La lluvia también fue inclemente con las tomas de la periferia de San Antonio
Las fuertes precipitaciones del viernes causaron estragos en las precarias construcciones de los campamentos donde los pobladores hicieron lo que pudieron para capear el aguacero.
A media tarde de ayer el pequeño Edgar, de apenas 4 años, juguetea en un triciclo con otros niños del campamento Las Loicas, en la parte más alta del cerro Bellavista, a la misma hora que su mamá mira con preocupación las nubes negras que se ciernen sobre el horizonte sanantonino.
Nada normal para una tarde de fines de enero que de manera inusual fue antecedida por un sistema frontal, cuyas intensas lluvias complicaron la noche de los cientos de habitantes de los campamentos que rodean desde hace meses toda la periferia de San Antonio.
Y en esta toma, Carla Mateluna, la madre del pequeño Edgar, se aflige porque ya pasó una mala noche y otra lluvia como la del viernes podría hacerla llorar nuevamente porque su modesta vivienda simplemente no resiste una lluvia inusualmente intensa.
"Me llamó el niño y me dijo 'mamá, se me mojó la espalda'. Ahí me di cuenta que estaba entrando el agua por la pared, así que tuve que correr la cama. La cambié para el lado de la ventana pero ahí también se estaba entrando la lluvia, así que tuve que ponerla al medio, pero ya estaba todo mojado", cuenta Carla mientras mira la precaria construcción de su vivienda avasallada por la lluvia de la noche anterior.
Precariedad
En la casa del frente, Ximena Garay fue testigo de la lluvia implacable que arreció contra los hogares de sus vecinos. Ella cuenta que "muchas casas se mojaron porque este es un campamento y las familias construyen con lo que les regalan, con lo que encuentran o con lo que tienen. Entonces si viene una lluvia como esta, las construcciones sufren porque somos una toma. No tenemos cómo tener mejores casas porque si eso fuera posible no estaríamos aquí".
La misma Ximena cuenta que lleva varios meses tratando de conseguir una mediagua para su hija que tiene dos niños de menos de 10 años que, al igual que los otros menores del campamento, sufren con las inclemencias del tiempo.
De hecho, Carla Mateluna revela que "no ha sido fácil para mí soportar todo lo que es vivir en una toma porque tengo una hija de 10 años que duerme conmigo, igual que mi niño de 4 años. El problema es que mi niña ya está grandecita pero no tengo cómo darle una cama propia para dormir porque tenemos una sola pieza y es triste porque uno se da cuenta de esas cosas y los niños también las notan".
Más abajo del campamento Las Loicas, que agrupa desde hace unos cuatro años a cerca de 200 familias, está la toma "Los Conquistadores" de Bellavista, justo donde alguna vez estuvo asentado el mítico campamento de la Villa Génesis.
Aquí, como en todas las tomas que rodean San Antonio, la lluvia fue un invitado tan inesperado como indeseado y bien lo sabe la señora Nancy que tras el aguacero cruza el antiguo Camino Viejo a Santiago, frente a la cancha de Estrella de Chile, con una bolsa que lleva papas y salsa de tomate entre otras cosas.
"Lo pasaron mal algunos vecinos de la toma, así que ojalá que no siga lloviendo porque con el agua que cayó anoche ya fue mucho para varias familias. Hay que prepararse para el invierno porque si va a ser así de intenso, lo pasaremos mal".
"Me llamó el niño y me dijo 'mamá, se me mojó la espalda'. Ahí me di cuenta que estaba entrando el agua por la pared, así que tuve que correr la cama",
Carla Mateluna
200 familias viven en el campamento Las Loicas del cerro Bellavista.