante, pero ya salimos de esa etapa y estamos más optimistas sobre el futuro", expresa.
A pesar de las dificultades que ha representado emprender en este contexto de crisis sanitaria y económica, ha conseguido que sus sándwiches vayan ganando cada día más adeptos.
-¿Cómo han logrado llegar al público?
-Las campañas en redes sociales y la digitalización del negocio han sido fundamentales. Nos ayuda mucho un menú online que tenemos en nuestro software; este permite que nuestros clientes nos hagan sus pedidos desde la comodidad de sus casas, los que nos llegan directamente al programa, nosotros solo imprimimos la comanda y se la pasamos a la cocinera. Lo más genial es que los clientes pueden, por ejemplo, seleccionar desde el grado de tostado del pan hasta la cantidad de aderezos, y así disfrutar de una experiencia personalizada.
Además, las preparaciones veganas y vegetarianas le han permitido ganarse el corazón del público local. "A través de una encuesta a nuestros clientes, hemos descubierto que acá hay muchas personas preocupadas por la alimentación saludable y que consumen muchos productos naturales, veganos y vegetarianos. Recogimos esas inquietudes y comenzamos a preparar hamburguesas de legumbres, como garbanzos, lentejas y porotos, y un completo con salchicha vegana (sin productos de origen animal y en base a vegetales) que nos ha subido mucho las ventas".
En alerta
Antes de levantar su emprendimiento, Armando desempeñaba un cargo administrativo en una distribuidora de gas en Santiago, que trabaja para las comunas de El Bosque, La Pintana y San Bernardo. Un trabajo que le dio muchas satisfacciones, pero que con el paso de los años fue tornándose muy arriesgado.
"El negocio empezó a decaer por la competencia y se puso muy peligroso, muchos asaltos, muchos robos. Nos asaltaron muchas veces, incluso nos robaron vehículos con la carga completa, entonces por obligación buscamos nuevas expectativas de negocios", expresa.
-¿Alguna vez lo asaltaron?
-Sí, trabajé como chofer un tiempo y me asaltaron una vez. Me pusieron una pistola en las costillas y me quitaron la caja de la recaudación, pero hubo a otros trabajadores que los secuestraron, los metieron atrás con los balones, los llevaron a un potrero, descargaron la camioneta y los dejaron amarrados. Eso nos pasó como dos veces.
Salir de la vorágine
Este complejo escenario generó que Armando quisiera buscar una vida más tranquila. De esta forma, San Antonio apareció en su camino. "La idea de establecerme acá surgió porque tengo cercanía con la provincia, ya que mi mamá tiene un restobar en la costa donde he trabajado. Me gusta mucho Llolleo y San Antonio, la cercanía del puerto, ese paisaje bonito portuario, ver esas naves gigantes, el mar. Además acá hay comercio todo el año, es más movido, lo que hace más atractivo poner un negocio en esta comuna que en otras de la provincia", sostiene.
El emprendedor confiesa también qué lo motivó a escapar de la vorágine de Santiago: "El calor, el clima, la delincuencia, la inseguridad. Comprendí que este emprendimiento es el primer paso para radicarme después con mi familia y cambiar definitivamente Santiago por San Antonio".
Aunque los primeros meses estuvo acompañado en estas tierras por su familia, luego ellos retornaron a Santiago. "Lo que más he sacrificado es mi vida familiar, a mis hijos los he visto súper poco, es el costo más grande que he tenido que pagar, pero sé que es por un tiempo, espero pronto traerlos de vuelta".
Motivo de alegría
Mientras se esfuerza para reencontrarse con los suyos, Armando ya disfruta de los primeros logros de Japysandwich. "Me siento contento, porque estoy cumpliendo uno de los objetivos de mi vida. Nunca había podido dar trabajo y encuentro que este es muy importante para el desarrollo integral. Uno de mis sueños era ofrecer una buena fuente de trabajo y ser un jefe amigable y empático que ayuda a sus trabajadoras y ahora estoy aprendiendo a hacerlo. Es muy gratificante que pueda dar dos puestos de trabajo".
"Ya estamos bien encaminados, con objetivos claros y ya la gente de Llolleo nos está conociendo. Hemos tenido una buena aceptación y seguiremos trabajando para ser reconocidos en nuestra comuna, que el negocio sea sustentable en el tiempo y para crear un vínculo estrecho con los clientes", agrega.
Paralelamente, está pensando en el aporte que su sanguchería podría entregar a la comunidad. "Espero trabajar con organizaciones sociales que traten de preservar lo bonito que nos va quedando de naturaleza acá. La playa de Llolleo, los Ojos de Mar y la desembocadura del río Maipo son paisajes preciosos que están poco desarrollados, son una riqueza que tiene San Antonio y falta explotarla para que la gente la pueda disfrutar. Me gustaría tener un pequeño negocio con responsabilidad social empresarial más cercano a organizaciones que lo necesiten", afirma Armando, quien confiesa: "Ya me siento como un sanantonino más".