La apuesta de una pareja por mantener vivo el bar de sus sueños
Tras nueve meses con las cortinas abajo, los dueños del Huargo vuelven a la carga, ahora con medidas sanitarias y la fuerte convicción de que el local llolleíno seguirá siendo el rincón favorito de los cerveceros y rockeros.
El 18 de marzo del año pasado es una fecha que René Vera nunca va a olvidar. Ese fue el último día que Huargo, su querido bar, funcionó como siempre: con todas sus mesas llenas y los clientes moviéndose libremente, sin mascarillas ni temor al virus que le cambió la vida a los habitantes de todos los rincones del mundo.
El rock, las risas, las voces altas y los shoperos chocando estuvieron sumidos en el silencio. La pausa duró nueve meses. Un largo paréntesis que puso a prueba el proyecto que René y Amparo Aracena, su pareja y socia, comenzaron hace más de cinco años. "Cuando nos conocimos descubrimos que nuestro sueño era tener un bar de puro rock. Nos costó harto empezar y cuando comenzó la pandemia fue súper duro, ya que supimos que teníamos que cerrar por un periodo largo y casi sin esperanza de abrir en mucho tiempo", comenta Amparo.
"Habíamos cumplido las proyecciones que teníamos y sentíamos que era nuestro momento", afirma René. "Pero vino el estallido social, que afectó harto a los locales porque teníamos que mantener cerrado o de repente estábamos funcionando y teníamos que cerrar, más el toque de queda. Y después cuando se empezó a recuperar vino la pandemia, que fue un segundo mazazo", añade.
Punto crítico
Tras meses echando manos a los ahorros para mantener en pie al bar, tuvieron que hacer frente a otra mala noticia. "Yo trabajé 13 años en la tienda París y en julio me llamaron para despedirme. Me dijeron muchas gracias, fue un gusto", señala, sin perder el humor, Amparo.
Huargo pasó entonces a ser el único sustento de la pareja, que tiene una hija de 5 años, y los cuestionamientos no tardaron en llegar. "Nos vimos en la disyuntiva de cerrar, para no seguir comiéndonos los ahorros y teniendo pérdidas, o aguantarnos para volver abrir. Decidimos aguantar", sostiene él.
Luz de esperanza
Tras la decepción de no poder acceder a las primeras ayudas del Gobierno, por fin recibieron una buena nueva. "Al mes de todo eso, nos salió una ayuda de Sercotec y dijimos 'ya esto nos sirve, vamos'", expresa Amparo.
René detalla que "eso nos iba a servir para abastecernos para cuando volviéramos a funcionar. También optamos por hacer delivery y compramos una máquina para sellar latas y así vender cerveza de barril. Era mínimo comparado con las ventas de antes, pero de repente nos salían tres pedidos en un día (...). Además, saqué el 10% para ayudar a mantener el local. No estuvimos en la situación de otras personas, que pasaron hambre, y nuestras familias nos ayudaron mucho en ese sentido, pero sí sabíamos que no podíamos perder esto".
Reinauguración
A pesar de las dificultades, siguieron buscando que el local volviese a la vida. "No podíamos seguir esperando a que la pandemia pasara, porque no ha avanzado cómo pensábamos. Decidimos buscar la fórmula para abrir y les solicitamos a la municipalidad y a la Seremi funcionar vendiendo alimentos envasados de consumo individual, como papas fritas y ramitas, y nos dijeron qué permiso sacar. Nos demoramos dos meses y medio en conseguir los permisos y pudimos abrir en diciembre", detalla él.
"Ahora René está tratando de inculcarle a los clientes la obligatoriedad de consumir estos snacks, les explicamos que gracias a esto funcionamos, porque si no, no podríamos abrir hasta estar en fase 5", explica Amparo.
-¿Cómo fue el reencuentro con el público?
