La sanantonina que vende almuerzos para convertirse en profesional
Camila Morales comenzó vendiendo zapatos, pero las casualidades de la vida la llevaron a incursionar en el rubro de las colaciones. Este año ingresará a la carrera de Trabajadora Social para seguir ayudando a los más necesitados.
La solidaridad y las ganas de ayudar a los más necesitados siempre han sido prioridades en la vida de la sanantonina Camila Morales Morales (30). Esa misma vocación la llevó a elegir su carrera profesional.
Camila es madre de dos hijas, de 11 y 12 años, y pese a que es una mujer emprendedora, que siempre se las ha arreglado para generar ingresos, quiso tener una carrera profesional.
"Uno siempre quiere tener una carrera, es como su sueño. Quizás yo me demoré en hacerlo, pero ahora que tengo los recursos y que estoy segura de mi vocación, creo que es el momento ideal para hacerlo", explica Camila.
Gracias a su constante esfuerzo y sus ganas de salir adelante, este año comenzará a estudiar Trabajo Social en el instituto profesional Aiep de San Antonio, una profesión que la apasiona porque sabe que en el futuro podrá seguir ayudando al resto.
"Hay muchas carreras de carácter social a través de las cuales la gente puede ir en ayuda de otros, pero siento que esto va más allá y se asemeja mucho a lo que yo he hecho tantas veces por la gente. Eso es lo que a mí me gusta. Si alguien necesita ayuda y yo puedo darle una mano, ahí estaré", subraya con convicción.
Algo distinto
En 2018, Camila tomó la decisión de que debía comenzar algún negocio para generar ingresos, sobre todo pensando en sus dos hijas.
En ese momento pensó que la venta de zapatos femeninos podía ser un buen emprendimiento. Se había dado cuenta que las mujeres de San Antonio tenían un alto interés por el calzado y, al comprar por internet, tenían que pagar los gastos de envío.
"Mi idea era que las mujeres de acá que querían zapatos de otro estilo, pudieran tener la alternativa en su propia ciudad, solo era cosa de repartir los pedidos y ponerle empeño, por supuesto", recuerda sobre sus inicios.
-¿El negocio funcionó como esperabas?
-Diría que sí y no. Tenía ventas claramente, pero no eran tan buenas como yo esperaba. Había clientas que me preferían y eso lo agradezco enormemente. Quizás no fue el mejor plan que pude tener, pero me dio ingresos por algún tiempo.
Sin decaer, pensó que probablemente debía cambiar de rubro, pero también sabía que mientras tanto no se podía quedar de brazos cruzados.
Lluvia
Ese mismo 2018, la emprendedora de Barrancas se encontró en un día lluvioso sin saber qué hacer para comer. Tenía varios ingredientes y lo primero que se le vino a la cabeza fue preparar sopaipillas para vender.
Varios vecinos decidieron comprarle, entre ellos un adulto mayor que le pidió varias para él y su esposa.
"Nos fue súper bien con las sopaipillas, pero yo sabía que ese no podía ser mi negocio. Andaba buscando qué hacer, porque las sopaipillas se hacen solo en invierno. Casi nadie las prepara en diciembre o enero, entonces solo lo hice aquella vez".
-No era un negocio para sobrevivir todo el año...
-Claro, es algo que da ganancias, no se puede negar, pero el tema está en que uno necesita algo que sea permanente, que se venda todo el año y ese no era el caso de las sopaipillas. Al menos así lo veía yo, fue esa vez y desde ahí comencé a buscar algo nuevo para emprender.
Lo que Camila nunca se imaginó fue que el mismo abuelito que le había pedido varias sopaipillas le preguntó si vendía almuerzos. Al caballero le había gustado su buena mano.
"Me dijo que su esposa estaba enferma y no tenía ganas de cocinar. Como teníamos cosas y él nos iba a pagar, con mi marido le hicimos los platos de almuerzo y él nos agradeció mucho, porque además nos dijo que estaban muy buenos", afirma.
Nuevo rubro
Ese fortuito pedido de su vecino fue el puntapié inicial para cambiarse rápidamente al rubro de las colaciones. "Durante casi tres años este ha sido el sustento de mi familia y estoy agradecida de eso. Costó, por supuesto, pero yo creo que iniciar cualquier negocio es difícil y no decaímos. Eso fue vital.
-¿Por qué no pensó antes en vender almuerzos?
-Nunca se me pasó por la cabeza y nunca pensé en que era una buena alternativa para los trabajadores que no tienen tiempo para hacer almuerzos en sus casas, pero poseen el recurso para pagarlo.
El cariño de casa
Hace casi tres años Ventas Tops, como siempre se llamó el emprendimiento de Camila, ofrece almuerzos de comida casera.
Este camino, dice ella, no estuvo exento de dificultades, ya que le costó más de un año conseguir clientes estables.
"Hacerse una clientela no es sencillo. A mí me costó más de un año y se dio bastante por el boca a boca de la gente. Muchos se pasaban el dato y ahí salíamos nosotros con las tarjetitas para que nos llamaran, siempre con la fe de crecer y fortalecer el negocio", sostiene.
-¿Qué es lo que caracteriza a tus almuerzos?
-Ofrecemos comida de casa, con el cariño de hogar que es lo que gente busca. Además, la gente puede tener una alimentación más balanceada. Trabajo con mi esposo y con dos personas más. Tenemos delivery. No puedo estar más agradecida.
Confiesa que "crecimos como nunca lo imaginamos. Gracias a eso ahora podré estudiar e incluso hemos podido dar trabajo a la gente. Siento que tomé la mejor decisión y mi sueño es llegar a tener un restaurante".
Los beneficios
Su madre le enseñó todo lo que sabe de cocina y fue ella misma quien le demostró que, con cariño y ganas, todo es posible.
Ese mismo espíritu es el que ha llevado a Camila a ayudar en cada beneficio que puede. "Durante el estallido social y el inicio de la pandemia me pidieron ayuda para una familia de una toma. Nos habían donado muchas presas de pescado y sabía que así podía ayudar. El dinero de todos los platos que se vendieron fue para ellos".
Pero esa no fue la única vez que te tocó colaborar. "La voz se empezó a correr y yo siempre busco la forma de ayudar. Después vino la ayuda a abuelitos, a mamás solteras y cosas así. Me parte el alma pensar que alguien está pasando necesidad, por eso siempre trato de ayudar cuando puedo".
-¿Eso la ayudó a encontrar su vocación?
-De todas maneras, porque siento que al tener una carrera como trabajo social, podré ayudar a las personas más allá de hacerles un beneficio o reunirles dinero, ropa y cosas así. Yo quiero ayudar a la gente a encontrar las soluciones a las que no saben cómo llegar, como los beneficios estatales que muchas veces se desconocen.
"Uno siempre quiere tener una carrera, es como su sueño. Quizás yo me demoré en hacerlo, pero ahora que tengo los recursos y que estoy segura de mi vocación, creo que es el momento ideal para hacerlo",
Camila Morales
"Durante casi tres años este (la venta de colaciones) ha sido el sustento de mi familia y estoy agradecida de eso. Costó, por supuesto, pero yo creo que iniciar cualquier negocio es difícil y no decaímos. Eso fue vital",
Camila Morales
"Hacerse una clientela no es sencillo. A mí me costó más de un año y se dio bastante por el boca a boca de la gente",
Camila Morales