Oficina del Adulto Mayor de El Quisco se reinventa para ayudar en plena pandemia
Los funcionarios de esta repartición municipal han intentado redoblar sus esfuerzos para llegar a los 600 abuelitos que atienden a lo largo de toda la comuna.
Tras el estallido social de octubre del año pasado, Ana Palma (74) decidió dejar atrás su vida en la capital y trasladarse hasta el sector de Punta de Tralca, en El Quisco.
Para ella este era el lugar ideal para escapar de todo lo que acontecía en la Región Metropolitana. Reconoce que jamás pensó que vendría la pandemia y que eso significaría quedar completamente aislada y sin que sus familiares pudieran visitarla.
"He pasado toda la pandemia sola. Estuve más de cincuenta días sin hablar con nadie, entonces eso me afectó el sistema nervioso", relata esta vecina de Punta de Tralca."
"Mis hijos no podían venir y yo tampoco podía ir a verlos. Un día esto me sobrepasó por lo que salí de mi casa a caminar. Por cosas de la vida, me acerqué a la sede vecinal para ver si podía conversar con alguien y justo ahí encontré a los chiquillos de la Oficina de Adulto Mayor", agrega Ana.
Los funcionarios de la Oficina del Adulto Mayor de la Municipalidad de El Quisco, dependiente de la Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco), han tenido que redoblar sus esfuerzos para intentar cubrir todas las demandas de los casi 600 usuarios que atienden a través de diversos programas y talleres. Hay que considerar que el número de adultos mayores que atienden aumentó al doble debido a la alta demanda de necesidades que reveló la pandemia.
Gran labor
Para Luis Poblete, encargado de la oficina integrada por 70 funcionarios, el trabajo que han realizado durante estos meses ha sido esencial para esta parte de la población, principalmente porque "muchos adultos mayores quedaron completamente solos".
"Los hijos ya no podían venir y algunos tenían mucho miedo por lo que estaba pasando", afirma el asistente social.
Debido a la pandemia, la oficina tuvo que reorganizar su trabajo para cubrir la mayor cantidad de requerimientos, además de reinventar, en algunos casos, sus labores.
"No podíamos ingresar a los hogares de los usuarios para saber si necesitaban algo, entonces nos quedábamos afuera y de ahí conversábamos. Los funcionarios que trabajaban desde sus casas iniciaron el seguimiento de los adultos mayores. Desde las 8 de la mañana comenzaban a llamar a nuestros usuarios para saber qué les faltaba, cuáles eran sus necesidades e incluso cómo se sentían. Eso era muy significativo para ellos porque muchos no podían tener contactos con sus familiares", insiste el profesional.
-¿Qué otras tareas han comenzado a realizar desde que se inició la pandemia?
-Los recursos se fueron adecuando, también los programas y nosotros como profesionales comenzamos a cumplir otras tareas. Todos nos reinventamos y empezamos a ver los traslados al doctor, conseguíamos los permiso para quienes realmente estaban solos y necesitaban irse con sus hijos. También gestionamos las autorizaciones y trasladamos a nuestros usuarios con los móviles institucionales.
Poblete agregó que "incluso tuvimos que ampliar la contratación de cuidadoras para dar más cuidados y satisfacer las necesidades de las personas que estaban solas y que tenían requerimientos urgentes de cuidado en los domicilios. Otro de los profesionales se tuvo que hacer cargo de las compras de nuestros usuarios".
"He pasado toda la pandemia sola. Estuve más de cincuenta días sin hablar con nadie, entonces eso me afectó el sistema nervioso",
Ana Palma,, usuaria de la Oficina del Adulto Mayor de El Quisco