-René: Fue súper esperado. Mucha gente nos preguntaba 'cuándo van a abrir', 'vuelvan porfa', 'oye, no vayan a cerrar'. Avisamos dos días antes que volvíamos el 30 de diciembre y estaban todos felices. El local se llenó y la gente nos decía 'qué bueno que volvieron, faltaba el rock en San Antonio'. Fue súper gratificante.
Fase 3
A los pocos días de su apertura, la comuna nuevamente retrocedió a fase 2 de Transición, lo que les quitó la oportunidad de abrir en tres fines de semana. "Estamos todos los jueves con la guata apretá' cuando dan el informe: 'no nos nombraron, ya qué bueno', dice ella con alivio.
Por eso la noticia de que el jueves 27 de enero la comuna volvía a fase 3 les dio un nuevo respiro. "Implica dos cosas buenas. Primero, tenemos más capacidad de atención, porque podemos atender adentro y no solo en la terraza. Y la otra es que ganamos el fin de semana; podemos abrir el sábado, que es el día de descanso para la gente", agrega.
Inicios
Más de siete años han pasado desde que esta pareja se conoció, luego de que una amiga en común los presentara. "Un día una amiga, que nos quería presentar hace tiempo, nos llevó a un tributo de Silvio Rodríguez que estaba fome. Al final estuvimos molestándola toda la noche, eso nos unió. Después seguimos carreteando, conversando y empezamos, y no nos separamos más", cuenta René.
Pronto se dieron cuenta del sueño en común. "A mí siempre me gustó la idea de tener este negocio, pero me faltaba alguien que me dijera 'vamos', sola creo que me habría quedado en el sueño, porque soy más temerosa y de negocios no sabía. René sabía, porque estudió comercio, pero yo soy diseñadora. Le dije 'tú pones los conocimientos, juntemos las ganas y empecemos a buscar un lugar'".
Cuando la familia estaba pronta a crecer, se concretó el rock bar. "La Amparo ya estaba embarazada cuando empezamos con el proyecto. Yo no quería perderme la crianza de mi hija y pensaba 'debemos buscar la fórmula para que esto nos dé'. Ahí empezamos con todo".
-¿Cómo es trabajar con la pareja?
-Amparo: Lo encuentro mucho mejor, porque tenemos un objetivo en común, que es nuestra familia. No es como en otros casos, cuando la gente hace negocios con socios o amigos y siempre se ve que un socio termina perjudicando al otro. Nos enriquecemos bastante y en los momentos difíciles nos acordamos de esto y tratamos de salir adelante. Esto es para el bien de nuestra familia, de nuestra casa y de nuestra jefa (dice bromeando, mientras señala a su hija).
-René: Cuando las cosas no son fáciles hay un apoyo mutuo, porque los dos estamos remando para el mismo lado. Cuando a mí me dieron los bajones durante el año, la Amparo me decía 'no, si vamos a remontar'.
Este año el bar, ubicado en Inmaculada Concepción 152, en el centro de Llolleo, cumple seis años. Un recorrido que los tiene orgullosos. "Nos costó posicionarnos como marca, pero el nombre ya se posicionó. Ahora somos un referente en San Antonio como local cervecero, ninguno tiene la variedad que tenemos y siempre estamos buscando algo nuevo y cervezas de variedad y calidad para nuestro público", expresa René.
Sobre todo están agradecidos del apoyo de los clientes, el respeto que han demostrado a los nuevos protocolos de cuidado y de lo que se ha generado en estos años en el Huargo. "He visto que acá han nacido amistades, he visto parejas formarse, de hecho, algunos amigos van a ser papás y se conocieron en el bar, por eso yo lo califico como un bar de amigos", sostiene René, feliz.
"Cuando nos conocimos descubrimos que nuestro sueño era tener un bar de puro rock. Nos costó harto empezar y cuando comenzó la pandemia fue súper duro",
Amparo Aracena
"No podíamos seguir esperando a que la pandemia pasara, porque no ha avanzado cómo pensábamos",
René Vera